Sophia // Sus ojos vieron más de lo que deberían.

CAPÍTULO XXI

Culpable.

 

Me encontraba en aquella habitación otra vez. No había pasado mucho tiempo, desde que la suela de mis  tenis habían tocado aquel suelo gris, algo pegajoso.

Sesenta y siete baldosas conformaban el espacio reducido en el que me encontraba. Me había encargado de contar cada una, como una forma de mantener mis pensamientos ocupados en otra cosa y ya no me parecía interesante contar las moscas muertas pegadas al techo. 

Aquello era admirable. Hasta había comenzado a pensar que quizá no eran simples moscas, sinó que se trataba de pequeños insectos roboticos, con el fin de burlar la seguridad de alguna forma, y el techo era un enorme imán que lo impedía.

O talvéz solo comenzaba a sentirme paranóica en esta habitación tan gris, que te daba la imprecion de estar encerrada en una enorme caja fuerte.

Sonreí. Quien fuera que había diseñado la habitación, sabía exactamente lo que hacía.

Un hinchado Joe en uniforme, entró por la puerta la cual se comenzaba a cerrar, impulsada por la misma fuerza que la abrió en un principio, haciendo un ruido horrible a su paso. Mientras tanto el viejo Joseph se sentó frente a mi y respiró hondo. Yo solo lo observaba. 

__ Anderson. - Dijo y asintió, en un extraño saludo algo medido.- 

La puerta ocluyendo determinó el fin de mi huida.

Una -para nada disimulada- camara apuntaba justo a mi cara y comencé a sentirme nerviosa.

__ ¿Que pasará conmigo? 

Solo quería saberlo. Tenía un leve conocimiento de la justicia en mi país y sabía que no se veía bueno para mi en absoluto.

__ Solo charlaremos de algunas cosas. 

__ ¿Iré a prisión, verdad? ¿Me condenarán a muerte?

__ No te preocupes por eso. Si quieres para más comodidad puedo llamar al oficial Clain para que haga las preguntas.

__ No. -Contesté con rapidez.- no quiero que esté aquí. 

El oficial a cargo me vio fijo sin expreción. No quería ver su cara cuando lo dijera todo, no quería perderlo a él también.

__ De a cuerdo. ¿Quieres empezar ya? 

Entonces di mi consentimiento y comenzó el interrogatorio.

 

__ ¿Recuerdas cómo pasó todo?

__ ¿Se refiere a cómo comenzó?  ¿O como terminó?

__ Que tal si comenzamos por el principio. -Dijo.-

 

Comencé a contarle todo lo qué pasó. Siempre mirando la cámara y diciendo las cosas en voz alta. 

De principio a fin y dando tantos detalles como me pidiera. Cada imagen volvía a mi mente, con cada palabra que salía de mi boca. Y cada respiro comenzaba a dolerme. 

Era la primera vez que decía todo aquello que una vez callé, la primera vez que alguien más sabía todo lo que nunca nadie pudo ver antes. Y los nervios que sentía, no se asemejaban a el dolor que me causaba sacar todo fuera, ni la vergüenza que quemaba en mi piel como aceite hirviendo. 

Todo comenzó a sentirse mal cuando su tema a discutir tomó otro rumbo. 

 

__ Hace un tiempo estuviste aquí en este lugar y conversamos sobre lo qué pasó en casa de tus tíos. ¿Recuerdas? 

Asentí. 

__ Debes decirlo en voz alta. 

__ Lo recuerdo.  -Afirmé.-

__ Pero si el ‘asesino del ojo‘ no existe, ¿También asesinaste a tus tíos?  ¿Por qué lo hiciste?

__ Yo... 

__ Si no recuerdo mal, fuiste tu que dijo que tu tío Mike insistía en que habías hecho algo. 

__ Yo... 

No sabia que decir. No tenía qué. No lo recordaba. No sabia que había pasado. 

__ ¿Asesinaste a tu primo porque te molestaba?  Y a tu tía porque te acusaba con tu tío Mike quién te trataba mal. 

__ Eso no fue una pregunta.  - Dije.- 

__ No. No lo fue. 

__ Yo no lo se. - Mi respiración comenzó a acelerarse y mi pecho comenzó a cerrarse.-  Yo no lo recuerdo. 

Las lágrimas comenzaron a aflorar de mis ojos muriendo en las baldosas grises que pisaban mis pies. 

__ Hay tres horas de diferencia entre tu relato, cuando tocaste el botón de pánico y cuando sonó verdaderamente. Tres horas en donde podrías haberlo hecho si eso querías.

__ Nunca haría algo así. -Dije entre sollozos.-

__ Pero lo hiciste. Lo confesaste. 

__ Mi padre era un monstruo.

__ ¿Y tu tío no lo era ? 

__ No quiero hablar más. 

__ El interrogatorio termina cuando yo lo dicto. -Dijo serio el gordo policía.-

__ Yo me levanté y cuando baje las escaleras ellos estaban... 

Pero antes de terminar de decir nada, mi vista se volvió oscura y mi respiración comenzo a calmarse. Mis manos que jugueteaban inquietas con mi blusa, solo colgaban a los lados.

Y pese a no saber lo que me ocurría  solo me deje ir y cerré los ojos.  

__ ¿Estaban?

Repitió Joseph. 

Y los abrí. 

__ Vivitos y coleando. -Me cruce de piernas y tiré el asiento hacia atrás ladeando la cabeza y sin dejar de observarlo.- Hola,  mi nombre es Anna. 

 

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No entendía que sucedía, y nadie quería explicarme nada. Pero el policía que me acusaba de la muerte de mi tía y mi primo Mason  no apartaba la mirada de mi a la hora de irme. Como si desconfiara de mi, y me diseminara con la mirada. 

El Sr. Clain hablaba por teléfono mientras conducía. No me gustaba que hiciera eso estando yo en el auto, pero él solo repetía que eran ‘’gajes del oficio.’’

 

Llegamos al consultorio del Dr. Miller, pero esta vez Clain bajó conmigo y me acompañó dentro. Algo pasaba.

¿Por que vendría al psiquiatra ahora? 

__ Buenos dias Srta. Anderson.

__ Buenos dias Dr. Miller.
 




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