Voy a contarles mi más loca aventura navideña así que pónganse cómodos, busquen sus bocadillos y bebidas, y vallan al baño ¡rápido!
¿Listos?
Bien, mi historia empieza así —¡¿Tu historia?! Es NUESTRA— oigo a mi esposo desde la cocina.
—¡Búscate tu propio cuento!— le respondo devuelta, miro a mi invitada con una sonrisa incomoda —Emm como decía esta historia navideña empieza así…
Soy la hija mayor de un loco matrimonio que de una extraña manera, logro que sus hijos nacieran en las fechas deseadas para llamarles según la festividad en la que nacieron. Estoy yo con el 25 de diciembre, mi hermano con el 14 de febrero, y la pobre América con el 4 de julio.
A pesar de llevar el nombre de la famosa celebración invernal, mi actitud era más como la de El Grinch y todo por culpa de mis padres, ya que nunca tuve una fiesta de cumpleaños y mis amigos no me visitaban ni me felicitaban porque estaban pendientes a sus familias, lo cual es bastante razonable. Pero de todos modos sentí que me habían arruinado con ese nombre.
Mis padres siempre me hicieron creer de niña, que yo fui su regalo de navidad, que yo debería estar contenta de que mi cumpleaños fuera el mismo que el de el Niño Jesús y la mentira más grande, Santa me traería doble porción de regalos —cualquier niño al que le digas esto va a sentirse especial, obviamente— Descubrí su mentira cuando vinieron mis hermanos menores, Valentín y América, claro que su historia será contada por ellos y no por mí. Volviendo al grano. A toda esta peculiaridad de mis padres, mis hermanos y yo fuimos criados con un gran significado de la palabra familia, la unión en nuestra casa lo es todo.
Para cuando llego mi tiempo de ir a la universidad en otro estado las cosas se pusieron un poco tensas, mi deber como hija mayor es dar el ejemplo a mis hermanos, así que yo DEBÍA mandar un informe semanal por correo de todo lo que hice en mi semana lejos de casa tal y como ellos debían hacerlo conmigo, y si había una actividad fuera de la universidad yo debía pedir permiso a mis padres, aún estos estuvieran lejos.
Para el Día de Acción de Gracias no pude viajar a Miami para verles, por consecuencia fui “castigada” sin salidas del Campus e hicieron la cosa ridícula de llamar al Decano, así que estuve orando para llegar a mi homónima celebración a tiempo, quien sabe el castigo que me tocaría esta vez.
#31067 en Otros
#9892 en Relatos cortos
#47125 en Novela romántica
#7630 en Chick lit
Editado: 19.12.2018