Las cosas marchaban bien. Ya todos tenían trabajo y Mía parecía pasarla bien en la escuela. Incluso se había hecho muy amiga de un chico llamado Rafa Acereda. La primera vez que Mía fue a visitarlo a su casa, fue Ivan quien la llevo en el auto. Cuando Mía toco la puerta de la casa, una joven muchacha de ojos azules y cabello blanco con puntas negras abrió la puerta. Ivan se quedo congelado en el auto. Nunca había visto a una chica tan linda como aquella. Seguramente era hermana de Rafa, pues aunque era mayor era demasiado joven como para ser su madre.
Al regresar a casa, Ivan encendió la computadora de escritorio y abrió el chat local. De entre tantos nombres desconocidos encontró uno que lo alegro intensamente: Carolina Acereda. Tenía que ser ella y de no ser tenía que ser familiar de Rafa, quizá su mamá u otra hermana. De todas formas, se arriesgo y con los dedos temblorosos escribió <<Hola>> en un chat privado. Ese fue el comienzo de una larga cadenas de mensajes, en la que Ivan le contó a Carolina que era nuevo en la ciudad y que vivía con tres amigos, de los cuales uno asistía a la escuela. Esta información permitió a Ivan conducir la conversación hacia donde él quería, y así Carolina y él "descubrieron" que Mia y Rafa eran amigos. Entonces, Carolina le dijo que la próxima vez que Mía los visitase, él podía acompañarla. Ivan le sonrío a la pantalla. Por más extraño que sonase, sentía que estaba haciendo lo correcto.
Ese mismo fin de semana, Ivan acompaño a Mía a casa de Rafa. Para mala de Ivan, Carolina había salido a comprar pero Mía insistió en que se quedará igual. Así lo hizo y paso dos de las horas más incomodas de su vida esperando a su amada en una casa de desconocidos con su amiga. En ese momento, Ivan deseaba ser más extrovertido y carísmatico, justo como Luck. Pero simplemente no era así.
Cuando ya comenzaba a oscurecer Carolina volvió. Estaba hermosa. Por su parte, Ivan se moría de vergüenza, se sentía como un perdedor. Esperando ahí como un tonto, seguramente ahora Carolina pensaría que estaba desesperado. Sin embargo, Carolina lo saludo amistosamente como si se conociesen hace tiempo. Era aliviador y cautivador verla sonreír. A primera vista parecía intimidadora pero al momento en que sonreía, Ivan sentía que volaba entre las nubes. Esa fue la primera de muchas visitas de Ivan y Mía.