Solsticio de Luna

Parte Final

8 años después…

Cole caminaba entre los árboles.

Con tan solo siete años, había perdido la cuenta sobre la cantidad de veces que su padre le había recalcado no acercarse al bosque... Mucho menos a la costa del mar al otro lado del mismo.

No era que él quisiera desobedecer, pero el agua le intrigaba. Especialmente desde que su abuela le había contado sobre la mujer con la que su padre había pensado casarse muchos años atrás.

Selene.

Una noche de luna ella simplemente había desaparecido. Durante días su padre junto a la familia de ella y un grupo de hombres que habían logrado reunir para colaborar, la habían buscado; sin resultados. En su lugar habían dado con el cuerpo de otra joven del pueblo, entre las rocas de la base del acantilado.

Entonces, cuando ya no sabían donde más buscar, su padre había encontrado el colgante que le había dado como regalo de compromiso depositado en la arena a orillas del mar... Casi como si el agua lo hubiese devuelto.

Después de eso, las historias y rumores sobre su paradero habían corrido como pólvora, cada una más descabellada que la anterior. Algunos escépticos creyeron que solo se había fugado con un amante para evitar la boda, mientras que los más supersticiosos, comenzaron a afirmar que el agua se la había tragado. Pero fuera cual fuera la creencia popular, luego de encontrar la pieza de joyería pocos residentes locales volvieron a adentrarse en la costa. En su lugar, el misterioso acantilado se volvió tanto una atracción turística para los valientes, como una leyenda para asustar a los niños.

Cole miró el colgante con la brillante piedra en su mano.

Si su padre supiera que lo había robado del cajón de su escritorio le daría un ataque, más aún porque era a la mismísima playa prohibida donde se dirigía; pero él sólo quería que su padre sonriera.

Desde que tenía memoria su padre vivía molesto y Cole creía firmemente que si devolvía el colgante al agua, Selene regresaría... Y con ella la sonrisa de su padre.

Con mucho cuidado de no caer, Cole trepó sobre unas piedras que sobresalían de la playa formando una especie de muelle, adentrándose un poco más en el agua.

Dándole una última mirada al colgante, lo soltó, permitiéndole caer en el mar. Deseaba fuertemente que su plan diera resultado, por lo que no se animó a apartar la vista del lugar donde la joya poco a poco se hundía, desapareciendo de la vista.

Minutos después una mano, solo un poco más chica que la suya, asomó a la superficie con el colgante en la palma... Y tras ella, una niña con ojos verdes y cabellos de fuego.

—¿Eres Selene? —Preguntó emocionado.

—Ella es mi mamá.

 

¿Fin?




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