Spoiler

#1

Teníamos catorce años cuando Luke se enamoró perdidamente de una chica dos años mayor. Él estaba pasando por su etapa de pubertad, la voz le estaba cambiando y miles de granos brotaban de su cara, sí, era todo un desastre. Podíamos decir que yo era normal, la chica promedio, la que no era ni linda ni fea, tampoco tenía admiradores pero no me despreciaban. Era solo yo, normal.

En cambio, Luke tenía un gran problema, aquella chica Tracy ni siquiera le daba esperanzas pero de vez en cuando lo miraba y Luke creía con eso, que ella estaba enamorada de él. Triste, ¿verdad?

Ya no sentía nada por el chico que cuando lo conocí me estornudó en la cara, había sido mi primer amor... ahora, entre risas, lo recuerdo: fue la mejor semana de mí vida. ¿Qué? No me culpen, tenía diez años y no sabía qué sentía realmente.

Pero justo ese día, Tracy estaba jugando con sus amigos "verdad o reto", la retaron a besar a Luke en el almuerzo. Recuerdo muy bien como ella se acercó a pasos decididos con unos tacones del tamaño de mi dedo. Tomó sus mejillas y él rápidamente se sonrojó además de abrir los ojos como platos. Ella estampó de forma brusca sus labios contra los del rubio, mi boca se abrió en sorpresa.

Y podría jurar que mi pecho me dolió, rápidamente miré mi comida, siguiendo con lo mío pero ahora mi cara era otra.

– ¿Viste eso? Oh por Dios, Kat, ¿viste eso? – Repitió, levanté la mirada, tenía la sonrisa más grande que jamás había visto. – Le gusto, estoy seguro. – Sonrió triunfante.

Mi corazón se aceleró cuando vi su sonrisa, me puse de pie rápidamente y bufé. ¿Qué me estaba pasando? Fui directo a lavarme los dientes, escuchaba los gritos de Luke a la distancia. Me detuve en el lavamanos y ahí tomé una gran bocanada de aire, saqué la pasta dental y mi cepillo. Ese sentimiento era nuevo para mí y sinceramente no lo entendía.

– ¿Por qué te fuiste así? – Lo miré y no le respondí. Terminé de cepillar mis dientes y me dirigí hacia mi casillero. – Katherine. No me ignores. – Bufó molesto y tomó mi hombro.

– ¿Puedes dejarme en paz una maldita vez? – Hablé enojada, ni siquiera sabía por qué. Hizo una mueca y estoy segura, de que vi tristeza en sus ojos.

– Yo... sí, está bien. Lo siento. – Comenzó a caminar lejos de mí con la cabeza gacha.

Mi corazón se comprimió al verlo de esa forma y de mi garganta salió un gemido de molestia. Me odiaba.

– ¡Luke! – Se giró rápidamente. – No me molestas, lo siento, solo... estoy cansada.

Él sonrió a medias.

– ¿Vamos por un helado después de clase? – Sonrió mostrando sus dientes y asintió.

Y así fue, como comprendí que aún lo quería. Que Luke seguía siendo mi primer amor... aunque tal vez lo descubrí desde que seguía escribiendo día tras día en este diario sobre él.

En la actualidad.

Terminé de escribir lo del día de hoy y guardé el diario bajo mi cama.

– Ya estoy lista. – Dije en cuánto abrí la puerta de mi dormitorio. Él sonrió, vaya se veía muy bien.

– Genial, ahora muévete que tengo a dos chicas esperando en esa fiesta. – Cerró la puerta y comenzó a empujarme por mi espalda baja para que caminara rápido.

Rodé los ojos al pensarlo, chicas sudorosas y sin casi nada de ropa bailando pegadas a él. Repugnante.

– Y quita esa cara, porque así no conseguirás cita para esta noche.

– Mientras vuelva contigo está bien.

– Sabes que siempre se lo prometo a tú madre. – A eso no me refería, claramente.

– Bien.

Su celular comenzó a sonar:

– ¿Hola? – Frunció el ceño, después sonrió.

Aproveché para mirarlo, llevaba unos vaqueros ajustados y una camisa a cuadros, su cabello estaba peinado hacia atrás y se había rasurado la barba. Se veía demasiado sexi. Sonreí inconscientemente.

 Oh claro nena, ahí estaré. – Rio. – Sí, hermosa, espérame en la habitación.

Tomé nota mentalmente, era una de las cosas que debía agregar a mi diario. Para él siempre fui y "Kat", nunca me ha dicho nena, ni cariño, ni linda, ni mucho menos hermosa.

– Oye Kat – Lo miré – Un día de estos, vi un libro grande sobre tu mesa, ¿de qué es?

Mierda.

– No serás de esas chicas que aún escriben en sus diarios, ¿cierto? – Sonrió de forma graciosa.

– Pf, no, ¿cómo crees? – Limpié mis manos sudorosas en mi vestido. – Era... un libro para historia.

– ¿Historia? ¿Hay algún proyecto o algo así?

– ¿Qué? Oh, no, no, ya sabes... el profesor me dijo que si quería aprobar tenía que leerlo.




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