“Me encontraba en un parque lleno de rosas blancas, sus flores favoritas, y un hermoso lago con aguas cristalinas. A lo lejos la veo acercarse caminando lentamente hacía mí, como si el tiempo fuera nuestro y pudiéramos manejarlo como quisiéramos, a nuestro antojó, traía puesto un hermoso vestido largo de seda blanco que parecía asemejarla a una diosa.
Cuando llego hasta mí me abrazo y me susurró al oído:
–Te am… –“
¡¡BEEP!! – ¡¡BEEP!! – ¡¡BEEP!!
— ¡Maldito despertador!— murmuro mientras me levanto de la cama para apagar la cosa del demonio que arruina mis planes de seguir durmiendo todo el día, pero claro, como vuelve a ser lunes, la estúpida rutina está de vuelta ¡Viva! ¡Y por si no lo notaron era sarcasmo!
Me dirigí hacía el baño para ducharme y pensar en mi sueño. La verdad es que ese sueño era demasiado bueno para ser verdad. Siena jamás se fijaría en mí de todas formas, la chica más popular y capitana de las porristas, y su novio, el capitán del equipo de fútbol americano; yo no estoy en su radar de “Chicos lindos”, soy un chico sin importancia para la estúpida jerarquía de ese lugar; si bien tengo amigos a los que quiero, prefiero las novelas de misterio, policiales y los poemas. Mientras pensaba esto, terminaba de bañarme para luego secarme, atar una toalla a mi cintura, y empezar a lavarme los dientes, salí del baño para dirigirme hacía mi cuarto.
Me visto con unos Jeans negros rotos, una remera de Nirvana color gris, una sudadera abierta azul oscuro con capucha y mis Vans, me miro al espejo, no soy feo pero tampoco soy un modelo, soy algo menudo pero con músculos, cabello chocolate y ojos color castaño oscuro. Tome mi morral y caminé hacía la cocina, donde me encontré con mi mamá, casi nunca la encontraba por las mañanas, así que fue una sorpresa grata, me gusta hablar con ella, es una de esas pocas madres que les gusta más ser amigas de sus hijos que madres, en realidad era divertido pasar el tiempo con ella, además debía aprovecharla después, de todo solo éramos nosotros dos. Busco un tazón para el cereal y lo sirvo con leche, saco una cuchara del cajón, luego de dejar el tazón y la cuchara en la mesa y dejo mi morral a un lado, miro el reloj de la pared y al darme cuenta de que ya es tarde, desayuno rápidamente.
—Más despacio, cariño, no querrás atragantarte— me dice minutos antes de que, efectivamente, me atragante con el cereal —Te lo dije— me dice riéndose de mí, creo que esa es su frase favorita, incluso se lo dice a tía Abigail, que si bien no es mi tía, mamá dice que son mejores amigas desde secundaria, ella es la madre casada, responsable, ordenada y amable; mientras que mamá es alocada, divertida, despistada y sobre todo desordenada.
Cuando termino de desayunar, corro escaleras arriba para lavarme los dientes, cuando termino bajo las escaleras y escucho a mamá gritar:
— ¡Vas a caerte! — dice segundos antes de que tropiece con mis propios pies y caiga desde casi la mitad de la escalera, la escucho reír y cuando levanto la vista está grabándome con su celular, la miro mal antes de levantarme y correr hacía la puerta para luego darme cuenta de que me faltaba el morral con los libros; mamá seguía grabando mientras se desternillaba de risa a mí costa —Ni siquiera sé cómo es que sigues vivo, Jano — dijo sin dejar de reírse.
Este día no podía empeorar más.
***
Al llegar allí estaba ella, la hermosa Siena Birdwhistle, vestida con su uniforme de porrista y su cabello rubio suelto de forma natural por su espalda, la veo sonreír… A su novio, Elián MacQuoid, el estúpido capitán del equipo de fútbol americano. Maldición, como quisiera ser la persona que provocara sus sonrisas.
—Debes cerrar la boca, se te cae la baba por ella, amigo — dice mi mejor amigo, Brace Dagger, riéndose de mí, ya que me dio el susto de mi vida al aparecerse por mi espalda.
—Sabes que tienes que dejar de asustarme así, algún día terminarás por matarme, Brace— digo mirándolo mal, mientras el sigue riendo.
—De todos modos en algún momento se lo dirás ¿no?— lleva haciéndome esa pregunta desde que supo que ella me gustaba y como siempre, negué volteándome para abrir mi casillero y meter los libros que no necesito en los dos primeros periodos.
—No lo sé, ni ella ni nadie más; yo ni siquiera pensaría en decirle cuanto me encanta— digo de espaldas a donde se encontraba Siena.
—Siempre te lo digo, vas a terminar arrepentido si no se lo dices— me dice negando con la cabeza —Pero sé que por más que te dé buenos argumentos nunca lo aceptarás. — sé que tiene razón y también que voy a arrepentirme pero no lo hare o por lo menos no por ahora.
Recuerdo a Siena como una chica amable, dulce, amigable y divertida, la chica de la que me enamoré hace tiempo, esa chica a la que no le molestaba vestirse de cualquier manera mientras estuviera cómoda, esa que se reía de todo y lo alocada que era e incluso después de que fuera elegida para ser la capitana de las Bixies seguía gustándome, y poco después sentimientos por ella empezaron a nacer, después de todo su sonrisa era lo que más me gustaba de ella.