—¿Listo? —pregunto Tenesse desde la puerta.
Tenesse, mi hermana, me sonríe dulcemente, esperando mi respuesta.
Hice una mueca con mis labios. Quizás si me quedaba aquí hoy nadie lo notaría, igual sólo eran clases en la facultad en donde todos parecen tener altas ganas de meterse conmigo porque no se podré defender, ¿qué más daba?
La mire unos segundos mientras tocaba mi pliego de papel que hice hasta hace unos segundos. Ella suspiró entrando a la habitación tomando mi mochila para pasarmela.
—Sé lo que estás pasando, y no, Ron, sabes que tienes que ir. —hizo una mueca, aunque hasta ella quisiera olvidarlo no podía, nadie podría.
—Y-yo...
—Sabes que puedes llevar tus hojas y hacer lo que quieras todo el día, pero allá. —me corto a lo que empecé a hablar.
«Hacer lo que quieras» Yo no lo llamaría así, más bien, era como una droga en mi vida.
Con el paso de los años y con el paso de los dieciocho años de mi vida supe que a mamá siempre le gustaba ayudarme y estar ahí al igual que Tenesse, pero a ella en diferencia de mamá, no me dejaba terminar mis frases porque le desesperaba escucharme hablar y que me trabara. No la culpaba, hasta para mí era algo que me sacaba de mis casillas al inicio, ahora, sólo tengo que esperar que la frase salga de mi boca aunque en mi mente hayan las demás frases o respuestas.
—A mamá no le gustaría saber que no fuiste, te llevo no hay problema. —volvió a sonreírme y solo me encogí de hombros.
Aunque no quisiera ir, tendría que ir.
—¿S-sab..bias que en un año alrededor de..catorce mil jóvenes y niños no...asisten a clases por distintas circunstancias..?
—No, pero lo agregaré a estos curiosos dichos por mi Ronner.
Paso su brazo por mis hombros mientras salíamos de mi habitación. El olor tran crítico de su perfume me hizo arrugar la nariz e apretar el papel en mi mano por inercia.
Crítico.
Lo odiaba.
Había pasado muchos momentos, los cuáles quisiera borrar, en dónde distintos tipos de olores críticos estuvieron a mi alcance y ninguno me deja buen recuerdo.
Ella no lo sabía, quizá podría verlo como algo estúpido, para mí y estoy seguro que a mí madre también, sería traumático. Aunque ella siempre estaba ahí, no siempre podía llegar a entenderme por eso, la mayoría del tiempo permanezco en silencio puesto que sé que nadie entiende lo que sucede en mi cabeza.
Preferí suspirar mirando hacía otro lado, ignorando lo que ese aroma me transmitía.
* * *
Una hora después, Tenesse detuvo el auto frente la facultad de arquitectura para dejarme.
Mire por el vidrio del auto como los demás estudiantes caminaban por el campus tranquilamente de un lado a otro, residencias, bibliotecas o los edificios de clases. Yo también debería hacer eso, pero no lo hago, por eso todos los días viajamos una hora desde casa hasta aquí y de regreso.
Yo nunca me quedaría en una residencia.
Mamá no me lo discutió, simplemente me sonrió, pero me había sonreído tantas veces en mi vida que en ese momento supe que la sonrisa no había llegado a sus ojos. Que no la sentía.
Puse mi mano en la manilla de la puerta y suspiré pasando la capucha de mi suéter sobre mi cabeza.
—Gracias —murmure.
—De nada, hermanito —me respondió automáticamente, me giré para verla y con eso entendió todo—. Lo siento. Sólo recuerda qué...
—Q-que hablé... sólo si es necesario no por p-provocaciones.
Asintió varias veces.
Siempre era lo mismo, la verdad, no había necesidad ni de repetirlo, porque nunca hablaba.
—Una cosa más, ¿tienes otro dato interesante para mí? —alzo la ceja y yo hice una mueca para mirar mis zapatos.
—Siempre hay una cura o solución para todo,—comencé, ella quitó su sonrisa para mirarme sin expresión— , la mayoría de las veces las personas no agotan todas las variables..., y sólo se dejan llevar por el tiempo lo cura todo cuando realmente no...cura nada.
Y con eso bajé del auto.
Comencé a caminar hasta la entrada con la cabeza baja solo mirando mis pies y los pasos que daba para evitar caerme o que pusieran un pie en mi camino.
Lamí mis labios al darme cuenta de lo que había hecho.
No quise ser del todo grosero, simplemente salió decirlo, tenía varios días desde que leí eso y la verdad nunca dejo mente. Y tampoco mentiría diciendo que una parte de mí quería decirlo también. Ella tenía muy claro por qué se lo decía.
Mientras seguía mi camino ignorando todas las miradas que siempre caen sobre mí cada que llegaba a la facultad. Quise pensar como sería esa vida que tantas veces anhelaba. No tenía que ver sonrisas falsas, no tendría que exponerme a humillaciones públicas y sobre todo nunca me trabaria.
¿Qué...pasaba si yo, no hubiese sido yo?
Sacudí mi cabeza junto con esos absurdos pensamientos. Claro que yo era yo y siempre lo sería, que no quisiera aceptarlo es otra cosa.
Cruce a la izquierda del campus para pasar por las gradas y así llegar al otro extremo del lugar. Levanté un poco la mirada y al no ver a nadie, suspiré un poco aliviado permitiendome mirar la belleza que esta parte del lugar dejaba.
Me gustaba venir aquí, era algo tranquilo, hermoso, desolado. La luz que entraba alrededor de las hojas de los árboles era la indicada, justo como el pequeño banco que un día traje aquí. Cómo nadie nunca estaba aquí excepto yo era el lugar perfecto en dónde pasaba la mayoría del tiempo sin tener que importarme el resto.
Metí ambas manos en mi suéter, miré a ambos lados para después entrar por la pequeña abertura entre rejas, la cuál yo también rasgue.
Tire mi mochila al suelo una vez que entre completamente haciendo un pequeño ruido al estampar con el piso. Había sonado más de lo habitual, mis ojos se abrieron de golpe y por inercia levanté mi mirada.
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Editado: 08.05.2023