Sombras del Paraíso

Sombras Del Paraíso

Sombras del Paraíso.

 

Ciudad del Vaticano.

Biblioteca Apostólica Romana.

A lo largo de un pasillo de la Biblioteca en penumbras con el cielo en dovela, es rodeado por una fila de pilares medievales, decorados con dibujos y figuras santorales. El piso es de azulejos a cuadros blanco y negro los cuales retumban y suenan los ecos de varios pasos que marchan al compás, a lo lejos se divisan varias personas que se acercan cada vez más. Entre el grupo se pueden distinguir tres personas escoltadas, vestidas de trajes negros muy elegantes, dos mujeres jóvenes y al medio un varón muy joven. La mujer de la izquierda es una joven muy delgada, tan alta como los custodios a su alrededor, cabello negro amarrado con un tocado con velo negro que cubre su fino rostro y de tez muy pálida. Viste un traje de dos piezas, con cuello y mangas largas con vuelos y una falda muy larga hasta los tobillos. Al otro extremo una joven oriental, de estatura baja, cabello muy liso amarrado al estilo nihongami, con un kanzashi. La joven japonesa es muy bien parecida, al pasar por un haz de luz azul, viste un hermoso y elegante traje tipo kimono. El joven al centro es de estatura mediana un poco más bajo que la guardia que los rodea, de cabello corto y con mucha presencia al caminar al compás del contingente, viste un fino traje negro con una corbata verde oscura. Los hombres que escoltan a estas personas visten sus uniformes de rayas amarillas, azules y rojos, usando una armadura medieval muy brillante que les cubre el tórax, para proteger sus cabezas usan un morrión español ornado con plumas rojas, los soldados de los extremos portan largas alabardas, un solo soldado a la cabeza del conjunto tiene su yelmo con plumaje blanco y porta una espada ropera. El grupo en su marcha toma por un pasillo a su derecha y siguen su andar. La columna baja por unas escaleras talladas en rocas, los pasamanos son de hierro oxidados, el techo de roca tallada es cóncava, iluminada por una red eléctrica básica con los cables al descubierto, que apenas ilumina los oscuros pasillos, moviendo las sombras del conjunto de personas entremedio de cuerpos y roca tallada, continúan por un angosto pasillo muy oscuro, con luces escasas y muy tenebroso. Al llegar a una cámara, el cielo es muy alto y no se ve por la oscuridad. Frente al contingente y a los tres jóvenes escoltados, miran hacia arriba frente a ellos se yergue una gran puerta de madera y contornos metálicos oscuros, muy antigua de doble hoja, la madera está tallada con figuras de santos y demonios relatando en una imagen la batalla de la caída de Lucifer.

El soldado de penacho blanco toca tres veces, esperan unos segundos y se siente el seguro metálico por dentro de la enorme puerta apocalíptica, una de las hojas de la puerta se abre por un soldado suizo, son recibidos por un sacerdote vistiendo su sotana negra, amablemente los hace pasar. Ingresan a una sala de recepción bien acomodada e iluminada, con muebles finos muy antiguos y costosos. Las tres personas de negro, el soldado de yelmo con plumas blancas y cuatro soldados portando sus alabardas esperan en medio de la recepción, los soldados flanquean por los cuatro costados a los tres escoltados, la joven oriental se fija en la cintura del soldado más cercano y ve que porta una cartuchera con su arma de fuego la cual la reconoce como una SIG Sauer P226.

De frente a la sala hay otro pasillo que conduce a varias puertas laterales, la que está más al fondo se abre y aparecen varios sacerdotes llevando puestas sus Albas que caminan por los extremos de la sala con Biblia en mano y finalmente se para frente a los tres jóvenes un sacerdote mayor de edad con gafas y muy pocos cabellos canosos, vestido con su sotana negra y lleva sobre sus hombros una estola violeta. Se acerca un poco más dándole la bienvenida.

-Sono benedetti con la grazia del Signore, i miei figli. (Sean bienaventurados ante la gracia del señor, hijos míos.) 

La joven alta contesta amablemente de voz muy dulce, en italiano con acento castellanizado.

-Sua Eccellenza il Sig. Annorth siamo soddisfatti dalla sua ricezione. (Su Excelentísimo Señor Annorth nos sentimos complacidos por su recepción.) 

La joven toma una pausa y continua.

-Sono Alexandra Llaner e sono Kasumi Izuhiro e Ian Andruseaux, siamo stati inviati dalla Corporation Raw Technology. (Soy Alexandra  Llaner y ellos son Kasumi Hizuiro he Ian Andruseaux, fuimos enviados por la Corporación RT)

Le extiende la mano a la mujer que le contesta, Alexandra con una reverencia le besa la mano, al joven que está al medio de sus dos compañeras se lo salta y le extiende la mano a la acompañante oriental, Kasumi hace un ojigi, una reverencia de 45 grados mirando el piso con el máximo de respeto, le toma la mano y se la besó, diciendo:

-Sore wa watashi ni totte kōeidesu- (Es un honor para mí)

El sacerdote no entiende mirando a la joven japonesa y de inmediato Alexandra contesta en italiano que su acompañante está muy  honrada, el cura las mira y continúa.

-Da queste parti, se fossero così gentili. (Por aquí, si fuesen tan amable.)

El sacerdote no puede evitar sentir repulsión por Ian, aquel visitante acompañado por esas dos bellas jovencitas. Les enseña la puerta abierta del pasillo sombrío con su otra mano extendida, los cuatro ingresan escoltados por el soldado de yelmo blanco y por solo dos de yelmo rojo. Pasan por un pasillo oscuro, frío y tenebroso, al llegar a la última puerta de al fondo del pasillo, el sacerdote la abre y de inmediato se siente un leve olor a azufre y un aire frío, como si estuviesen a punto de entrar a un frigorífico con huevos podridos.  Al ingresar a la habitación los tres soldados se quedan haciendo guardia en la puerta, los tres invitados con el sacerdote ven una cama donde hay una niña que no tiene más de doce años, recostada y amarrada de sus muñecas y tobillos, rodeada de sacerdotes con sus Albas, Biblia en mano y arrojando por sus bocas al exhalar y rezar mucho vapor. El padre Annorth se nota que está un tanto cansado y un poco sobrepasado.



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En el texto hay: misterio, intriga suspenso y traicion, vaticano

Editado: 22.08.2019

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