Cap 20 Mañana Gris
Los hermosos días de calor habían llegado rápidamente. Las flores del jardín se encontraban bellas y coloridas pero aquella luz que emanaba no llegaba a Jazmín. Ese día era diferente a los demás, sentía la tristeza de aquel lugar. No había luz sino una oscuridad qué la llenaba de nostalgia.
Cómo todas las mañanas desayunaba junto a su esposo ya la van de la situación del reino, algo que se había vuelto habitual en aquellos tiempos de guerras, pero tampoco aquella conversación llegaba a sus oídos. Tengo una sensación extraña como cuando sabes qué algo va a pasar o ya sucedió y solo necesitas enterarte.
No fue hasta que la empleada llegó al salón y de su boca salió- A llegado su yerno el general Castellar Davies acompañado por soldados del rey- qué de la mano de jazmín cayó la taza de café al igual qué las lágrimas de sus ojos.
¿Cómo uno puede explicar el dolor de una madre tras perder a su hijo?
¿Cómo Henry no podía mirarla a la cara tras darle aquella noticia con tanta frialdad?
¿Cómo había permitido que su hija se casará con ese hombre y la llevara lejos?
¿Por qué el egoísmo y los celos de ese hombre eran tan fuertes que no podía derramar una lágrima tras decir que la mujer llamaba y qué le había dado una hija estaba muerta?
Jazmín nunca había odiado a nadie hasta ese día.
Envuelta con bellas telas blancas había una niña tan pequeña y frágil parecida a Sofía. Una bebé tan pequeña como aquella qué había sido entregada a sus brazos para ser creada algo qué Henry volví a repetir.
-Ella es Luz Sofía-se detuvo para mirar por primera vez a Jazmín-te la entrego para que sea criada de la misma manera qué Sofía- Jazmín deseaba abofetearlo- José qué en tus manos estará mejor qué las mías.
-¿Quiere decir qué abandonarán a tu hija al igual qué lo hiciste con su madre?
-No Jazmín-contestó Henry-solo la salvo del demonio del cual me convertiré al salir de aquí- Henry le entregó una pequeña caja y dentro de esta había una medalla y banda, con el símbolo del reino dibujado, los soldados mostraron reverencia y Henry se arrodillo cómo pudo ya que su pierna no estaba completamente sana- le hago entrega de la medalla de honor a un soldado caído y le juro que traer el corazón del General Raphael Moreau, el animal qué dio la orden del lanzamiento de aquella bomba, estando la muerte de la marquesa Castellar Davies-Henry levanto su rostro para mirar nuevamente a los ojos a Jazmín y a Vicente-juro también no volver a pisar su mansión sin cumplir mi promesa.
-¿Y si no la cumples Henry?-pregunto jazmín seriamente.
La mirada de Henry se oscureció de tal manera te generaba terror.
-Si no cumpla mi promesa, yo mismo pondré mi arma en mi cabeza me mataré como el vil cobarde qué soy y que fui con Sofía.
6 años después
Entre santos y canto bajaba las escaleras alegremente la pequeña niña de 5 años. De cabello oscuro como la noche y ojos verdes brillantes como dos bellas esmeraldas, vestida con agua y descansa, llegó hasta el final de las escaleras y voltea a ver a los empleados que estaban pálidos del susto.
-mi niña no vuelvo hacer eso qué puede lastimarse-dijo una de las empleadas-vamos a vestirse que si su abuela la ve en poca ropa se enojara mucho.
-¡¡¡NO!!!-grito la niña enojada-quiero ponerme el vestido nuevo que mi papito me regaló.
-Mi niña Lucecita sabes muy bien que su padre lo envió para su cumpleaños
-Noooo-volvió a gritar y salió corriendo hasta el jardín donde sus abuelos desayunaban-¡Abuelita! ¡Abuelita!
-Luz porque no estás vestida
-Quiero ponerme el vestido que mi papito me regaló
-Luz te dije que ese vestido lo usaras para tu cumpleaños
-Y si le escribes siendo que me traiga uno nuevo cuando venga para mi cumpleaños.
--Luz no lo vuelvo a decir vete a cambiar- después de un enfrentamiento de miradas, Luz se rindió y acompañó a la empleada para vestirse.
Cuándo quedaron solos, jazmín vuelve a tomar la carta que tenía debajo de su servilleta y la cual pertenecía a Henry.
-Ya han pasado casi 6 años desde qué nos dejó la niña- jazmín tomo un poco de té y luego suspiro- la dejó como si no fuera nada y lo peor es que solo envía obsequios para compensar su ausencia y una carta informando cómo van las haciendas qué se encuentran aquí- volver a tomar su te para tranquilizarse- de ninguna de ellas ha preguntado por la niña y tampoco dicho cuando vendría verla.
Vicente tomo la mano de su esposa y se arrepintió de cada decisión que he tomado las cuales habían tenido por consecuencia la muerte de su hija y también que su nieta estuviera huérfana porque aunque Henry estuviera vivo era lo mismo como si estuviera muerto.
-Bueno eso no lo más-dijo jazmín después de haberse tranquilizado-dime si ya te contestó el señor Barcaguia.
-Que aquí es imposible dar un tratamiento para esa enfermedad y que encontraremos quizás lo mejor en el reino pero el doctor que se especialista en ese tipo de enfermedades es muy difícil de contactar.