—Oh, mírate, aquí estás.
Sunny dejó sus rebanadas de pan sobre la encimera y se giró para mirar a su mejor amigo con un gesto de cansancio dibujado en el rostro.
—¿Dónde más se supone que estaría?
—No lo sé, tal vez en la cama después de pasar toda la noche dando vueltas en tu habitación —replicó él caminando hacia ella—. En serio debes aprender a caminar, Sol. El sonido de tus talones retumba por todo el departamento.
—Lo siento, estuve estudiando.
Lo observó acercarse hacia la encimera y tomar la tostada que ella había preparado con esmero, pero lo dejó pasar porque esas enormes ojeras que se dibujaban en su rostro reflejaban que había tenido una muy mala noche. Patrick era un blando en todos los aspectos posibles y los desvelos eran uno de sus grandes puntos débiles.
Claro que podía soltarse el pelo una que otra vez, pero requerían de largos periodos de preparación o de recuperación. En ese caso no le sorprendería si pasaba todo el día durmiendo para regenerarse de la pequeña vigilia.
—¿Para qué estudiabas? ¿Para clases de educación física?
Claro que Patrick era un exagerado. Si, tal vez había estado caminando un poco por su habitación a la media noche para intentar concentrarse, pero era un exceso de parte de su amigo acusarla de mantenerlo despierto toda la noche.
Ella había estado pensando en Betty, aunque jamás lo admitiría en voz alta y aunque en serio quería descuartizar a esa niña, le preocupaba. Lo que había sucedido no era normal, ni algo para tomar a la ligera. Le parecía sorprendente que a nadie se le hubiera ocurrido llevarla con un psicólogo o algo.
—Solo estaba algo inquieta, Pat, no es para tanto —tan pronto las palabras salieron de sus labios recordó a Betty el día anterior diciéndole que su travesía "no había sido tanto". Hizo una mueca y volvió su atención a Patrick, que acababa de darle la última mordida a su tostada —. Además, ¿cómo diablos puedes escuchar mis pasos al otro lado del pasillo? ¿Cómo puede eso no dejaste dormir?
—Tengo sueño ligero y buena audición —replicó él, encogiéndose de hombros.
—Eres raro.
Sunny se adelantó a tomar su taza de chocolate antes de que Patrick pudiera llegar hasta ella. Había límites.
—Sigo odiándote, ¿Lo recuerdas? Prepárate tú propio desayuno, abandonador.
—¿Qué? Pensé que lo habías superado.
—Jamás voy a superar que me obligues a andar en esa tortura hasta la casa de los Taylor.
—Me encanta como dices que te obligo, como si no tuviera un auto —Patrick le dedicó una sonrisa burlona y le dio un breve beso en la mejilla—. Eres tan tierna.
Sunny hizo una mueca de asco y se frotó la mejilla con fuerza.
—Betty Taylor se escapó ayer —soltó de golpe, su intención era demostrarle a Patrick que Betty no era alguien para descuidarse, mucho menos cuando su bebé, que era una de las pocas cosas buenas que Vivi había hecho por ella, estaba en peligro.
—¿Y dejaste que se desapareciera en la oscuridad de la noche?
—No. Sucede que Max estaba en la casa, cosa que nunca pasa; me vio calculando como colgarme de alguna de las vigas del techo y me ayudó a encontrarla.
—¿Así que ya son amigos? —Patrick se acarició la barbilla, como si estuviera analizando algo en verdad interesante.
Según él, se veía sabio cuando hacía eso. A Sunny le parecía perturbador, pero por mucho que le había pedido que no lo hiciera más Pat amaba molestarla, así que había pasado al plan B: ignorar su cara de idiota y fingir que no lo veía.
—No. Me ayudó a encontrar a Betty.
—¿Y luego te llevó a cenar?
—No.
—¿Te propuso sexo?
—¡Claro que no, Patrick, por Dios!
Su amigo hizo un exagerado gesto de sorpresa.
—¡Te besó!
Sunny lo golpeó en la cabeza.
—No, idiota. Le di las gracias, dijo de nada, fin del asunto.
—Qué aburrido, Sol. Si Peggy fuera la niñera de esa niña ya tendría una historia jugosa.
—Estás enfermo, ¿Lo sabías? —Le acusó, dejando su taza vacía sobre la encimera— Me voy a mi habitación, aún tengo mucho que estudiar.
Su gran falla al momento de iniciar a trabajar con los Taylor fue pensar que tendría algo de tiempo para dedicar a los estudios entre una cosa y otra. Gran error. Con suerte disponía del espacio necesario para presentarse a sus clases, nada más, porque Betty ocupaba todo su tiempo. Y claro, ella no era Patrick siendo absorbida por el compromiso que implicaba la facultad de leyes y un amor platónico demasiado demandante, pero la facultad de Artes también demandaba un poco de tiempo de vez en cuando. Solo decía.
»Y limpia este desastre, Patrick —gritó cuando ya estaba a punto de encerrarse en su habitación.
Cuando la puerta de su habitación se abrió de golpe, Sunny ni siquiera se giró para mirar de quien se trataba. Primero porque solo vivían ella y Patrick en aquel departamento y segundo porque ya lo había escuchado llamarla al menos tres veces antes de irrumpir en su santuario. Igual mantuvo la mirada fija en los libros sobre su escritorio, estaba demasiado ocupada como para perder el tiempo mirando a Patrick.