Sola, indefensa, lejos de los que ama por la fuerza del hombre que en algún momento llamó: amor mío.
Reprimiendo su mundo hasta convertirla
en simple oscuridad,
un cuarto vacío donde la lluvia de sus ojos es todo lo que se escuchará.
Un lugar de donde no se puede escapar porque la culpa y la misaginia han apagado su luz, y
del cual será libre cuando sus labios
decidan abrirse
y el miedo bajo su yugo se encuentre.
Pero hay muchas que deciden quedarse,
el valor las abandono, se quedaron a merced del dolor,
o porque ya se acostumbraron su cuerpo magullado ver y toparse a diario con el frío concreto besando su piel
cuando el pie del hombre lo doblega ante él, asfixiandola con el polvo de sus botas como nieve en diciembre.
Hasta el tercer día del quinto mes del año que termina en siete,
cuando el dolor se acaba y su último aliento se escapa.
Su asesino no sabe qué hacer;
caba un hoyo para su cuerpo esconder
y como Harry Houdini de toda la culpa escapa.
Y la justicia tan imparcial,
le cree a un hombre falsamente arrepentido,
quien lleva atado en un hilo
la sombra de un homicidio.
Mas parece a nadie importar el ver
un lobo con piel de cordero comer
a una chica que sus sueños no ha ya de cumplir,
todo por los celos de un pobre infeliz.
Otras vendrán dice el destino, otras se irán dice el camino;
Es solo un número mencionó la muerte al asesino.
29 de octubre del 2020