Miré el boleto de avión unos instantes. Estaba nerviosa, nunca había salido de Estados Unidos y ahora lo haría, por primera vez, tan sola como libre, mi corazón brincó de alegría, aquello significaba tanto, pero ni siquiera entendía en qué momento había acabado así, sabía en qué momento me había vuelto libre, pero no cuando comprar un boleto para subir a un avión se había vuelto algo necesario.
Había llegado mucho más temprano de lo habitual, pero los nervios me habían podido y ahora estaba en el aeropuerto esperando un vuelo que no saldría hasta dentro de dos horas. Ya había acabado con lo único que me mantenía presa allí y quedarme habría significado decirme a mí misma que aún tenía cosas que hacer en Estados Unidos, que aún quedaba algo que me retenía, pero ya no quedaba nada. Ya había tenido mi final definitivo con Seven. Era el momento de vivir mi vida por primera vez en mucho tiempo, nunca había estado tan sola ni había estado tan feliz.
Podría decir que la historia había acabado, pero sería mentir, porque esta solo es una parte. No sabía quién era, mi padre ya no reconocía en mí a la hija que crió, Seven ya no creía que fuera la adolescente que casi acabó con él y Charlie, mi ex prometido, había dejado de ver en mí a la mujer que amaba y con la que estaba dispuesto a enlazarse en matrimonio.
Así que, ¿quién se suponía que era? No lo sabía, pero me gustaba ser así. Aún tenía problemas que resolver y tenía miedo de muchas cosas, pero sabía con total seguridad que nada podría robarme esa sensación de poder respirar, porque por primera vez en mi vida lo estaba haciendo. Mi móvil comenzó a vibrar entre mis manos, era una llamada. La cogí de inmediato.
—Hallo, ik ben Ewoud, een van je nieuwe kamergenoten, we vroegen ons af hoe laat hij hier zou zijn, je neemt de vlucht vandaag, of niet?
—Oh… Em… Lo siento, no sé hablar holandés, ¿inglés? ¿sabes inglés?
Casi quería echarme a reír, no entendía nada de lo que me decía, perfectamente podría estar metiéndose conmigo y no lo entendería.
—Engels? Even zeg ik Sof dat hij verder moet.
Se hizo el silencio y después la voz del auricular cambió de tono e idioma.
—¿Hola? ¿Blue? Soy Sofía, perdona el lío, Ewoud no controla nada bien el inglés así que nunca lo usa, olvidó que tu eres de Estados Unidos.
—Tranquila, no importa, ¿qué quería?
—Nos preguntamos cuándo llegarás.
Miré el reloj, eran casi diez horas de vuelo y había una diferencia horaria de muerte.
—Creo que llegaré sobre las tres o cuatro de la madrugada.
Eso me recordaba otra cosa, allí debía de ser plena noche, ¿qué hacían despiertos?
—Bien, te esperaremos despiertos, espero que no te hayamos pillado muy temprano, aquí son las cinco de la madrugada, hemos trasnochado para no molestarte.
—No era necesario…
—¡Claro que lo era, Ewoud y yo nos morimos por conocerte en persona! ¿Verdad, Ewoud?
—De gek heeft gelijk! —gritó el holandés a través de la línea.
—Ewoud está de acuerdo conmigo, bueno, te dejamos de dar la lata ya, llamanos cuando llegues, ¿vale?
—Cuenta con ello.
Colgó, una sonrisa estúpida se coló entre mis labios, aquellas serían las primeras personas en formar parte de mi nueva vida.
Una vida que me pertenecía y de la que yo tenía poder.
Aquel era sin duda alguna el final definitivo de mi historia con el chico de los ojos del color de las latas de SevenUp.