Spoiler

#2

Inconscientemente mordí el borde del vaso, miré su contenido y lo bebí de un trago. Luke estaba con una pelinegra de pechos grandes bailando demasiado cerca, cerré los ojos en cuanto vi la lengua del rubio llegar hasta la garganta de la chica. Me dieron nauseas. Ya me quería ir de ese asqueroso lugar, pero no podía. Un chico morocho se acercó a mí con una sonrisa.

– Hola, Katherine, ¿cierto? – Fruncí el ceño y asentí.

– ¿Y tú eres…?

– Calum. Un gusto. – Extendió su mano mientras formaba una sonrisa. Uhm, lindo.

– Lo mismo digo. – Sonreí.

 

 

Así fue cómo terminó mi noche, Calum es un chico genial y al menos con él, olvidé que a poca distancia estaba Luke follando con alguna chica. De pronto, los labios de Calum se pegaron a mi oído y comenzó a susurrar:

– ¿Qué te parece si vamos a una habitación? – Abrí mis ojos como platos.

– Oh, yo, eh…  – Sinceramente, me lo pensé. Algo más que escribir… no sería mi primera vez. Una buena follada no estaría mal.

– Nos vamos. – La mano de Luke se envolvió en mi brazo con brusquedad. Lo miré, lucía enojado. A alguien no lo complacieron bien.

Rodé los ojos y me alejé.

– Vete tú, me quedaré un rato más con él.

– ¿Calum? – Me miró asqueado. – No jodas Kat, si quieres sexo mejor me lo pides a mí.

– ¿Y contagiarme de herpes? No, gracias.

Este tipo de escenas solían ocurrir cuando yo estaba molesta o celosa, sí, celosa. Hay algo extraño en mí y es que cuando estoy celosa no armo un escándalo por eso, lo hago por cualquier otra tontería. Así puedo desquitarme con él, sin que me salga con un “nosotros solo somos amigos”, además… no quiero que sepa que aún me gusta.

– Deja de hablar mierdas. – Tomó mi mano y me sacó a rastras de ahí. – ¿Puedo saber qué demonios te pasa?

– No me pasa nada. – Murmuré.

– Ah, no, solo estás insoportable.

– Si estoy insoportable, ¿por qué no me dejaste ahí y te fuiste a follar con otra?

– Espera, ¿qué? – Se detuvo abruptamente, choqué con uno de los arbustos. – ¿Estás celosa?

– ¿Qué? ¿Aparte de tomar también te drogaste? Que asco Luke, deja de soñar.

– Sí… solo, olvídalo. – Ajustó su chaqueta y siguió caminando, ya no me llevaba de la mano.

Suspiré, que mierda de vida.

 

Diario:

Hay algo aún más jodido de tener un crush y es que convivas con él lo suficiente para saber cuándo se fue a follar. Además de eso, hoy Luke me demostró otra cosa; los apodos que tiene para todas sus novias.

Solo una vez he escuchado a Luke decirme un apodo cariñoso y fue la misma vez que me dijo esas palabras tan importantes… que jamás se repitieron.

– Te amo, pequeña. – Arrugué mi nariz y sonreí.

– No soy pequeña, tú eres una jirafa. – Mis mejillas se calentaron cuando capté lo que me había dicho.

El mundo se detuvo un instante, era parecido a la primera vez que lo vi, pero aún más fuerte. El chico frente a mí, ese de la que había estado enamorada por al menos ocho años, me había dicho que me amaba. Era la primera vez (y la última, pero en ese momento no lo sabía). Estaba paralizada, tenía la boca ligeramente abierta y una sonrisa gigantesca en ella. Joder, ¿en serio estaba tan enamorada de este tonto? Porque no me lo creía. Era casi imposible que lo quisiera tanto.

– ¿Kat?

– Eh, perdona, ¿qué decías?

– Que soy una jirafa muy sexi. – Rodé los ojos divertida. Es cierto.

– Bájate de esa nube, Hemmings.

– Admítelo, soy como un Dios Griego. – Me crucé de brazos.

– Vale, sí, estás lindo. – Alcé mis manos en seña de rendición, sonreí. – Pero no eres un Dios.

Él rodó los ojos y se alejó, comenzó a hacer cosas que ya no recuerdo… pero lo que sí recuerdo es la forma en que lo miraba. Se estaba dejando la barba y lucía mayor, su cabello dorado se ensortijaba y daban ganas de tocarlo. Mierda, estaba contemplándolo y es que, me resultaba tan perfecto que no podía evitar mirarlo con cara de estúpida.

Esperen, me estoy desviando del tema, lo siento.

El punto es que hoy fuimos a una fiesta, conocí a un chico lindo llamado Calum. Estuve a punto de ir a una habitación con él, pero Luke llegó, no sé si para bien o para mal. Mal miró a Cal, eso sí es seguro.

Justo ahora, Luke está a lo lejos viéndome por el rabillo del ojo. Veo su perfil, sus geniales labios. Como desearía besarlos, pero pensar en cuántas bocas pasaron por ahí me da asco.




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