Entro en el despacho de mi editora y ésta alza la vista de la tableta digital para clavar sus ojos en mí.
—¿Qué tal el fin de semana? —Me pregunta con una mirada pícara.
—Supongo que TaeJoon te ha dicho algo. El sábado muy bien y el domingo trabajando en un nuevo libro —me siento enfrente de ella y le guiño un ojo con complicidad.
—¿Estás lista o prefieres esperar un poco más?
—Estoy lista. Cuanto antes empecemos antes acabaremos.
La editora asiente para darme la razón, se levanta de la silla, se acerca a mí y me ofrece la mano.
La agarro con fuerza, porque voy a necesitarla, y las dos nos encaminamos hacia la sala de reuniones.
Llamo, espero una contestación y abro al recibirla un segundo después. Miro hacia la esquina de la mesa y veo que Jeremy se levanta para invitarme a que me siente a su lado con una señal de su mano.
Entro observando las arrugas de sus ojos al sonreír y cómo se desvanecen cuando ve que Elenor está detrás de mí.
—Creí que estaríamos solos —me dice intentando mantener la compostura.
—Espero que no te importe. Al fin y al cabo, ella es mi editora y confío en que sabrá si las ideas son buenas para la aventura o, por el contrario, descartarlas —le explico al sentarme en la otra esquina de la mesa, muy lejos de él.
Mi editora se sienta a mi lado y las dos miramos al hombre, expectantes por conocer esas maravillosas ideas, según él.
—Está bien. Bueno, he leído el primer libro: SuJin y los guardianes del cielo. Me ha encantado, como ya te dije, se me ocurrieron algunas ideas para la tercera aventura —comenta el hombre al sentarse en la silla y buscar en su tableta digital las notas.
—¿No has leído el segundo libro? —Le pregunto apoyando las manos en la mesa.
—Aún no lo he terminado. Estoy seguro de que a tus lectores les encantaría un poco más de acción y romance…
—Espera, ¿romance? —Lo interrumpe Elenor extrañada con aquella palabra—. ¿Te has parado a ver el rango de edad de sus lectores?
—Escribe novelas juveniles, así que, sé perfectamente cuál es el rango de edad —contesta con burla el hombre.
—Pues me parece que no tienes ni la menor idea y, mucho menos, sobre la cultura coreana. En este país no son tan lanzados a la hora del romance como pueden ser en España, Inglaterra o cualquier otro país occidental —explica la editora enfadada por la falta de información del hombre con respecto a la cultura asiática.
—Ella tiene razón. Si los padres de esos jóvenes, comprendidos desde los diez hasta los catorce o quince años, se enteran de lo que sus hijos leen, mi carrera irá en caída libre al desastre. No pienso poner mi futuro en manos de esas ideas —le digo con seguridad y rotundidad.
—Esos jóvenes ya son mayorcitos para empezar a conocer las relaciones entre adultos —ataca el hombre con las manos en dos puños.
—¿Con diez años? ¿En qué mundo vives? —Quiere saber Elenor indignada con él.
—Cállate y deja que la autora decida —escupe el hombre al levantarse dando un puñetazo en la mesa, irritado y furioso.
—¡Te callas tú, capullo! Eres un machista de mierda que solo ha venido a espiar y ligar con todas las que se te pongan a tiro. Pues lamento decirte que te has fijado en quien no debes. Deja a mi escritora en paz o te aseguro que conseguiré que te echen de la editorial, babosa asquerosa —grita mi editora dando un puñetazo en la mesa como él al levantarse de un salto de la silla.
Elenor me agarra de la mano y me saca de la sala a todo correr. Me dirige hacia el despacho de MinSuk, nuestra jefa, y la editora le informa de lo que ha ocurrido. La jefa tiene los ojos abiertos de par en par al escucharla y, una vez la chica se ha desahogado, nos invita a sentarnos.
—Gracias por contármelo. Sé que no es fácil trabajar con ese cretino, pero no tenemos más remedio por el momento. Os aseguro que me ocuparé de que no vuelva a molestaros, sobre todo, a SuHye —nos dice la mujer con la voz apagada. Está estresada desde la llegada de ese editor y se le nota—. Tenéis razón en la absurdez de sus ideas.
—MinSuk, he intentado no darte más problemas de los que ya tienes con ese… baboso, pero me ha sacado de mis casillas. Lo siento, de verdad —se disculpa Elenor con una reverencia.
—No tienes que disculparte. Sois mis empleados y mi responsabilidad. No voy a permitir que nadie os falte al respeto por muy superior que sea. Podéis confiar en mí.
Ambas se lo agradecemos y salimos del despacho para dirigirnos hacia el ascensor. Estamos hambrientas y, aún más, con los nervios que ese hombre nos da.
Estamos sentadas a la mesa, esperando nuestros desayunos, cuando nuestros móviles suenan a la vez.
Echo un vistazo a la pantalla y veo que es de TaeJoon. Desbloqueo el dispositivo y abro el chat para leer: <<Esta noche vamos a grabar un episodio de nuestro programa en el parque de atracciones. ¿Te apetece venir?>>.
Alzo la mirada hacia mi amiga que me está observando y me enseña el mensaje que le ha mandado su novio. Lo leo y le doy la vuelta a mi teléfono para que ella lea lo mismo. Ambas nos reímos y me pregunta: