Aún recuerdo la primera vez que tus labios dijeron mi nombre, estábamos en el aula, esa vez el profesor se retrasó, de un momento a otro tomaste tus útiles y avanzaste hacia la salida. Al parecer tenías cosas importantes que hacer o simplemente ya sabías que el profesor no llegaría.
Tomé mis cosas como pude y te seguí. Cuando salí choque con la anatomía de un individuo, el cuerpo era de un chico mucho más corpulento que yo, tú estabas parada mirando hacia la ventana del pasillo pero te percataste del incidente.
El chico se disculpó.
—Lo siento, no te vi venir... em –
Él chico claramente no sabía cómo me llamaba, pero entonces, antes de poder contestarle, volteaste tu rostro en mi dirección y luego hacia él y aclaraste: —Alex, Alex Tómas Bell es su nombre.
Nuestras miradas se encontraron directamente por primera vez, la mía era la típica de un chico embobado, la tuya, bueno, la tuya no me daba indicios de absolutamente nada, todo un acertijo.
—Ah ya, disculpa Alex.
Luego de eso, el chico se retiró, tú me diste una media sonrisa y caminaste en dirección a la salida, o al baño, ya esa parte del recuerdo es vago, ya que el único momento que guardé en mi mente era el de tus labios pronunciando mi nombre, esa escena se repetía en mi mente una y otra vez, desde ya sabía que definitivamente sería la causante de mi insomnio durante un largo tiempo.