Aquello Que Reprime.
Como podría alguien reiniciar su vida y volver a empezar como si nada. Como podría yo,volver a confiar en aquella palabra que ya no significaba nada para mi. "Familia", simplemente me da nauseas pronunciarla.
Pero el Sr. Clain, por alguna razón parecía entusiasmado cuando me dió la noticia. Mi abuela materna, al parecer estaba viva en alguna parte de Georgia.
Recuerdo en mi escuela, festejar el dia de los abuelos, todos los años y cada viernes anterior al Labor day. Todos en mi clase leían poemas escritos a mano por ellos. Mi hoja siempre estaba en blanco.
Yo era buena escribiendo, pero al parecer eso no bastaba. Es dificil cuando no tienes abuelos en los cuales inspirarte. Recuerdo llegar a casa con mi hoja en blanco y mirar a mamá. Ella me decía que la abuela desde arriba sabía que habia hecho lo mejor que pude. Puras mierdas. Empiezo a creer que nunca solto una sola verdad de su boca. Ahora tenía una abuela, una viva y aún así no salia de mí una sola frase que me convenciera de que fuera familia.
__ ¿No estás contenta? Te encontre un hogar.
El uniformado Sr. Clain me observó, esperando una respuesta. No se la dí.
En cambio solo caminé a mi cuarto y cerre la puerta detrás de mi. Estaba cansada. Y decidí que era mejor mirar el techo hasta quedarme dormida que ver mi mundo otra vez desmoronarse.
Comence a sentir mis parpados pesados, luego de dos horas mirando las manchas de humedad en el techo tratando de buscarle forma. Supe que estaba dormida en cuanto vi el papel tapiz y las manchas de sangre en el. Sueguí el rastro por todo el pasillo hasta cruzar el living, directo al cuarto de baño. Mamá estaba herida.
__ Mamá, estas sangrando.
__ Vete sophia. Dejame sola.
__ Mamá..
Ella se arrodillo frente a mi y me tomo de los hombros, su brazo sangraba al igual que la esquina de su boca y el final de su ceja despeinada.
__ Escuchame sophia! Quiero que vayas a tu abitacion y te encierres en el closet hasta que yo te diga. ¿De acuerdo?
__ Pero mamá, ¡allí hay monstruos!
__ No sophia. Afuera los hay.
Volvio a repetirme si habia entendido su mandato y asentí con temor.
Caminé rápido hasta mi abitación con la luz apagada y cerre mi armario. Él vendría por mi.
Él viene por mi. Él viene por mi. Él viene por mi. Él viene por mi. Él viene por mi. Él viene por mi.
Cerré mis ojos con fuerza. Los ruidos del exterior eran sofocantes. Podía escuchar a mi madre gritar y decir.
"Para. ¡Por favor para!" una, y otra y otra vez.
Cubrí con fuerza mis oídos, no quería escucharlo.
Él viene por mi. Él viene por mi. Él viene por mi.
Ya no Podía soportarlo.
Las puertas del armario tenían cerrojo por dentro el cual estaba trancado y aún así eso no importó en absoluto cuando de un tirón él las abrió.
Cerré con más fuerza mis ojos, pero eso no lo detendría, eso no lo alejaría de mi. Me tomó del pelo tan fuerte, que deseé cortarlo. Y me sacó de allí con la misma fuerza con la que apretaba los dientes al arrastrar las palabras.
__ ¿Creíste que te escaparías de mi?
__ ¡Por favor déjala !
Sollozaba mamá.
__ Cállate. ¡Ramera asquerosa!
Quería desaparecer. Quería pensar que solo era una pesadilla.
__ Por favor ! Otra vez no ... -Dije sin todavía abrir los ojos.-
Sabía a donde estábamos yendo, y sabía lo que pasaría allí.
__ Papá, no lo hagas !
Caminé por un pasillo sigilosa.
Mamá estaba sentada detrás de una puerta entreabierta, su cara hinchada comenzaba a tomar un color violeta negruzco.
Y empecé a comprender todo.
Me acerque a la puerta, podía ver una pequeña luz . No lo pensé y abrí la puerta con fuerza. Ya era tiempo de saberlo.
Cerre mis ojos con la misma fuerza con la que había entrado, un ensordecedor grito llenó mis oídos. Era yo. Aquella luz tenue y casi muerta.
Y el monstruo que torturaba mi cuerpo y quebraba mi alma, era papá.
Nuevamente en el pasillo, descalza. El piso se sentía frío al contacto con mis pies. Caminé recto, otro rastro.
Estaba sentada en las escaleras que llevaban a mi cuarto. Con la mirada perdida mientras la sangre corría por mis piernas y los escalones de pino. Me encontraba viendo la nada, sin brillo en los ojos, sin brillo en el alma.
Lo recordaba. Este había sido aquel día.
Caminé hasta mi habitación Arrastrando los pies, manchando todo. Qué le haría una mancha más al perro.
Tomé las tijeras del colegio que reposaban en el cajón de la cómoda. Ya no las necesitaría, no volvería a ir.
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Editado: 30.06.2021