La mañana llego y el ruido tomo reinado en aquella construcción en la isla privada Moayon. Faltaban unos minutos para que dieran las nueve y con ello el desayuno comenzara. Los gritos de Cameron inundaban los pasillos anunciando un único nombre, Luna. Los gritos fueron escuchados por el maestro, Oexin y Nailik, quienes eran los más al pendientes de ese nombre, sin hacerlo esperar un segundo más corrieron a donde el mayor gritaba su nombre.
–¿Qué le paso a Luna? –gritaron Oexin y Nailik al unísono mientras corrían para derrapar al frente del mayor e impactar sus cuerpos entre los dos.
Un seño de duda y sorpresa encaro a Cameron mientras veía a sus compañeros en el suelo.
–¿Qué sucede Cameron? –preguntó Just que mantenía la calma y miraba de reojo a sus alumnos.
–Chad y Brooke me dijeron que si le podía hablar para que les ayudara con la mesa. Pero cuando fui a su cuarto no estaba. Ya la busque por los dos pisos de arriba pero no está –explico.
–Ve a desayunar –dijo mientras caminaba en dirección hacia el pasillo–. Yo la iré a buscar.
Levantándose con gracia, Nailik miro a su compañero para después correr y adelantar a Justa mientras gritaba. –¡Quien la encuentre primero se la queda!
Dando inicio así a una carrera por ver quien la encontraba antes que nadie. Una búsqueda sin logro alguno y que únicamente trajo cansancio. El desayuno continuo sin problemas aun sin la presencia de los buscadores y la desaparecida.
Isla Nunki.
Bosque.
Una chica de hebras castañas que comenzaba a despertar. Su vista por un momento bloqueada por el abrir de sus ojos, para de un segundo bastara para enfocar su alrededor. Incorporando un cuerpo de golpe para cuando observo su alrededor, el bosque, un momento basto para que su mente recuperara los recuerdos de la noche anterior y con ello bajara la mirada y sus hombros. Retirando la manta de su cuerpo se levantó en busca del hombre con el que el día de ayer se había encontrado.
–¡Buenos días! –escucho a sus espaldas para voltear al momento.
–¿Cómo amaneciste?
–Bien.
Su respuesta fue corta pero alegre. Por fin podía observar al hombre sin problema a falta de la luz la noche anterior. Su cabello cobrizo que le cubría los ojos, piel blanca y una altura da 1.69. Peculiar. Fue la única palabra que se colocó en la mente de Luna, nunca había visto a un hombre con tales características, más en su vestimenta que en nada. Mantenía una camisa de algodón demasiado grande, tanto que le llegaba unos diez centímetros por arriba de la rodilla, unos pantalones holgados color café que al igual que la camisa era bastante grande.
–¡Vamos a desayunar! –dijo para que lo siguiera.
Una fogata donde se encontraba un pequeño pocillo con agua calentándose. Un sartén que mantenía en su interior unos huevos revueltos con algunos trozos de carne.
–Siéntate –pidió el hombre.
Haciendo caso a la petición del hombre se sentó en una pequeña piedra que se encontraba atrás en sus pies y a una distancia considerable de la fogata. Observando al hombre que buscaba en su mochila alguna cosa, su vista posada en algún punto del bosque pero su mente divagando en el que haría para detener todo lo que había hecho.
¿Qué estarán haciendo? Una pregunta con la respuesta en la casa que había abandonado la noche anterior. La pregunta se vio interrumpida por el hombre al acercarle un plato con lo que desayunaría y una pequeña taza con agua caliente en su interior.
–Gracias –dijo para recibir ambos recipientes.
Sonriéndole, aquel hombre se sentó en una roca que se encontraba cercana a la de Luna para comenzar el desayuno. Un desayuno tranquilo que se convino con una plática trivial sin problemas ni preocupaciones. No sabía cómo o porque, pero aquel hombre le mostraba una perspectiva muy peculiar y conocida para ella, pero no sabía de quien. No era de nadie con quien antes hubiera vivido, era más como una de haberlo conocido antes de haber llegado a este mundo, una sensación extraña.
Isla ReiMoBle.
Casa designada a los Oaniics. Los seis miembros. Cinco de ellos que observaban con detenimiento a la numero dos que intentaba encontrar el rastro de la princesa. Intentando arduamente observo mediante su Nae una isla, más no su ubicación. La imagen de la princesa Sakura de espaldas y a su lado dos máquinas de gran tamaño, mismas que en un momento obstruyeron la vista de la princesa para que su presencia desapareciera. Un jadeo de cansancio que salió de sus labios mientras dejaba caer su cuerpo en el sillón atrás de ella.
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Editado: 15.06.2020