Sofía trato de secarse las lagrimas, estaba muy triste. Se fue a un cuarto y miró todo detenidamente, ya nada le preocupaba, no sentía nada. Todo le parecía tan familiar.
Camino un poco más y sobre la mesa de luz vio otro jarrón. -Si que les gustan los jarrones feos- El jarrón se movía como el de la cocina, también tenía corcho, la única diferencia era que esté jarrón era de color negro, era tétrico.
Está vez agarró el jarrón tan fuertemente que sacó al gnomo. El gnomo estaba asustado, tenia una pequeña llave. Sofía seguía enojada pero trato de ser lo más educada posible. ¿me das la llave por favor? El gnomo le dió la llave.
Sofía estaba cansada de estar sola, así que le pidió al gnomo que la acompañara. El gnomo se fue con ella. Siguió mirando la habitación y escucho un sonido. Era un canto.
Siguió el canto y vio a la misteriosa muchacha. Estaba sentada, cantando mientras se peinaba. El espejo donde de estaba mirando estaba roto.
Se fue sigilosamente, y bajo por las escaleras. Había una habitación con llave, recordó que tenia la llave que le dió el gnomo. Busco en su bolsillo y encontró la llave que estaba buscando.
Con un poco de esfuerzo abrió la puerta y encontró algo que no pensó que encontraría.