El ritmo constante de los días seguía su curso entre Gaby y Mateo. Cada jornada compartían momentos de juego, charlas y también disfrutaban de sus propios momentos individuales. Aunque las conversaciones entre ellos fluían cada vez con más naturalidad, Mateo aún no se sentía listo para abordar su dolor. En un giro contrario a las expectativas de Gaby, su anhelo de compartir sus penas parecía disminuir, a medida que experimentaba mejoras. A pesar de ello, Gaby perseveraba en su esfuerzo por fortalecer el vínculo, ofreciéndole apoyo y compañía en su día a día.
Finalmente, los tan esperados uniformes llegaron y Clemencia avisó rápidamente a Gaby para que bajara a recibirlos. Los cinco conjuntos, diseñados para brindar comodidad y versatilidad en el uso diario de lunes a viernes, estaban compuestos por pantalones y blusas de estilos variados. Los colores seleccionados buscaban resaltar la tez trigueña clara y los ojos café de Gaby, realzando así su belleza natural.
Desde tonos modernos y vibrantes, como el verde esmeralda y el coral, destinados a resaltar la frescura y vitalidad, hasta el elegante modelo gris y azul marino que aporta un toque contemporáneo. La paleta también abarcó el turquesa y blanco para una apariencia versátil, junto con una combinación de tonos violeta y magenta que añadían un toque sofisticado. Finalmente, la opción sutil y cálida de beige con rosado completó la selección.
Al contemplar los conjuntos, Gaby quedó sorprendida; eran verdaderamente hermosos, aunque pequeños y con colores vibrantes. Clemencia, notando su indecisión, le dijo con seguridad:
Gaby se sintió indecisa al enfrentar la elección, pero finalmente optó por el conjunto beige, considerándolo la opción más discreta. Al mirarse en el espejo, quedó sorprendida por la transformación. El uniforme se ajustaba elegantemente a su figura, otorgándole una apariencia diferente. No era capaz de salir, pese a los llamados de Clemencia. Cuando logró salir, ella la apreció con gusto y la elogió:
Mateo la observó al entrar, con una gran sonrisa le dijo:
Gaby sonrió, sintiéndose halagada. No recordaba la última vez que alguien le había dicho que era bonita, y eso debió ser de niña.
Ante la insistencia de Clemencia y Mateo, desde ese momento comenzó a usar los uniformes. Poco a poco, Gaby se fue familiarizando con ellos, aunque al principio le daba miedo ensuciarlos o dañarlos, ya que los percibía como ropa fina y costosa.
Con Mateo, tuvo nuevos avances. Comenzaron a correr las cortinas, hacer ejercicio en la habitación y, aunque aún no salía al balcón, si permitía abrir la puerta corrediza a veces y se asomaba durante unos segundos. Ya había luz y brisa dentro de la habitación.
Un día, Danilo fue a casa en la mañana a recoger algo que había olvidado. Al pasar frente a la habitación de Mateo, se detuvo para escuchar las risas que se oían. Era evidente que estaban felices, y solo el hecho de escuchar a su hijo lo llenaba de alegría y esperanza.
De repente, la puerta se abre, y Gaby aparece. Ambos se sorprenden, ella cierra la puerta, quedando prácticamente frente a frente. Danilo retrocede unos pasos, como si la cercanía le molestara, pero en realidad, la estaba observando. No la había visto con uniforme, y notaba que le sentaba muy bien. Su ropa habitual daba la impresión de tener otra fisonomía, difícil de creer que fuera la misma persona, a pesar de mantener el mismo peinado.
Gaby usaba el uniforme verde con aplicaciones en coral, que le conferían un aire elegante y lleno de energía. No estaba acostumbrada a ser objeto de miradas, lo que generaba cierta incomodidad en ella. Con nerviosismo, se frotaba las manos para aliviar la tensión. Durante años, Gaby había sido observada, pero por motivos distintos. Ahora, se sentía vulnerable ante la mirada de Danilo.
Llevaba días usando los uniformes y, durante el trayecto desde su casa, sentía que todos la observaban. Pero, ahora se sentía diferente, su incomodidad actual radicaba en que Danilo la miraba y era algo intimidante. No podía evitar sentirse intrigada por lo que podría estar pensando su jefe.
Decidiendo romper el silencio, Gaby dijo:
Danilo bloqueaba el pasillo como una barrera humana, y Gaby, sintiéndose atrapada entre la incomodidad y la necesidad de avanzar, evitaba pasar cerca de él. Como si hubiera captado su tensión, Danilo se apartó graciosamente para abrirle paso.
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Editado: 29.12.2023