— Ettie. —me dice Aiden llamando mi atención.
Estábamos acostados en mi cama mirando una película. Yo estaba con mi cabeza apoyada en su pecho y él me abrazaba con uno de sus brazos.
— ¿Qué sucede? —le pregunto sin mirarlo.
— Mírame —me siento en la cama y él hace lo mismo— Tengo... tengo que decirte algo. —luce nervioso. Siempre que se pone así, lo beso y se tranquiliza. Así que hago eso. Pero por alguna extraña razón, él no me corresponde así que me alejo.
— ¿Qué sucede? —digo preocupada. Mira hacia abajo.
— Me voy. —dice mirándome otra vez.
— Bueno, nos vemos luego entonces.
— No Elliette, no entiendes... —suspira— Me voy de la ciudad.
En ese momento, mi mundo se derrumbó.
— ¿Qué? —digo sin creerlo— dime que es mentira —suplico con los ojos llenos de lágrimas.
— Me voy. —contesta.
— Mientes. Deja de jugar con algo así.
— No estoy jugando Ettie. Me voy. —inmeditamente mis mejillas son empapadas por mis lágrimas.
Aiden me abraza fuerte. Como si así pudiera apagar el dolor que estoy sintiendo.
— ¿Por qué? —pregunto.
— Mis padres ya no tienen trabajo aquí y consiguieron uno en otra ciudad.
— Pero si... —me interrumpe.
— Si, lo se. Tus padres son sus jefes y sus amigos. Yo tampoco lo entiendo.
Me lanzo encima de él y lo abrazo mientras dejo caer mis lágrimas.
— No quiero que te vayas. —dije aun llorando.
— Yo tampoco lo quiero. —contestó abrazándome mucho máa fuerte.
— Si te vas, te olvidarás de mi.
Se separa de mi y toma mi rostro entre sus manos.
— No digas eso. Jamás me olvidaré de ti. Eres lo que más me importa, eres mi vida Elliette. Contigo todo es mucho mejor, tú alegras mis días con tan solo sonreír. —lloro y lloro, como una niña pequeña— Volveré, ¿está bien? Volveré en cuanto pueda. Igualmente, no dejaremos de hablarnos.
— ¿Lo prometes? ¿Prometes no olvidarme?
— Lo prometo.
Dos años después...
No contesta mis mensajes. Y mis llamadas tampoco. La última vez que hablamos fue el día que me prometió no olvidarse de mi.
Y por primera vez, en todos estos años, rompió su promesa.
Me olvidó.