Tenía horas de estar dando vueltas por mi habitación, parecía una desquiciada. Releí el mensaje de Luke unas cien veces sin saber qué contestar. ¿Realmente quería verlo?, ¿quería que volviéramos hacer mejores amigos y fuera esa típica historia en la que lloraba en sus brazos? Me senté en la cama, suspirando pesadamente.
En el parque, en media hora. Envié
Me cambié de ropa, tomé al menos tres botellas con agua de los nervios, salí de mi casa caminando lentamente porque una parte de mí quería postergar lo más posible ese encuentro. Llegué al parque unos cinco minutos antes de lo que le había dicho a Luke, para mi sorpresa, él ya se encontraba ahí, con su perfecto cabello rubio peinado y un ramo de girasoles en sus manos. Okey, sí, mi corazón se había acelerado muchísimo y mis manos estaban sudando ligeramente, mis estomago dio un vuelco y sentí algo parecido al fuego dentro de éste. ¿Se han subido a esos juegos de feria en donde te suben a lo más alto de una torre y luego te tiran al vacío? Aunque sabes que no vas a morir, te asustas y sientes ese bajón de golpe… bueno, acabo de sentir eso. Me volvía loca ese sentimiento porque temo ser la única que lo sufre.
– Hola – Sonríe. No maldita sea, no sonrías estúpido, ¿no ves que quiero dejar de amarte?
– Hola – frunzo el ceño y miro las flores en sus manos.
– Oh, claro, son para ti – vuelve a sonreír, esta vez extendiendo su mano – sé que debemos hablar, pero me pareció un lindo detalle – se encoge de hombros.
¿Por qué parecía importarle tan poco? Al menos debería traer una cara triste.
– Gracias, supongo – digo tomando las flores, por inercia las acerqué a mi nariz. Oh joder olían delicioso.
– ¿Cómo has estado? – alzo una ceja y me siento en una de las bancas, se sienta a mi lado y por accidente nuestras manos se rozan. Cierro los ojos, quería llorar y no sabía ni por qué.
– ¿En serio me vas a preguntar eso?
– Es educación – hace una mueca y me mira – supongo que no quieres estar aquí, así que hablaré rápido.
Frunzo el ceño y me siento esperando que hablara. Intentaba parecer neutra, que no me importaba, pero por dentro; muy en el fondo, estaba muriendo.
– No recuerdo absolutamente nada de la noche en que nos peleamos, nada aparte de tú diciéndome que no querías saber sobre mí – abro mi boca sorprendida, el corazón latiéndome a mil por hora – sé que algo hice mal, qué; no sé. Quiero pedirte perdón por lo que sea que haya pasado, tienes que saber que me sigues gustando – suspira y se pone de cuclillas frente a mí poniendo sus grandes manos sobre mis rodillas – te sigo amando Kat. He estado con otras chicas porque…
– Luke – lo detengo cuando mete su cabeza entre mis piernas al borde del llanto – ¿estás llorando? – hago que me mire y logro ver sus ojos rojos y cristalizados.
– He estado con otras porque creía que así lograría superarte, ¿jamás te ha pasado eso? Intentaba reemplazarte, pero demonios, ¡eres única! Ninguna de ellas te llega ni a los talones, ninguna me hace sentir lo que siento contigo. ¿Qué me hiciste?
Con mis dedos, limpio sus lágrimas y al mismo tiempo veo hacia arriba para evitar llorar, mi garganta ardía y no podía responderle.
– Estoy enamorado, ¿verdad?, en serio no sabía que era tan malo – susurra volviendo a bajar su mirada – ¿lo has estado alguna vez? Porque jamás te he visto sufrir por amor. Es horrible, Katherine, jamás te enamores.
Justo en ese momento lo suelto, comienzo a llorar sin poder contenerlo un segundo más y siento como me abraza.
– ¿Qué sucede? – pregunta preocupado.
– Luke, estoy enamorada – susurro abrazándolo con fuerza – entiendo todo lo que me has dicho, lo he sentido durante ocho años. Luke, eso fue lo que te dije esa noche.
Se aleja de mí y me mira frunciendo el ceño, limpió mis lágrimas con el dorso de mi mano mientras lo miro.
– ¿Dejamos de hablar porque me dijiste que estabas enamorada? – frustrada, tomo su cara con mis manos.
– No estúpido, dejamos de hablar porque me lastimaste y esa misma noche te confesé que he estado enamorada de ti durante ocho años.
Sus ojos se abren con sorpresa, al igual que su boca y se queda unos segundos congelado. Se pone de pie y apoya sus manos en sus muslos inhalando y exhalando fuertemente.
– ¿Estuve un mes o más actuando como un imbécil porque no recordaba eso? – se pregunta a si mismo o eso creo porque realmente no podría responder eso.
– No, actuabas así porque es tu naturaleza – digo después de unos segundos al ver que no reaccionaba. Ríe ligeramente y se pone de pie, me sentí un poco intimidada por su tamaño por lo que me paré también.
– ¿Te he dicho suficientes veces cuánto te amo? – susurra y antes de que yo pueda decir algo, une sus labios con los míos.