Sueños de un Futuro

Capítulo 1. Error.

Capítulo 1.

“Error”

Año 2799. 12 de Marzo.

Isla Albaldah.

Ubicada en una latitud de 4-10 sur y longitud 31-40 oeste. Isla perteneciente a Moon Blue del conjunto de islas

La noche era fría como de costumbre, las estrellas eran apenas pocas en el cielo y la luz de la luna apenas alumbraba el camino, pues su fase menguante no era de mucha ayuda para esos ojos marrones llenos de cansancio. Una figura con una capa negra que cubría su cuerpo y ropas, con una capucha del mismo color y unido a la capa, cubría el rostro de aquella misteriosa persona.

Un bar era aquello a lo que guiaba el camino, la persona entro llamando así las miradas de cada uno de sus integrantes. Camino abriéndose paso entre la gran cantidad de gente hasta la barra, donde sentándose en un banco miro de reojo a cada uno de los presentes.

Un hombre que se caracteriza por un cuerpo fornido, una barba de candado y su ojo derecho con una cicatriz de manera vertical al medio de este, camiseta de tirantes blanca que dejaba al aire sus músculos y un pantalón de mezclilla, siendo en el bolcillo trasero que contenía una pistola pequeña, mas no la única, pues claramente bajo la caja que contenía el dinero se podía observar una escopeta. Característica muy natural en los bares para el entrante siglo 29, pues el tener tecnología no era muy avanzado a pesar de los años. ¿Por qué?, seguía siendo un misterio en la actualidad.

–Si vas a pedir algo hazlo, de lo contrario lárgate de aquí –una voz gruesa. Voz que pertenecía a aquel hombre y dueño del bar.

La frialdad en su vocabulario pareció asustar al individuo, que en respuesta dio un respingo y posterior. –Una taza de café, o un vaso de agua –murmuro.

El hombre arqueando una ceja y torciendo su boca hizo lo que le había pedido, unos minutos seria lo que le tomaría preparar lo primero, dejando a la persona en la espera de su bebida.

–No serás de la guardia. ¿O sí? –Pregunto el parroquiano a su lado mientras llevaba el vaso con el contenido alcohólico a su boca.

–No –respondió bajamente–. No tengo nada que ver con ellos.

En silencio permaneció esperando lo ordenado. Siempre sin quitar su vista de aquella puerta por la que había entrado como si estuviera en la espera de alguien, cosa que sin problema fue notado tanto por hombres y mujeres alrededor de ella, y que fue interrumpida por el sonar de la porcelana al golpear la madera de la barra. Dirigiendo la mirada a la taza que reflejaba la mirada fría del dueño que al segundo siguiente se retiró.

Tomando el asa de la taza para posteriormente acercarla a sus labios y discretamente mirar que nada le hubiera sido agregado además del agua y el café, para tomar el primer sorbo de la bebida.

Diez minutos, fue lo que permaneció en el interior del lugar sin quitar sus ojos de la puerta mientras bebía el café. Al término de su bebida, coloco la taza sobre el plato encontrado en la barra.

–¿Cuánto es? –Pregunto levantado ligeramente la cabeza siendo posiblemente el ver sus labios moverse.

–10 Eps –respondió el dueño mientras limpiaba uno de los vasos.

–Gracias –dijo en voz baja.

Descendiendo del asiento después de colocar dos monedas de cinco Eps por el café. Camino en dirección a la salida del lugar, cosa que realizaba sin problema alguno, pero esto fue interrumpido por el aparecer inesperado de un hombre de cuerpo voluminoso, interponiéndose en el camino del encapuchado ocasionando un pequeño choque con el mayor delante.

–¡Tu! –Gritó molesto el hombre tirando el tarro de cerveza vacío por el choque.

–Lo lamento –reacciono el encapuchado temeroso.

–No me interesan tus disculpas – respondió acercándose.

El hombre repleto por la ira y el alcohol ya antes bebido, se acercó a la persona sujetándolo del cuello para después ser levantado, su pies eran alejados del suelo por una distancia de entre 30 a 50 cm dejando al aire aquel calzado que llevaba, acompañado del rostro que cubría con la capucha pues había sido bajada al ser levantado por el hombre.

–No es correcto que un caballero utilice ese tacto con una mujer. –Una voz atrayente y una mano de tonalidad pálida que era colocada en el hombro del hombre.

El caer de la capucha dejo al aire una tonalidad de piel blanca, un cabello castaño largo, un par de ojos marrones que mostraban miedo y unos labios delgados rosados que temblaban con pánico.

–Le recomiendo que baje a la señorita –volvió a hablar.

Con molestia bajo a la chica hasta que toco el suelo nuevamente para empujarla levemente alejándola de él. –Lárgate de aquí mocosa –dijo con superioridad y machismo–. Mejor regresa a casa para ayudar a tu madre con la comida, es para lo único que sirven las mujeres.

La menor volvió a colocar el gorro en su cabeza para salir del lugar a paso acelerado. Cuando se encontraba a una distancia de 20 m. del bar fue detenida por una mano al sujetar su brazo.

–¿Eh? –reacciono con sorpresa dirigiendo la mirada a aquel que la detenía.

–Lamento haberte asustado –hablo. Un chico de una edad aproximada de 16 a 17 años. Cabello plateado, ojos azules, labios de tamaño medio y piel blanca–, pero. ¿Qué hacia una señorita como usted en un lugar como ese?




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