Soltar Tu Mano

001;

001; Una Nueva Vida

«La familia es el tesoro más valioso que existe. Una vida bajo un mismo techo con dulces emociones, y recuerdos agridulces.

Un verdadero dulce hogar, es aquel en el que te afrontas al dolor y encuentras la paz y el amor.

Debemos intentar ser compasivos, compartir la misma mesa y, llegado el momento, esa es la mejor herencia que puedes dejar.

Si no tienes un legado mejor para tus hijos que tu fortuna, el dinero no te dará más que para un pañuelo que seque tus lágrimas.»

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[ TRES DÍAS ANTES ]

| L U N A |

Volver a casa.

Después de un año volvía a casa.

Podría volver a ver a mi familia.

Miro por la ventana del avión con una gran sonrisa. Estaba ansiosa por llegar a Boston después de haber estado tanto tiempo en Italia.

Observo cómo el avión se perdía entre las nubes y miraba cada una de esas esponjosas almohadas de aire con la esperanza de poder aterrizar pronto.

Entonces, saliendo de mi trance en el que estaba, por desear estar con mi familia, escuché la música de una batería a mi lado. Mis ojos se fijan en el asiento a mi izquierda y vuelvo al presente, además, veo a un chico con unos auriculares, y supongo que la música viene de su dispositivo MP3.

Oigo de fondo los avisos en diferentes idiomas, indicando el despegue del avión, pero solamente miro al chico con algo de impaciencia.

¿No me podía tocar una persona tranquila?

Él parece ensimismado en su mundo y yo rodeo los ojos.

Scussi «Perdona.» —lo llamo. El chico con rizos no me hace caso y yo le toco el hombro con delicadeza—. Le cuffie, puoi abbassarle? «Los auriculares, ¿puedes bajarlos?»

Él frunce el ceño sin entenderme.

Potresti abbassare il volume? «¿Podrías bajar el volumen?»—Le pregunto haciéndole señas.

El chico fija sus ojos marrones en mí y se quita los auriculares.

—¿Qué dice?

Me aguanto las ganas de rodar los ojos y, en vez de eso, tomo aire intentando tranquilizarme.

—¿Podría bajarle el volumen a sus auriculares? Tiene la música muy alta y lleva torturándome con ella desde hace rato.

—¿Y qué quiere que haga? Pongo 'Bella Ciao', si lo prefiere.

—¿Usted se está riendo de mí?

—No —se encoge de hombros mientras se incorpora mejor en su asiento—, sólo quiero saber qué tipo de música le gusta. Por lo que he visto sabe italiano.

No puede ser verdad.

—Lo que me gustaría es que, por favor, bajase la música.

Él asiente una vez con una cara algo extraña y vuelvo a mirar hacia la ventana pensando que todo estaba dicho.

—Ya que tiene tantas ganas de hablar conmigo —comienza a decir haciendo que vuelva mi vista hacia él—, mejor empiece usted y yo le sigo la conversación.

Unas grandes ganas de poner los ojos en blanco me invaden, pero la educación y valores que mis padres me dieron es superior a eso.

—Qué descarado —dejo escapar una risa irónica—. No quiero charlar con usted, sólo quiero que baje el volumen.

El muy descarado vuelve a asentir y su mirada va hacia otra parte. Frunzo el ceño y cuando iba a volver a mirar la ventana, es cuando él llama a una azafata.

—Disculpe, señorita —le dice a una chica rubia con ojos marrones vestida de su profesión—. A la señorita —me señala—, le molesta el ruido.

—No, perdone, es el volumen de sus auriculares lo que me molesta —le explico a la chica refiriéndome al imbécil que me han sentado al lado.

—Me los he quitado y sigue quejándose. ¿Sería tan amable de buscarle otro sitio, por favor?

¡¿Perdona?!

—¿Y por qué tengo que irme yo? —Reacciono a la defensiva—. Váyase usted.

—Lo siento —dice la chica con un hilo de voz—, pero no disponemos de ningún asiento libre. Pero no se preocupe, aterrizaremos enseguida.

Tomo aire mientras el chico le agradece y se disculpa por las molestias. Se gira para observarme se encoge de hombros poniéndose sus auriculares de nuevo.

—Al menos lo he intentado.

Niego con la cabeza mientras escucho las indicaciones de la azafata para nuestro aterrizaje. Observo al chico castaño de mi lado que parece estar en un concierto con su guitarra y le cierro su bandeja.

Él se da cuenta y me agradece mientras me mira. Yo le dedico una sonrisa irónica y vuelvo a concentrarme en la ventana.

Por fin en casa.

La azafata que nos atendió antes nos indica que ya podemos salir del avión. Agarro mi bolsa de mano y salgo lo más rápido que puedo del lugar donde he estado durante más de diecisiete horas.

Salí de Roma con una sonrisa pero sabía que iba a estar casi un día entero viajando. Supongo que es un precio que hay que pagar para reunirte con la gente que quieres.

Pienso que tengo que llamar a Lili. Estará preocupada porque lleva muchas horas sin saber de mí. Saco el teléfono de mi bolso y lo enciendo; mientras, me dirijo a la zona de recogida de equipaje.

Veo varias llamadas perdidas de la mujer a la que quiero llamar y una sonrisa sale de mis labios. Lili ha vuelto a sacar su instinto maternal.

Le marco a su número de teléfono y ella responde al instante.

—¡Ay, Luna! —Exclama en cuanto contesta a mi llamada—. ¡Me preocupaste mucho, cariño! Estuve casi un día entero sin saber de ti. Entiendo que seas joven, hermosa y estés en otro país sola, pero no puedes irte a donde quieras y no decírmelo. Ya me estaba preocupando mucho, mira que si te pasaba algo; no, no podría imaginarlo —toma un poco de aire mientras yo estoy atenta a mi maleta—. ¿Dónde estabas, niña?




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