El eco de la voz del Guardia Oscuro resonó en cada rincón del Palacio de las Sombras. Lilianne lo observó con una mezcla de cautela y desafío. Sabía que este encuentro no era solo una prueba de poder; era una prueba de su voluntad y de lo que realmente estaba dispuesta a hacer para reclamar el poder que le pertenecía.
La figura encapuchada, que había emergido de las sombras como una manifestación de lo que había sido, se mantenía quieta, observándola fijamente. El aire a su alrededor parecía pesado, lleno de magia densa, que a Lilianne le resultaba extrañamente familiar.
—¿Qué es lo que quieres realmente, Guardián? —preguntó Lilianne, su tono implacable, como si estuviera analizando cada palabra que él decía.
La figura se movió lentamente, sus pasos suaves, pero resonantes, como si la propia oscuridad estuviera dando forma a su cuerpo. Al acercarse, dejó escapar una pequeña risa.
—Lo que quiero no importa. Lo que importa es si serás capaz de resistir el poder que has desatado. —dijo con una voz grave, como si las palabras mismas fueran eco de siglos de oscuridad.
Eldric observó en silencio, sabiendo que este no era un momento en el que pudieran actuar de manera imprudente. Lilianne era la clave de todo esto, pero incluso él sentía el peso del poder que la rodeaba.
—Lo que he desatado no es algo que puedas detener. —dijo Lilianne, su voz cargada de una certeza que resonó en el aire. —Este poder es mío. He sido la maga oscura más poderosa en mi vida pasada, y ahora, todo esto es solo una prueba de mi destino.
El Guardián inclinó la cabeza ligeramente, una mueca que podría haber sido interpretada como diversión.
—No es solo una prueba, Lilianne. Es una elección. —dijo en un susurro. —La oscuridad que has abrazado no es algo que se controle por voluntad propia. Es un sacrificio. Y si no sabes lo que está en juego, serás consumida por ella antes de que puedas entenderlo.
Lilianne sintió cómo su poder interno se agitaba, como una tormenta oscura que rugía dentro de su ser. Pero no retrocedió. En lugar de eso, extendió la mano y convocó las sombras a su alrededor con una rapidez impresionante. Las sombras respondieron, como si ya no fueran una extensión de su magia, sino parte de su ser mismo.
—Soy la que decide qué camino tomar. —respondió Lilianne, su voz resonando con poder. —Las sombras son mías, y no seré consumida por ellas. Las dominaré.
El Guardián observó, su expresión implacable. La oscuridad a su alrededor comenzó a moverse como si tuviera vida propia, creciendo y cambiando de forma. La figura parecía estar comprobando el alcance de la magia oscura de Lilianne.
—Ves, Lilianne, lo que no entiendes aún es que este poder no es solo tuyo. Ha estado sellado por una razón. Los Guardianes han protegido este poder porque es más peligroso de lo que puedes imaginar. El Poder Perdido no es solo una fuente de fuerza; es una maldición. —dijo con una intensidad que hizo que el aire a su alrededor se volviera aún más denso.
Lilianne, sin embargo, sintió una oleada de confianza invadiendo su ser. La oscuridad ya no era una amenaza para ella. En su mente, las sombras ya no eran solo una magia que controlaba. Eran parte de su alma, su verdadera esencia.
—Entonces, ¿qué me propones? —preguntó, su tono desafiante. —¿Detenerme? ¿Impedirme de alcanzar lo que me pertenece?
La figura levantó una mano, y de repente, una explosión de energía oscura estalló a su alrededor. Lilianne reaccionó de inmediato, rodeándose de sombras protectoras que absorvieron el impacto del ataque. Sin embargo, la energía que el Guardián había liberado era increíblemente potente y anciana, y la oscuridad misma parecía retorcerse a su alrededor, como si las sombras fueran una fuerza viva.
—No voy a detenerte, Lilianne. —dijo el Guardián, mientras las sombras a su alrededor comenzaban a tomar forma. —Solo te mostraré lo que significa realmente controlar este poder.
En un parpadeo, las sombras que Lilianne había invocado se desmoronaron ante la intensidad de la magia oscura del Guardián, dejando a Lilianne vulnerable por un breve instante. El Guardián aprovechó esa oportunidad para acercarse, y con un gesto, la oscuridad misma se apoderó de su cuerpo.
—Esto no es solo magia, Lilianne. Es un camino sin retorno. Si no estás dispuesta a pagar el precio, caerás en la oscuridad. —susurró, su voz volviendo a ser un eco lejano, mientras las sombras se disolvían alrededor de ellos.
Eldric intentó intervenir, pero algo en su interior le decía que este era un desafío que Lilianne debía enfrentar sola. No solo para detener al Guardián, sino para afirmar su lugar en el mundo de las sombras.
Con un grito de desafío, Lilianne extendió sus manos hacia el cielo, haciendo que las sombras se elevaran en un torbellino a su alrededor. La magia oscura explotó con una fuerza tan grande que el mismo palacio parecía temblar. En ese momento, Lilianne comprendió algo profundo: ya no era una maga cualquiera. Ya no era una mujer que buscaba poder por venganza. Era alguien que había nacido para dominar la oscuridad, y nada podría detenerla.
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Editado: 10.06.2025