— ¿En dónde está? —fue lo primero que mencionó Sam cuando le abrí la puerta. Eran apróximadamente las doce del mediodía. Entró y comenzó a mirar cada rincón de mi casa.
— Dos cosas...— me miró— número uno, yo estoy muy bien ¿y tú?— puso los ojos en blanco y se cruzó de brazos— y número dos, recuerda que tú tienes novio.
— Número uno, yo también estoy bien. Gracias por preguntar— sonrió y ahora yo puse los ojos en blanco— número dos, si y lo amo con todo mi corazón—dijo al mismo tiempo en el que llevó su mano derecha a su corazón— ¿en dónde está? —otra vez comenzó a mirar por la casa.
— Vamos a mi habitación— dije y ella asintió.
Comenzamos a subir y yo iba adelante de Sam. Y por eso fue que al llegar al último escalón, choqué contra alguien provocando que yo casi callera de espaldas por las escaleras. Casi porque ese alguien llegó a tiempo de tomarme de la cintura.
—Gra...gracias —tartamudeé. Él sólo sonrió de lado, aún sin soltarme.
Escuché una tos falsa detrás de mi, y en ese momento recordé que Sam estaba aquí. Me aparté bruscamente de Aiden y casi me caigo otra vez, pero me tomó el brazo impidiéndolo.
Lo miré y tenía una sonrisa burlona. ¡Se estaba burlando de mi!
—Oh, si... —me aparte otra vez de él, pero esta vez sin caerme—ella es Sam —la señalé —y Sam, él es Aiden —lo señalé.
Aiden solo asintió mirándola y Liz sólo sonrió. Pero pareció más una mueca que una sonrisa.
—Emm... Aiden —me miró —seguro debes de tener hambre. Dile a Mónica que te cocine algo —alzó una ceja y lo miré confundida — Oh, lo siento —dije recordándolo —lo había olvidado, perdón —siguió mirándome de la misma manera.
—Iré a decirle que te cocine algo —dijo Sam y se fué dejándome a solas con la fiera.
Al momento en el que la vi desaparecer por las escaleras, sentí como me empujaron hasta chocar mi espalda contra la pared. Aiden se acercó demasiado a mi y colocó ambos brazos a los lados de mi cabeza acorralándome.
— Lo...lo lamento por haber di...dicho eso —tartamudeé mirándo el suelo —lo había olvidado. —lo miré a los ojos.
Él se acercó a tal punto en el que sentía su respiración en mis labios. Yo no dejaba de mirar a sus ojos, hasta que éstos me fallaron y descendieron hasta sus labios. Aiden sonrió de lado.
¿Acaso sólo sabe sonreír así?
Volví a mirar sus ojos y éstos me miraban con una gran intensidad que me es difícil de explicar. Mis ojos otra vez me fallaron y miraron sus labios. Los suyos ya no sonreían, sino que se encontraban entreabiertos y se iban acercando a mi.
— Ya le...— escuché la voz de Sam. Empujé a Aiden, pero ya era demasiado tarde. Ya nos había visto— Emmm... ya le dije que te cocine algo —terminó de decir eso y me miró. Yo sentía que mis mejillas ardían y que mi corazón estaba muy acelerado.
Aiden la miró a ella y asintió como dándole las gracias. Luego me miró a mi, sonrió y bajó por las escaleras. Yo lo seguí con la mirada hasta que vi su cuerpo desaparecer.
Sam se acercó rápidamente a mi y me tomó del codo izquierdo comenzando a caminar hacia mi habitación.
— Después soy yo la que tiene que recordar que tiene novio —dijo.
— Cállate, no es lo mismo —dije cuando entramos a mi habitación. Ella se dirigió a la cama y se sentó en ella. Yo cerré la puerta.
— ¿Y por qué no lo es?
— Porque él fue mi novio, el primero que tuve. Y es obvio que no lo olvidaré. —me dirigí al sillón que estaba a un costado de la ventana.
—Si, eso lo sé. Pero tu novio actual es Jordan. Sino ¿por qué estás con él, si aún sientes algo por tu ex novio?
— No siento nada por él —alzó una ceja —existe una gran diferencia entre no poder olvidar a alguien y sentir algo por ese alguien.
—¿Y cuál es?
—Que... —miré al suelo — el no poder olvidar es porque esa persona te dejó tan marcada en el pasado que para uno es difícil olvidarlo. Y el sentir algo, es que aún sigues queriéndolo o amándolo como cuando estuvieron juntos.
Me miró muy confundida. Suspiré.
—Aiden —levanté una mano —y yo —levanté la otra — nos conocemos desde niños. Pero estuvimos juntos hace dos años —uní mis manos — y en ese tiempo pasamos miles de cosas, tanto buenas como malas. Pero nos separamos — separé mis manos—Y esas cosas yo no las puedo olvidar y tampoco quiero olvidarlas.
—Que lindas que están tus uñas, ¿en dónde te las hicieron?—preguntó.
—¿En todo este tiempo solo miraste mis uñas?—asintió y yo suspiré cansada.— y yo perdiendo mi tiempo explicándotelo.
—No Eli—dijo riendo—si te escuché y ahora entiendo lo que me querías decir.—sonreí—Ahora entiendo que aún sientes cosas por él—dejé de sonreir y puse los ojos en blancos. Me levanté y fui al baño de mi habitación cerrando la puerta detrás de mi—¿qué? ¿no era así?—la escuché decir y luego reir.
—¡Idiota!—le grité.
—¡Si tu madre te escucha decir eso, te regañará!—gritó burlandose.
Abrí la puerta y ella se encontraba enfrente de mi.
—Por eso se que tú nunca se lo dirías.—sonreí.
—¿Por qué estás tan segura de eso?—se cruzó de brazos sonriendo.
—Porque sino me veré obligada a decirle a tus padres sobre aquella noche en la que les dijiste que ibas a venir a mi casa a dormir. Pero ¿qué crees? Te fuiste a la casa de tu novio—su sonrisa desapareció.
—Me conoces tan bien que ya sabías que no le diría nada a tu madre—dijo con una sonrisa falsa mientras me abrazaba.
Reí y ella también lo hizo.
Es la mejor.