Sonríe: Una Vez más

Una Vez Más

Después de la charla con Katia en la que Vero la había acompañado, Angie se sentía más tranquila, agradecía a su amiga que la hubiera acompañado a desenmascarar a esa arpía. En los siguientes días, se metió de lleno a preparar una sorpresa para Tomás. Ya que él hizo todo por recuperarla y no le agradeció como correspondía, ahora le tocaba a ella dar el siguiente paso.

Cuando Vero ofreció su ayuda, Angie no dudó para pedirle que le prestara su departamento por un día completo, Vero accedió sin problemas. En esos momentos se encontraba afinando los últimos detalles antes de que llegara Tom. Angélica lucía un vestido corte halter circular color amarillo dejando su espalda al descubierto, el cabello lo llevaba sujeto en una coleta. Terminaba de retocarse el cabello cuando sonó el timbre haciendo que revolotearan mariposas en su estómago.

―¿Estás lista? ―cuestionó Vero.

―Sí ―contestó saliendo de la recámara.

―Vaya, creo que alguien sufrirá un infarto al verte. Me voy. ―se despidió―. Cuídate ―agregó con un guiño―. ¡Hola, Tomatito! ―se mofó al abrir la puerta. Tomás soltó una risita.

―¡Verónica! ―reprendió Angie divertida. Al salir Vero, Tomás entró al departamento, camino lentamente hasta donde se encontraba Angie.

―Hola ―saludó él.

―Hola ―contestó ella.

―Te extrañé ―dijo contra sus labios.

―Yo también ―concedió. Entrelazando sus manos en la nuca de Tomás. Él la besó con ferocidad para demostrarle cuanto la había añorado.

―No te creo, si me hubieras extrañado, me habrías buscado. ―bromeó Tomás. Otro beso.

―Tenía que hacerlo sola ―otro beso.

―Lo sé ―otro beso―. Te ves hermosa, pero tengo una queja.

―¿Cuál? ―otro beso.

―Te prefiero descalza ―explicó mientras se ponía de rodillas, primero masajeo la pantorrilla derecha hasta llegar al tobillo y retirar la zapatilla[i], después hizo lo mismo con la pierna izquierda.

―¿Tienes idea de cuánto tiempo me costó decidir que zapatos ponerme? ―recriminó Angie en broma, mientras internamente se derretía.

―Me imagino ―agregó. Tomás se puso de pie para darle un beso en la nariz―. Pero te prefiero descalza.

―Creí que eran sexis ―otro beso en la boca.

―Lo son, definitivamente, lo son, pero eres más sexi sin ellos. ―otro beso.

―Así no te alcanzo. ―protestó. Angie se paró de puntitas sobre los pies de Tomás para alcanzar sus labios.

―No hay nada más hermoso en este mundo que verte de puntitas sobre mis pies.

―Te amo. ―murmuró antes de besarla.

Tomás soltó la coleta de Angie, la acercó a él, para que pudiera sentirlo. Angie tomó la cinturilla de la playera de él para quitársela. Acarició el torso de Tomás deteniéndose en esos pectorales que la volvían loca, con su lengua acarició el cuello de él.

―Angie, vas muy rápido. ―protestó. No podría decir a ciencia cierta, si era por las caricias de Angie, o por tenerla de nuevo en sus brazos, pero de seguir así no llegarían muy lejos.

―¿Eso es un problema? ―indagó coqueta. Tomás la atrajo nuevamente hacía él para besarla. Se deleitó con su cuello y sus hombros, soltó el vestido, logrando que hiciera un charco a los pies de Angie y dejándola completamente desnuda.

Angie desabrochó su pantalón, e introdujo su mano dentro del calzoncillo de Tom, lo acarició suavemente logrando que creciera poco a poco.

―Angie, por Dios ―protestó, pero ella no se detuvo.

―¿Te gusta? ―cuestionó pícara.

―Me encanta, pero tienes que parar. Quiero que acabemos juntos ―jadeó.

―Algo tendrás que hacer al respecto. ―incitó. Tomás la cargó, Angie lo abrazó con sus piernas, la recargó contra la pared, él introdujo un dedo en su ser, al percatarse de que estaba tan ansiosa como él, la penetró.

―¡Oh! ―gimió ella tras la primera embestida.

―¡Te amo! ―gritó Tomás, al mismo tiempo que marcaba el ritmo de las embestidas. ―Eres tan hermosa que me duele verte.

―¡Tom, te amo! ―dijo antes de besarlo y seguir el compás de sus embestidas. Así estuvieron mientras se acercaban al borde del clímax, mientras más cerca se sentía del orgasmo, Tomás imprimía más pasión en cada embestida, hasta que ambos llegaron juntos al éxtasis.

****

Después del primer asalto los dos se encontraban retozando en la cama, Tomás se encontraba recargado contra la cabecera, Angie recargó su cabeza contra el pecho de él.

―¡Luces maravillosa! ―dijo él, mientras le retiraba el cabello de la frente.

―¡Necesitas lentes! ―bromeó Angie.

―Si son para verte mejor, los compro enseguida ―aseguró. Le dio un beso en la frente.

―¿Ahora eres el lobo feroz? ―cuestionó divertida.

―Contigo puedo ser el mismo demonio, si la finalidad es que tú seas feliz. ―dijo, le dio un profundo beso en la boca.




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