Sophie Bullock
—¿Jules? —le pregunto mientras sostengo su cabello, ella vomita casi tanto como vi a Salomé hacerlo un día de esos no tan buenos —, ¿Estás bien? ¿Quieres que llame a alguien?
Hace una mueca para negar. Ya es la décima séptima vez esta semana que tengo que venir con ella a esto y es preocupante.
—No, solo —otra arcada la ataca, pero esta vez no vomita—... busca mi celular —ordena.
Ella se queda de rodillas ante el inodoro de uno de los cubículos del baño de la escuela y corro hasta donde dejé el bolso, rebusco. Jules es el tipo de chica que tiene un maquillaje empacado para tipo de ánimo, así que entre tantas cosas tardé bastante en encontrarlo.
—¿Crees que eso sea sushi? ¿Qué habrá cenado? —pregunta Anker imaginario.
“Debo buscarle un nombre más corto…”
—No, me gusta ‘Anker imaginario’, tiene personalidad…
Lo ignoro. Últimamente lo hago mucho, porque no deja de soltar su logorrea de comentarios sarcásticos, irónicos, hirientes, o para hacerme gritarle al real por accidente.
Recojo todo el pelo negro de la chica que alguna vez vi impenetrable. Ella se echa contra la pared más cercana y cierra los ojos para respirar un poco.
El cansancio se nota en su tez y finalmente, logro ver estrés y dolor también.
Luego de unos largos segundos, ella abre los ojos. Me deja ver esos azules orbes repletos de lágrimas; en ellos veo los ojos de Anker, los Avery tienen una ternura que la verdad es disyuntiva con su frialdad.
Lo indestructible en ella se esconde, y llora. Mis ojos ni le creen, pero así es. Increible. ¿Qué es lo que le sucede? Quizás las personas como yo jamás podríamos comprender los sentimientos de seres tan complicados como ella.
—¿Jules…?
—Nada —me corta. Se ve en el espejo, limpia sus lágrimas y se sonríe a sí misma. Se absorbe las lágrimas y dejan de salir. Por otro lado, en el celular, ella marca un número de manera rápida —Una cita, hoy a las seis de la tarde —dice no sé a quién —. No, ¿No me escuchó? La necesito para hoy. Pagaré el triple. No puedo a las tres —a esa hora ella está aún conmigo en la escuela—, bien, está bien.
Supongo que consigue lo que quiere, porque corta.
—¿Qué fue eso? ¿Cita para qué?
—¿Qué clases tienes a las tres? —ignora.
—Frances II… ¿Por qué…?
Jules y Anker se parecen más de lo que creen, ambos intimidan apenas con su silueta, su presencia.
Aún estando mareada no se quitó los tacones, y aún estando destrozada jamás dejó de cuidar las pestañas postizas. Por lo cual he aprendido que ella jamás demostraría su debilidad o estado de ánimo, y por tanto, yo nunca sabría cómo estaba realmente solo por ver su estado físico.
—¿Te sientes mejor, Jules?
Es extraño que quién está aquí, ahora soy yo, no una de esas chicas que son sus amigas desde kínder. Últimamente somos ella y yo.
La ayudo a limpiar el borde de su boca y su cara pálida y cuerpo errático me hacen pensar en… ¿Es bulímica…?
—Sí, Sophie —me responde con un poco de desdén. Noto que Jules está lejana de todas las chicas y de Milo incluso; hay una tensión entre ella y Jenna por encima de lo que sea que haya pasado con las otras, así que sé que eso no tiene que ver con mi trabajo… sino más bien con una disputa interna en ese juego de poder que tanto le gusta a estas chicas llevar —, estoy mejor.
Han pasado días desde lo de Milo y no ha permitido que otro chico se me acercara. Eso se lo agradezco, pero… ya no he llevado dinero a casa tampoco.
—¿Quieres irte a casa?
—Estoy mejor aquí, en casa no hay nadie —dice.
—Verdad que vives sola… —me quedo pensando unos minutos —, ¿Quieres que vaya contigo? Puedo cuidarte mientras te mejoras, no creo que puedas aguantar el resto del día de clases.
—Estoy bien —me informa fuerte. Se limpia la cara, lava sus dientes y vuelve a maquillarse como si nada hubiera pasado —, más que bien —camina hasta mí, su taconeo aún es inseguro, pero jamás dudoso. Ella no necesita esos tacones, es muy alta. Para frente a mi persona y me sonríe… hay un ápice de… no odio ahí —. ¿Puedes no decirle a nadie de esto?
—No es como que quiera hacerlo…
—Gracias. Vámonos, el último período de clase está por empezar.
Salimos del baño, saca su celular y comienza a deslizar por su perfil. Me notifica que sus seguidores aumentaron aún más despúes de la pasarela con Anker.
—Nicole está saliendo con un chico mayor —dice sin verme—, harán una fiesta el viernes, ¿Quieres ir?
—¿Eh? —me quedo sin palabras y dejo de caminar. ¿Jules me está invitando? Siempre era una de las chicas que me llevaba, pero jamás toma el primer paso para invitar a nadie.
—Sí, ¿Vendrás? —fija su mirada en mí —Si no quieres, no vengas. Nicole quiere parecer muy madura para ese tipo, así que ese lugar será muy salvaje.
—Sí, sí, claro que iré —le digo. Sonrío.
—No irás sin mí, si vas avísame, vamos juntas. Te destrozarían esos universitarios de inmediato. Te ves como carne nueva.
Entra a clases y todos la miran. Sin excepción. Apenas mantiene la cabeza arriba, pero al mismo tiempo no deja salir ni el mínimo de debilidad en sus facciones. Finge que todo está bien, que nada salió de su control.
¿Siempre había sido así? Todo este tiempo que la he mirado como si fuera de acero…
Pretende que nada pasó, pero yo sí sé que lloro en el baño de la escuela, como cualquier mortal.
+
Al final, durante mi hora de francés, Jules me escribió para notificarme que me apurara a salir. Ya ha pasado todo el horario. Sigue estando mareada, así que me ofrezco a llevarla a casa y cuidarla unas horas, pero no quiso. Ignoró, obviamente, cada comentario que salió de mi boca.
Clover se me acerca a preguntarme si quiero que ella me lleve a casa en su motocicleta, pero todo eso fue solo una excusa para que ella pueda preguntarme sobre los rumores. De manera muy poco honesta, los niego.
#16841 en Novela romántica
#3041 en Chick lit
prostitucion romance, moda y fama, adolescentes euforia malas decisiones
Editado: 21.07.2024