Suplantacion: Comienzo Oscuro

Capítulo 3. LA CONEXION

Danilo, impaciente por la espera, decidió entrar en la habitación de su hijo sin previo aviso. La puerta se abrió de golpe, provocando un sobresalto en ambos. Mateo optó por ignorar a su padre y mantuvo su mirada fija en Gaby, mientras ella acomodaba la silla en su lugar. Finalmente, giró lentamente y lo miró con ternura, como si aquel instante fuera el último que compartirían. Fue entonces, cuando sus miradas se encontraron, que Mateo encontró la fuerza para hablar:

  • Hasta mañana -y se volteó para retomar su juego, dejando a su padre atónito.

Gaby reaccionó rápidamente, tratando de disimular su sorpresa:

  • Mañana vendré más temprano, a las 9. Por favor, descansa y no te trasnoches -le dijo suavemente.

Con un aire triunfante y una sonrisa de satisfacción en su rostro, Gaby caminó junto al señor Montalbán y salió de la habitación. Sabía que no podría despedirla, incluso si descubriera en ese momento que no tiene educación universitaria. Sintió un alivio abrumador, como si hubiera superado un desafío colosal. A pesar de esto, entendía que aún no podía considerarse victoriosa por completo. La situación con Mateo es incierta y su padre estará vigilante.

Un paso a la vez, se recordó a sí misma. Había logrado un avance significativo, y eso la llenaba de orgullo. Una vez en la planta baja, se preparó para escuchar lo que el señor Montalbán tenía que decir. Estaba lista para cualquier cosa; no permitiría que nada borrara su sonrisa.

  • Es tarde, he pedido al chofer que te lleve a donde desees -le dijo, admitiendo implícitamente que reconocía su logro.
  • No es necesario, gracias -respondió nerviosa, sorprendida de que se preocupara por ella.
  • ¿Sabes dónde está la parada del transporte público? ¿Puedes llegar por tu cuenta y sin problema?

Gaby tuvo que admitir que no tenía idea. No había pensado en eso. Incluso durante el día, había sido un poco complicado llegar allí y tuvo que caminar una buena distancia. Se sonrojó al darse cuenta de que no había considerado nada de esto.

  • Insisto, no quiero asumir la responsabilidad si te ocurre algo. El conductor está esperando afuera para llevarte -afirmó, dejando claro que no estaba dispuesto a aceptar un rechazo.

Esto era totalmente nuevo para Gaby, tener un chofer a su disposición y viajar en un auto elegante. El solo pensamiento la hizo sentir un hormigueo en el estómago. Con timidez, salió de la casa y efectivamente el chofer la esperaba allí. Él le abrió la puerta con una sonrisa amable.

  • Buenas noches, señorita. Soy Alvaro Martínez -se presentó cortésmente.
  • Buenas noches. Me apena que tengas que trabajar tan tarde por mi culpa -dijo Gaby, sintiéndose mal por pensar que ya debería estar descansando.
  • No se preocupe, este es mi trabajo -le respondió Álvaro con calma y luego le pregunta-, ¿a dónde nos dirigimos?
  • Estamos bastante lejos, ¿puedes llevarme al paradero de autobuses más cercano? Me preocupa que te pierdas al volver.
  • Tranquila, conozco buena parte de la ciudad; además, es una solicitud de mi jefe.

Gaby no tuvo más remedio que aceptar y le proporciona la dirección, con algunos puntos de referencia para que pueda ubicarse mejor, dado que probablemente no conoce su barrio. Sin duda, al despertar esa mañana, no tenía idea de que tendría un día fuera de lo común y extremadamente desafiante. Manteniéndose fiel a una de sus premisas, seguiría fluyendo con la corriente para ver a dónde la lleva.

El vehículo estaba impecable y desprendía un aroma delicioso. Era costoso, cómodo y espacioso, lo cual resultaba extraño para Gaby. Por un lado, se sentía fuera de lugar, pero por otro, disfrutaba de la sensación de ser como una princesa en su carruaje. El viaje a casa fue un verdadero placer, la ciudad lucía hermosa de noche.

A medida que se acercaban a su destino, Alvaro le pidió indicaciones para llegar a su casa. Era un poco más de las 8 de la noche, y había algunas personas en la calle. Su llegada no pasaría desapercibida, y probablemente los vecinos comenzarían a imaginar lo peor. Sin embargo, su conciencia estaba tranquila y planeaba explicárselo a su padre.

Gaby se disculpó con Alvaro:

  • Lo siento mucho, Sr. Alvaro, llegarás tarde a tu casa.

Alvaro respondió con amabilidad:

  • No te preocupes, el tráfico es ligero a esta hora. Hasta mañana.
  • Muchas gracias, que te vaya bien, hasta mañana.

Su padre y madrastra la esperaban ansiosamente. Al mediodía, los llamó para decirles dónde se encontraba, y desde entonces no habían recibido más noticias. Estaban ansiosos por saber cómo le había ido y estaban pendientes de escuchar su aventura.

Gaby les narró lo sucedido, aunque omitió ciertos detalles, como la propuesta que le hizo a Mateo y la arrogancia de su padre.

  • Estoy muy orgulloso, hija mía. Estoy seguro de que podrás ayudar a este niño. No te preocupes por nada -su padre estaba alegre, pensando que la vida le sonreía nuevamente.
  • Te lo dije Gaby, mira cómo están comenzando a cambiar las cosas. Tu nueva actitud y apariencia te está abriendo otras puertas. Tienes que seguir cuidándote y aprender a ser más delicada; ya no estás en un taller -le dijo emocionada su madrastra.




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