Grecia ha muerto veinte veces, y todas a manos de una misma persona.
Ella se esfuerza por vivir con normalidad, aun sabiendo que pronto él la buscará para matarla. Sabe que no tiene escapatoria así que lo ha aceptado como un hecho inquebrantable.
No sabe por qué sigue regresando en el tiempo, ni por qué es que recuerda cada una de sus anteriores vidas, pero ha aprendido que es mejor no hacer preguntas y dejarse llevar por la corriente.
Su ya cotidiana realidad cambia cuando en su regresión número veintiún vuelve años antes de lo usual, y ahora es una adolescente de preparatoria.
Acepta este nuevo hecho sin cuestionarse mucho, y supone que es algo bueno ya que tendrá varios años de tranquilidad porque al menos sabe que aquel asesino no vendrá hasta que llegue a la edad de su última regresión.
Sus planes de disfrutar de su vida estudiantil se destrozan ante la llegada del nuevo alumno.
Greyson, la persona que la ha asesinado en cada una de sus anteriores vidas se ha aparecido antes de tiempo, pero no para matarla, sino para protegerla.
Grecia por supuesto que no se lo cree, pero no tendrá más opción que lidiar con la insistencia de su asesino por mantenerse cerca, esperando el momento en el que decida matarla de una vez por todas.
Pronto descubrirá que su vida está entrelazada a la de él de tal modo que nunca podrá escapar.