POV: Allison.
Después de almorzar y contarle el momento penoso a mi mamá haciendo que se ría estruendosamente, me retiro hacia mi habitación para realizar tareas.
Recojo mi celular cuando veo que hay una llamada entrante de... ¿Isaac? Contesto algo extrañada, apenas nos habíamos visto hace cuatro horas.
Llamada telefónica
A: ¿Aló? — digo un poco aturdida. No recuerdo haberme olvidado algo en el auto de él.
S: Allie, lo siento si te llamo desde el celular de Theo, pero necesito que vengas a nuestra casa lo más rápido que puedas — comenta rápidamente Sandy en un tono que no me gusta para nada.
A: Está bien, te aviso cuando llegue — respondo preocupada. Empiezo a ver alrededor de mi cuarto.
S: Te esperamos — dice ella antes de colgar.
Fin de la llamada
Observo los papeles en la mesa de estudio y hago una nota mental de acabar eso mañana, lo que importaba ahorita es ver qué pasaba en la casa de los Burrell.
Con un abrigo y la cartera a la mano, bajo las escalones rápidamente, sorprendiendo a mi mamá, que andaba viendo telenovelas como de costumbre.
— ¿Qué te pasa Allison? — pregunta con un tono molesto, porque odia que uno ande apurado por la casa.
— Me ha llamado Sandy y quiere que vaya a su casa rápido, creo que tiene que ver con Isaac porque ella me llamó desde su celular — apenas termino la frase mi mamá se levanta del sillón con un semblante preocupado.
— Cualquier cosa me avisas por favor, ve con cuidado en el auto — me entrega las llaves. Un poco estupefacta, beso su mejilla y voy hacia la cochera.
Reviso el nivel de gasolina antes de salir y en camino no puedo evitar echarle un vistazo al teléfono, por si hay una nueva llamada.
Llego en veinte minutos. Golpeo la puerta y enseguida la señora Esther me recibe con unos ojos llorosos. Me guía escaleras arriba, donde está el resto de la familia.
— No quiero ser grosera ni nada por el estilo, pero he venido rápido y quiero saber qué pasa con Isaac antes de que la impaciencia me gane — comento cuando ya me encuentro en la habitación de él. Lo observo dormido como un angelito en su cama.
Esther suspira después de sentarse. Gina me analiza con la mirada y Sandy se acerca para abrazarme, gesto que correspondo. El señor Burrell no se encuentra y eso me extraña.
— Ha comenzado a sentirse mal después de que llegó a casa, al principio creí que solo estaba molestando para no contarme algo, pero cuando lo vi tendido en el suelo gimiendo de dolor he gritado y lo hemos llevado al médico — narra Sandy sin que los nervios del accidente se les pase.
— El doctor ha dicho que necesita más líquidos, y como el dolor ha sido intenso, le han inyectado un par de veces y ahora está reposando — complementa la señora Burrell. Me siento a filo de la cama sin permiso, cerca de donde está Gina.
— ¿Y no les dijo con precisión que tiene? — pregunto, acercándome a su pálido rostro, acariciándolo.
Se miran unos instantes. El señor Burrell entra enseguida a la habitación con un par de medicamentos en su mano. Saludo y él asiente.
—Nada grave, pero tiene que cuidarse más en ciertos alimentos y tomar la medicina que le ha mandado — dice Sandy y por un instante, empiezo a dudar sobre lo dicho.
Suspiro cuando veo que él empieza a acomodarse. Sin decir palabra alguna, todos se retiran de la habitación, incluso Gina.
— Ha sido Sandy, ¿verdad? — lo miro extrañado y luego comprendo. Claro que ella debía llamarme.
— Menos mal me ha avisado, he venido en el auto familiar lo más rápido que he podido — él niega. Se mueve en su cama para apartar un lugar. Indica que me recueste.
— Por favor — murmura y retiro mis zapatos con un poco de pena para luego sentarme completamente en la cama, mirándole.
— ¿Me vas a decir que te ha pasado? — interrogo con una mirada seria. Se relame los labios y estoy segura que tiene sed. Observo en el velador una jarra con jugo de limón y le sirvo un vaso.
Lo toma rápidamente y vuelve a acostarse. Acaricio su cabello, mientras él cierra los ojos y respira profundamente.
— No es grave, ¿si? — dice después de unos minutos. Lo único que hace es preocuparme más. Miro al techo y con un leve suspiro devuelvo mi atención hacia él.
— Está bien, pero prométeme que te tomarás los medicamentos y si tienes algún dolor, AVISES — pongo acento en la última palabra. Puede que haya estado quejándose antes y no decir nada para no alarmar a nadie.
— Como digas — susurra. Se acomoda en la cama y supongo que está cansado.
— Descansa — murmuro antes de dejarle un beso en su frente y poner los pies en el suelo. Me acomodo mis zapatos y el abrigo. Antes de retirar mi cartera, toma mi mano.
Mantiene sus ojos cerrados, pero firmemente me pide una sola cosa, algo que seguramente se volverá costumbre: un beso.
Sonrío levemente para depositar un beso en su mejilla. Arruga el ceño y señala sus labios.
— Eres un bandido, Theo — digo riéndome un poco. Abre sus ojos. Están apagados y apenas puede mantenerlos abiertos.
— Mírame a los ojos y repíteme eso — pide haciendo que me acerque más a su rostro. Hago lo que me dice y cuando abrí un poco los labios para decirle de nuevo la frase, estampa sus labios contra los míos. Satisfecho, regresa a su posición.
— Cuídate, bandido, no olvides llamar — digo antes de salir del cuarto. Ya en la sala, Sandy se ofrece a acompañarme hasta la entrada.
Ella mira el suelo todo el tiempo y no estoy segura de preguntarle nuevamente sobre el estado de Isaac.
Abro la puerta del auto y me embarco. Sandy se asoma por la ventana y con una sonrisa algo temblorosa, se despide.