CHAPTER THREE
Pero, al final todas las excusas que habría puesto habrían sido insignificantes para la muerte de Andrew.
¿No?
Tan solo esperaba que si era cierto esos mitos de la reencarnación, poder vivir nuevamente un amor así como el que tuve con Andrew, esperaba poder encontrarlo de nuevo y reconocerlo, sería feliz con ver nuevamente a Andrew.
Las cenas con mi madre se habían vuelto tan insignificantes para mí, porque no disfrutaba de la comida, en ocasiones vomitaba todo o perdía el apetito, la primera vez mi madre me regaño por haber tirado toda la comida fuera, la segunda vez ella lloró y me dijo que no era justo lo que estaba haciéndole.
— es momento de que sigas tu vida, Alexa, no es justo que me hagas esto a mí, estoy sufriendo con tu decaída ¿o es que acaso no lo ves? —
Ella gemía de dolor frente a mí, sabía que había metido la pata, pero mis ojos estaban tan rojos y mi cabeza realmente quería estallar en ese momento.
Mi madre estaba frente a mí, llorando, despeinada, abatida, pero ¿realmente sentiría lo que yo sentía? ese vacío tan oscuro, donde no tenía una cuerda que sostener, había decidido caer con Andrew en un inmenso hueco, pero ahora mi madre me pedía salir, pero mi alma estaba aferrada a Andrew, abrazandolo siempre.
Cada noche soñaba con que él, estaba a mi lado.
— Alexa, la comida está lista —mi madre llamó a la puerta, no me había dado cuenta de sus pasos, pero ella estaba frente a mí, en la puerta, sosteniendo la manija y sonriéndome, siempre sonreía dulcemente.
Una mirada le bastó para entender que bajaría en cuanto pudiera, en cuanto reuniera valor para hacerlo.
El regalo de Andrew ahora yacía frente a mí. Aún no lo había abierto.
El tan solo pensar que sería me llenaba de zozobra, pero no quería abrirlo, sentía que si lo abría el trabajo que Andrew había hecho se esfumaría, quería que quedará así, imaginarme que él lo envolvió y me lo entregó, era mi fantasía favorita.
Aunque muy en el fondo también pensaba ¿que exactamente me habría regalo? ¿por qué ese regalo?
Porque Andrew siempre tenía la manía de que cada que me regalaba algo, era porque le recordaba a otra cosa o tal vez él decía que me representaba, como la vez que me regaló un abrigo de un búho.
— ¿no es muy niña para ella? —Clarissa había venido con nosotros al centro comercial.
Andrew me miraba con sus ojos entrecerrados y luego al abrigo que él mismo había estirado, chasqueo la lengua y ladeo su cabeza— creo que le quedaría perfecto —dijo simplemente.
Clarissa tocó su frente con su mano y bufo— no lo aceptes sino quieres, Alex, ese abrigo es horrible —miré el abrigo y ladee la cabeza.
— ¿dices que me parezco a un búho? —me hice la víctima en ese momento, pero Andrew aún con la misma posición se acercó y sonrió, me puso el abrigo con todo y capucha— los de la tienda se enojarán —
— no si lo compro —compensa con una sonrisa, puesto el abrigo se alejó y con una mano en su barbilla sonreía de lado, parecía disfrutar la vista, Clarissa a su lado lo miró con aburrimiento y dirige su mirada a mí.
— te lo vuelvo a decir, puedes decir "no" —reí por lo bajo.
Pero un espejo cercano me hizo verme con detenimiento, realmente parecía una niña con esto, pero la cabeza del búho, exactamente los ojos, me recordaban a los ojos azules de Andrew.
— para mí —entonces se acerco, tomo mi mano con tanta sutileza— te ves tan tierna —entonces sin previo aviso me tomo un beso.
Sus besos me derretían.
Me aleje de mi escritorio y camine fuera de mi cuarto, mi madre me estaba esperando para la cena. El frío me estaba congelando los dedos, por eso llevaba un abrigo, no el que Andrew me había comprado, aún no tenía el valor para ponermelo y creo que jamás lo tendría.
Elena Valente era mi madre, treintaicinco años y contando, aunque no lo parecía, recientemente se había cortado un poco el cabello, su cabello castaño con hebras tan pequeñas que ella misma decía que amaba.
Deseaba que en estos momentos fueran felices y me viera con una sonrisa real y no una de lástima, como antes.
— ¿Andrew pasará a buscarte? —Elena servía su café todas las mañanas y sonreía a medias.
— ese es el plan de siempre —indique con una sonrisa.
— sí, siempre es el plan —masculló, entonces extendió su sonrisa— dile que venga a cenar el próximo sábado —Andrew amaba hacer reír a mi madre, siempre tenía una ocurrencia diferente o tal vez un comentario muy profundo, en ocasiones venía Clarissa y también cenaba con nosotros.
—¿el próximo sábado? —lo pensé bien— creo que sí, está libre —asentí.
Mi madre me miró con cizaña, no pude evitar reír— ¿acaso es un chico tan ocupado así? —entonces tomó de su café.
¿Sí Andrew era un chico ocupado? Creo que en ocasiones sí.
Mi madre me sirvió mi cena, recién salida del horno— es pure con carne cariño —y ahora tan solo me mascullaba por lo bajo las cosas, como si me molestara que hablará alto.
Pese a las condiciones que nos rodeaban, crecía cada vez más la nostalgia en mi corazón, porque con cada día que pasaba, realmente me daba cuenta que Andrew no regresaría. Ya no más.
— el director Chong pregunta si volverás a North High —¿regresar al instituto? Aún no estaba segura siquiera de salir con alguien, mis amigos o al menos lo que preguntaban por cómo estaba, daban sus pésames, condolencias, lo que sea que fuera esa absurda idea que creaban para que el dolor dentro de mí cesará.
Cuando la realidad era que el dolor no se iba, el dolor incrementa más y no para, parecía querer arrasar con mi corazón.
— si aún no te sientes lista para ir, le diré... —pero, esta era la cuestión.
¿Realmente la muerte de Andrew me dejaría estancada aquí? Cada día esperaba la noche, cada noche esperaba el sueño profundo, solo para volver a soñar con él y envolverme en una realidad alterna.