Solo tú

128. Elisabeth

Es viernes por la mañana y llamo a HoYung para decirle que no voy a poder ir con él a Ilsan. Tenemos muchos pedidos por hacer y me toca cocinar. 

Sé que está decepcionado por dejarle plantado, pero yo también tengo un trabajo y no puedo dejarlo sin más. 

—Está bien. ¿Qué te parece si vienes mañana con las chicas? Elenor, Mónica, EunSu y HaNeul tampoco pueden hoy y se irán el sábado por la mañana. ¿Les digo que las acompañas? —me propone con la esperanza en su voz.

Miro la agenda que tengo en la tableta digital, delante de mí en la mesa, cuento los pedidos para el día siguiente y pienso si podré llevarlo todo a cabo para poder irme a Ilsan. Lo cierto es que me hace ilusión acompañarlo…

—De acuerdo. Tengo el número de Mónica. Se lo diré yo misma. Nos vemos mañana —contesto con una sonrisa en los labios al escuchar su emoción por el otro lado del auricular.

—Gracias por aceptar. Te estaré esperando.

Cuelgo sonriendo sin poder evitarlo y no pasan ni dos minutos cuando mi móvil vuelve a sonar. Veo la foto de mi padre en la pantalla y descuelgo saludándolo en inglés:

—Hola, daddy. ¿Cómo estáis? 

—Muy bien, hija. ¿Y tú? ¿Qué tal el proyecto de Seúl? —se interesa con ilusión en su voz grave. 

—Estupendo. No paramos de tener pedidos. ¿Vendréis a visitarme? 

—Pues lo estamos intentando. No es fácil que nos den las vacaciones en nuestros trabajos, hija. Pero seguro que para navidades volamos hacia allí. 

—Genial. Daddy, tengo que dejarte. Me tengo que meter en la cocina para sacar los pedidos de hoy y mañana. Te llamaré más tarde. 

—Vale. No trabajes tanto. Tampoco es bueno.

—Lo sé. Hasta luego. 

Cuelgo de nuevo, me levanto de la silla, me atavío con la chaquetilla para cocinar y me voy a la despensa para coger todos los ingredientes que necesito. 

***

Después de cuatro horas cocinando sin parar, hago un pequeño descanso y cojo mi móvil para mandarle un mensaje a la locutora. No pasan ni cinco segundos desde que lo lee cuando escucho que mi móvil suena con una llamada de ella.

—Por supuesto que puedes venir con nosotras mañana, aunque creí que irías hoy. ¿Qué ha ocurrido para que cambies de opinión? —me inquiere con curiosidad. 

—Tengo muchos pedidos por hacer y hoy era imposible. Voy a cocinar todos los pedidos de hoy y mañana y así poder estar libre. Mi socia no tendrá tanto trabajo.

—De acuerdo. ¿Necesitas ayuda? Puedo echarte una mano y HaNeul también. Está a mi lado moviendo los brazos con fervor para que te lo diga —apunta la locutora riendo.

—Gracias por la oferta a las dos, pero voy bien, de momento. ¿A qué hora salís mañana? 

—Supongo que temprano para no llegar muy tarde. Tardaremos unas cuatro horas. Habrá que madrugar un sábado. 

—No me importa. ¿Voy yo a la urbanización o…?

—No, no. Te recogemos en la puerta del hotel. Mándame la ubicación cuando puedas. Te mandaré un mensaje cuando salgamos de la casa para que estés preparada. 

—Estupendo. Gracias. Nos vemos mañana. 

Cuelgo y mi socia entra por la puerta del local con una gran sonrisa en los labios cuando se baja la mascarilla. Se sienta enfrente de mí y me enseña todos los mensajes que tiene en el teléfono de la empresa. Decenas de pedidos se amontonan para la semana que viene y cada vez necesitamos más gente empleada. 

Las entrevistas de esta semana no han ido mal, pero vamos a tener que disponer de ellas este mismo fin de semana, sobre todo, para que ayuden a mi socia mientras yo no estoy. 

—HyeJi, vas a tener que llamar a varios de los entrevistados de esta semana. No vamos a poder con todo solas, además, mañana me voy de viaje a Ilsan…

—¿A Ilsan? —me interrumpe con sorpresa. 

—Un amigo me ha invitado a acompañarlo —respondo intentando no dar mucha explicación sobre mi amigo. 

—¿Un amigo? ¿Ese amigo tiene derecho a roce? —me pregunta con un guiño de ojo y una sonrisa traviesa en los labios.

—No, es solo un amigo, de momento. Nos estamos conociendo. Resumiendo, que no vas a poder con todos los pedidos de mañana tú sola. Te he dejado todos los aperitivos hechos, tanto de hoy como de mañana, pero no vas a poder repartirlos. 

—No te preocupes por eso. Me las arreglaré con los empleados que voy a llamar en este mismo instante. Tú puedes seguir terminando los aperitivos mientras yo los reparto con ellos. ¿Cuándo vuelves? 

—El domingo por la noche. Te veré el lunes por la mañana aquí. ¿Te parece bien? 

—No me parece bien, me parece maravilloso. Necesitas unas mini vacaciones para regresar con más energía. Espero que el lunes me lo cuentes todo. Haz algunas fotos, por favor. 

—Lo intentaré, aunque sabes que no suelo ser muy fotógrafa. 

***

La alarma del móvil me suena cuando dan las siete de la mañana, me levanto de la cama para darme una ducha que me despeje y escucho que llega un mensaje cuando me estoy poniendo los pantalones vaqueros por encima de las medias térmicas.



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En el texto hay: romance, amor

Editado: 12.05.2023

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