Tiempo actual.
Él estaba acostado pensando en la única chica que ha logrado nublar sus sentidos de la manera en que ella, Anais lo hace.
Tomo el teléfono para llamarla y caía la contestadora hasta que a través de la línea solo se escuchó un sollozo y eso lo puso en alerta llamando toda su atención, su corazón iba desbocado.
— ¿An? ¿Estás bien? ¿Qué sucede?—escuchó un suspiro pero no era ella.
—Soy Lucia, su hermana— él se asustó más y ella no sabía cómo decirle a ese chico que su hermana estaba mal—Anais acaba de tener un accidente y está...— sollozó— está muy grave.
Su corazón cayó, era su sol, su único y más grande amor. Esto no podía ser, soltó el teléfono y salió corriendo, corrió y corrió hasta llegar a su casa, toco y salió la abuela llorando, le dijo cuál era el hospital y se fue hacia allá rápidamente.
Al llegar pudo ver a Lucia sentada en la sala de espera y se acercó corriendo.
—Lucia—la llamo— ¿Dónde está?—ella le dijo la habitación y apresuradamente camino hacia allá.
Él entró y al verla conectada a esas máquinas se le rompió el corazón, se acercó y con su mano acaricio su mejilla magullada.
Ella estaba sumida en lo más profundo de sus pesadillas justo donde ella iba en dirección a donde su amigo Jasón y cruzando la calle un auto iba hacia ella a toda velocidad, propiciándole un fuerte golpe en la cadera y lanzándola hacia el otro extremo de la calle llevándola a la inconsciencia.
Abrió los ojos de golpe y Jasón se acercó asustado.
— ¿An? ¿Todo bien?—ella parpadeo y asintió.
—Jasón...—largo un suspiro—te amo—cerro los ojos y todas las maquinas comenzaron a sonar.
—An... ¡An! Despierta cariño—la movió— por favor An despierta... yo también te amo, no me dejes, no tú—los médicos entraron y lo quitaron de su lado, lo sacaron de la habitación y comenzaron a tratar de reanimarla, ya no se podía hacer nada.
El chico cayo en el suelo frio de ese hospital sollozando, su vida se iba con ella, todos los sueños juntos fueron lanzados sin piedad por el precipicio.
Salió de allí tambaleándose, sentía que se asfixiaba, que su vida se extinguía y que sus terminaciones no respondían.
Caminó y caminó, no quería llegar a su casa todavía. Se detuvo al llegar al observador de pronto los recuerdos lo envolvieron y escuchó su risa, esa hermosa risa. Por su mente pasó todo lo que vivieron y su corazón se comprimió, era catastrófica su ausencia y así será siempre.
Una semana después.
Todo después de enterrarla empeoro, sentir ese vacío en su pecho que lo está llevando al abandono propio de un ser ya no encuentra una razón para seguir.
Solo una semana y ya sentía que no podía, su partida había sido la suya también y eso acumulaba un dolor más fuerte en su ser.
Una semana en donde salir de su habitación era imposible, la lastima reflejada en los rostros de sus padres y su hermana lo perturbaban más.
No sabía si lograría soportar ese calvario.
Tiempo atrás.
Llevaban planeando esta salida hace ya varios meses pero no habían podido efectuarla hasta ese día.
Iban ambos en la camioneta del padre de él hacia la playa, todo estaba preparado y hasta pensaban quedarse a dormir.
Era de madrugada, querían ver el amanecer y el atardecer juntos.
Él tamborileaba sus dedos en el volante al ritmo de la música y ella solo lo observaba, desde el primer momento en que lo vio en la universidad le pareció atractivo, su sola presencia transmitía rudeza y a la vez tranquilidad, le gustó pero siempre ha tenido miedo de confesarlo, su mejor amigo podría ser egocéntrico con los demás pero a su alrededor esa aura fría que siempre cargaba se cambiaba a cálido y amoroso, siempre era así.
Ella desvió su atención a la carretera oscura; él volteo a verla y a su mente llego el día que la vio por primera vez, su delicadeza y su sencillez lo cautivaron, quiso ser arrogante con ella pero su carácter y temple lo detuvieron de golpe, su enigmática presencia lo atrapo.
Ambos se perdieron en lo que a su alrededor ocurría, llegaron a eso de las cuatro de la madrugada. Bajaron todo y armaron la carpa.
Ella quitó sus sandalias de sus pies y maravillada por el olor del mar y la calidez de la arena, camino hacia la orilla y ahí se quedó, poco después sintió la presencia de Jasón a su lado y se quedaron mirando el mar.
Él se acercó a ella y le agarro la mano para llevársela a los labios y depositar un beso allí, ella lo miro extrañada y se acomodó un mechón de cabello detrás de la oreja y sonrió.
—An... me gustas—ella sorprendida lo miro—desde el primer día en que te vi.
Ella se alejó de golpe y se acercó más al mar logrando mojar sus pies, abrazándose a ella misma con fuerza, necesitaba recomponerse. Quería gritarle que también le gustaba pero las dudas eran muy grandes, él tenía experiencia y ella solo era una chica inocente que mataría a cualquiera que quisiera acaba con su paz y destrozar su corazón.
—An...—ella volteo furiosa— lo siento— y como podría olvidarse de Alex, su novio—he sido un idiota, lo sé pero esto es puro, es genuino.
— ¿De qué hablas?—le espeto furiosa—tengo novio ¡por Dios! y entonces vienes tu a decir que te gusto, espere meses para que esto pasara pero tú te ibas con cuanta estúpida veías, no es cuando se te dé la gana, me estoy dando una oportunidad, quería sacarte de mí corazón porque sabía que solo me veías como amiga y me sales con esto, no puedo—y salió corriendo lejos de él.
Si, por idiota no lucho al principio y que decidirse ahora que ella esta con alguien es egoísta pero él siempre ha sido así, un idiota egoísta pero que ahora está decidido a no perderla, a luchar por ella.
Salió detrás de ella intentando alcanzarla, quería besarla y nunca soltarla, la necesitaba.
— ¡An!—le agarro el brazo y la pego a él—por favor... te amo, me gustas y lo sé desde el primer momento pero soy un cobarde, uno que no es capaz de luchar por lo que quiere—ella evitaba su mirada, ya en ese punto se sentía perdida.