Has estado ignorando todas mis llamadas, Rosalie.
Charlie solo me llamaba así cuando estaba enfadado, lo entendía y esperaba que de la misma forma él me entendiera a mí. Tenía motivos.
—He estado muy ocupada.
Asintió con la cabeza, sabía que eso no calmaría su enfado.
—También estabas ocupada la semana pasada, cuando te llamé y colgaste de golpe diciéndome eso, o hace tres días, cuando hiciste lo mismo.
Debía entenderlo, cuando hice eso Seven estaba en su cama, lo había dejado durmiendo pero de la nada había comenzado a gritar. Había preferencias, él necesitaba de mí y Charlie en ese momento no. Hice lo que habría hecho cualquier persona, no podía enfadarse por eso. No me había despegado de Seven desde el día en que lo había encontrado en aquel callejón, cumplía la petición de Alexandre y cuidaba de Seven, porque sabía que en cualquier momento le perdería y cuando diera los primeros pasos en el sentido contrario nada ni nadie podría traerle de vuelta. Seven conducía sin cinturón de seguridad, sin importarle atravesar el parabrisas cuando chocara.
—Oye, sé que no te he estado prestando atención, pero Seven me necesitaba. No está pasando por un buen momento, no está bien —intenté explicarme, aunque por su cara, no sirvió de mucho. Su comportamiento me parecía demasiado infantil.
—¿Y qué hay de mí? ¿Acaso yo no te necesito? Empiezo a cansarme de tus juegos.
Charlie me quería junto a él, pero su necesidad no era como la de Seven, eran mundos completamente opuestos, Charlie lo había tenido fácil toda su vida, Seven no. Yo podía entenderle, ser la persona que le jodió significaba saber las razones por las que estaba jodido. La palabra "Juego" me había llevado a recuerdos que él sabía guardaba en una caja bajo llave y en un rincón. ¿Lo había hecho apropósito?
—No te entiendo, se supone que me apoyas en esto. ¿Cuáles son mis juegos?
Aunque estuviéramos discutiendo le di la opción de la duda, no hice caso a esa vocecita en mi mente que me decía y recordaba de qué juegos hablaba.
—He aguantado de todo por ti, tus subidas y bajadas, incluso te aguanté defectuosa, cuando estabas hecha una mierda porque fuiste una hija de perra en el instituto. No me rendí cuando me rechazaste y acepté que te negaras a casarte conmigo hasta seguir tu estúpida cadena de disculpas. Dejé que te fueras a vivir a casa de otro tío y me dejaras solo, ¿ahora vas a ignorarme también? ¿Aún sigues siendo mi prometida? Porque parece que te has vuelto loca desde que llegó la tía esa a pedirte disculpas.
Lo hacía apropósito, media todas las palabras, "Loca", "juegos", "estúpida cadena de disculpas". ¿Intentaba qué discutiremos? Porque parecía exactamente lo que estábamos haciendo. Suspiré para tranquilizarme, no me gustaban las discusiones y no prentedía que esto se agrandara, Charlie tenía muy claro lo que quería decir, pero estaba segura de que solo lo decía para…
No sabía para qué lo decía.
—El anillo sigue en mi mano, no juego a nada. Sabes porqué hago todo esto. Mejor que nadie deberías entenderlo. Es para estar bien, pasar página y empezar un nuevo capítulo de mi vida.
—Siempre hablas de ti, "Es para estar bien", egocéntrica, ¿alguna vez te has parado a pensar en el bien de los demás? Tu padre estaría muy decepcionado de ti.
Aquello fue directo al lugar al que quería lanzarlo, como una daga directa a mi pecho. Mi padre era un tema del que nunca hablábamos, no lo veía desde que me independicé, solo de forma ocasionales cuando no había forma de evitarle. Me habría esperado esto de cualquiera menos de Charlie.
—No estás pensando bien en lo que dices. Compréndelo, Alexandre a muerto y era alguien importante para Seven.
—No me importa, no le conocías. ¿Por qué te enredas tanto?
No comprendía como Charlie, siempre tan empático y compasivo, podía hablar así de un buen hombre que murió cuando no debía. No quería seguir la pelea, así que le respondí algo que no le molestara oír.
—Porque me lo pidió ese difunto que dices que no conocía.
—No lo haces solo por eso, y lo sabes.
Los años le habían hecho conocerme demasiado bien. Ahora eso, en cierto forma, se volvía en mi contra. No quise seguir diciendo medias verdades, si no quería escucharlo tendría que aguantarse.
—Claro que no lo hago solo por eso, me habría quedado aunque no me lo hubiera pedido. Porque Seven me importa aunque él me odie a ratos, es un ser que sufre y ahora mismo se ve más solo que nunca. —Volví a explicar. Era exactamente lo que veía en Seven. Sus ojos solo reflejaban vacío y tristeza, como si al morir Alexandre una parte de él también lo hubiera hecho. Rezaba porque no estuviera muerta, si no perdida. Tan roto que me permitía acercarme a él.
—Yo también estoy solo, tú me has abandonado.
—Yo no estoy muerta —respondí, estaba segura de que debía tener las orejas ligeramente rojas, era lo que siempre me ocurría cuando me enfadaba.
—A veces parece que lo estás.
—¿Cómo te atreves a decir algo así? —dije levantándome de la mesa, dispuesta a irme completamente indignada y enfadada. No tenía derecho a decir algo semejante, yo seguía respirando, Alexandre no. Había estado ocupada, pero no tenía derecho a decir algo así. Hablaríamos cuando no se comportara como un idiota. Su voz me detuvo mientras recogía mi bolso.
—Me gustaría que me devolvieras el anillo de pedida, has cambiado, no te reconozco como la chica de la que me enamoré.
Entonces todo cuadró, me había dicho eso para intentar hacerme ver a mí como la mala, buscaba un motivo para romper conmigo. Era el colmo.
—Eres un cobarde, has soltado todo este discurso para hacerme creer que soy la mala, lo único que quieres es romper conmigo, ¿verdad? Pues dímelo a la cara.
—Entiéndelo, llevo años detrás de ti, siguiéndote y apoyándote, ¿y qué recibo a cambio? Que te largues, que no quieras casarte conmigo y encima tengo que soportarte. Ni siquiera vivimos juntos.