Soñadora de imposibles

LA DICHOSA COLUMNA 

Si buscas a esa persona que cambiará tu vida… échale una mirada al espejo. 
Anónimo 


Suspiro pero esta vez con placidez en cada rincón mis pulmones, respiro un aire denso de tranquilidad y apaciguado que vibra en el ambiente.  Estoy otra vez con él, me invitó otra dosis de besos sabor chocolate. A veces –entre miradas- me pregunto sí fue él quien me cambio la vida, pero la secuencia en cadena que desarrollé este año me dicen que él no es del todo culpable. 


La culpable soy yo, la que diseñó esa lista fueron mis impulsos reprimidos, mis ganas de usar la vida que tengo (y que de la manera que haya sido) estoy aquí, ocupando un lugar en el universo. No tengo más que agradecer a mi dosis perfecta de locura, desastre e ingenuidad. A todos los labios que probé, los cuales me demostraron que no soy invisible y agregaron a mi vocabulario esa palabra que se llama atreverse.    
Ahora soy un atisbo de posibilidades violentamente necias que no dejan de girar en mi entorno, regalo sonrisas, dedico aplausos, me atrevo a vivir y dejar de quejarme. Soy otra vez yo, la que siempre estuvo guardada en una cajita de olvido.  


Mi conjunto de demonios, monstruos y escalofríos vienen a visitarme de vez en cuando, ya no tan seguido porque ha quedado claro que podemos vivir perfectamente bien el uno sin el otro. Y no los alimento, porque por eso vuelven más seguido y cuando estoy de un humor tan reconfortante los corro sin piedad porque ellos no entienden de alegrías ni estabilidades.  


A quienes visito frecuentemente son a mis padres. No dejo de recordarles lo mucho que los amo, dejo que mi padre me siga obsequiando bolígrafos y que mi madre me siga embriagando con café. Mi papá cada vez se tiene que preocupar menos por darme ánimos, me dedica una sonrisa y con eso basta y sobra. 


Es víspera de año nuevo. Tengo dulces entre las manos que saboreo junto a mi gato.  El clima es helado y el ponche que preparé está a punto de ser sorbido como medicina anti congelamiento, mi imaginación tibia otra vez se empieza a escapar. 


Veo personas con miradas encendidas y abrazos fugaces de felicidad entre ellas, por el nuevo año que se avecina. No soy quien para juzgar si son sinceros o se mantienen bajo una careta diseñada para el uso de correctas apariencias. La ciudad brilla, las casas ruidosas se preparan para recibir el nuevo año y dejar libre el que está a punto de irse. 


Estoy decidida de abrazar con cariño el inicio de este nuevo espacio en blanco. No sé qué batallas tenga que luchar contra este nuevo tramo de tiempo, no tengo idea de qué sombras me van a querer apagar; solo sé que ya avanza sigilosamente y que no pienso quedarme quieta sin buscar ni aprovechar estas nuevas 365 oportunidades que la vida me brinda para recorrer un año más y que desde luego ya estoy diseñando mi siguiente lista de imposibilidades. 


Aún tengo frente a mí la lista de deseos que escribí hace un año, medio rota por todos los arranques de euforia que sufrió a causa de mis bestialidades. La leo con aires de grandeza y de manera triunfante porque todas llevan una palomita que indica que fueron cumplidos, a excepción de un beso que ya no se llevo a cabo y el deseo número siete que lo cambie por uno más excitante. 


La guardo entre las hojas de la revista del mes. La abro en cualquier parte, ahí está, mi mejor columna del año, de mi autoría. Le rogué a Aurora para cambiar el sentido de lo que me pidió que escribiera. Nunca leo mis columnas, pero esta vez quiero leerme, quiero saber qué mensaje estoy dando a mis lectores. 


Finjo que soy uno de ellos, que alguien más escribió el texto y que soy una chica que compró la revista por casualidad. Imagino que tengo un novio que me engaña y que mis padres desean que estudie derecho cuando mi pasión es la arquitectura…-algo que nunca voy a borrar de mi escancia es mi dramatismo natural- me sumerjo en la historia que me acabo de inventar y comienzo a leer: 


La gente tiene deseos superficiales. Deseos que vienen y van, que igual pueden cumplir Fulanita que Perenganito y no existe una diferencia tal cual. Todos se ponen a dieta. La mayoría este año quiere cambiar su auto o conseguir el primero. Mejores calificaciones. Titulase. Cambiar de trabajo…la lista es interminable... Una lista tan grande que termina en dos o tres deseos cumplidos al pie de la letra. Y no 
le quitan el sueño a nadie. Los demás mueren o se quedan perdidos en algún rincón del mundo.

 
Es mecánico, lo mismo año tras año. Perece que se repite la misma cinta solo con algunas alteraciones. Lo más típico y usual que se puede hacer. No preocuparse por tener el pequeñísimo detalle de vivir. Así es, leyó usted bien. Vivir. 


Si cree que respirar y tener la fortuna de habitar en el planeta tierra es vivir, está usted muy equivocado. No busque la palabra en el diccionario, ni le pregunte la definición a su vecina o vecino. Haga el esfuerzo de dar con su propio significado.  



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En el texto hay: fantasia, poesia, amor

Editado: 15.08.2019

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