Tal vez es ahora

Capítulo 7

Tyler

–¡¡Tyler!!

Miro a mi hermana correr hacia mí y me apresuro a cogerla en brazos cuando llega hasta mí. Da igual los días que estemos sin vernos, ya sean 2 o un mes, siempre viene hacia mí con esa alegría que la caracteriza. Y yo no dudo en responder a su abrazo.

–Algún día me vas a tirar al suelo –comento, divertido, y la dejo en el suelo–. ¿Has traído tus cosas?

–¡Sí! ¡Y unas raquetas pequeñas para que juguemos juntos en la playa!

–Genial –sonrío y miro a mis padres–. La llevaré a casa después de cenar, no hace falta que vengáis vosotros.

En un principio, también iba a ir yo a recogerla. Pero mis padres me llamaron y dijeron que la traerían ellos antes de que se fuesen. Y, sinceramente, lo prefiero así.

–Está bien –dice mi padre–. Nos avisas si pasa algo.

–No lo dudéis –asiento con la cabeza–. ¿Dónde vais a ir vosotros?

–Haremos diferentes paradas por varios mercados que hemos visto por Internet –dice ahora mi madre.

–Pasadlo bien.

–Lo haremos –sonríe y se acerca a mí–. Vosotros también. Y cualquier cosa, ya sabéis –y deja varios besos en mi mejilla.

–Mamá…

–Hijo, ya podrías ser igual de cariñoso que tu hermana –comenta y mira por encima de mi hombro. Ashley está sentada en el sofá, con una mochila a su lado y mirando la televisión. Mi padre y yo intercambiamos una mirada divertida–. Ashley, papá y yo nos vamos. Pórtate bien con Tyler, ¿eh?

–Sí, me portaré muy bien. ¡Adiós, mamá! ¡Adiós, papá! –se despide de ellos rápidamente, sin dejar de sonreír.

Mis padres se marchan, repitiendo una vez más que les llamen si ocurre algo, y unos minutos más tarde estoy solo con mi hermana. Ha encendido la televisión y ha elegido un canal donde ahora mismo están saliendo unos dibujos animados que nunca antes había visto.

Me siento a su lado y la miro.

–¿Quién te ha dado permiso para encender mi televisión?

–Yo sola. Pero tú me dejas, ¿a qué sí? Eres mi hermano. Me tienes que dejar.

–¿Y no te apetece más que vayamos a nuestra cafetería, desayunemos tortitas con sirope de caramelo o chocolate y pasemos el día fuera?

–¡Sí! –exclama al instante, levantándose del sofá con un pequeño saltito–. ¡Vamos, vamos!

Río y me levanto también del sofá, apagando la televisión en cuanto lo hago. Ella se coloca su mochila en sus hombros y yo aprovecho para coger mi cartera, mis llaves y mi móvil. Después, salimos juntos de mi casa.

Ha estado aquí en más de una ocasión, sobre todo cuando ha querido ir a la playa y se ha quedado en mi casa al estar ésta a pie de playa. Y cada vez que ha estado aquí, ya haya sido sola o con nuestros padres, tenemos la costumbre de ir a una cafetería que hay cerca de mi casa a desayunar juntos.

De hecho, una de las mujeres que trabaja ahí y que nos conoce desde hace años, Celestine, ya nos conoce demasiado como para saber qué vamos a querer en cuanto entramos por la puerta. Siempre ha sido una mujer encantadora.

Y eso es lo que ocurre cuando la mujer de pelo rubio y algo canoso recogido en un moño y de ojos marrones nos ve entrar en la cafetería.

–Ya están aquí mi pareja de hermanos preferida –nos sonríe cuando se acerca a nuestra mesa de siempre.

–¡Hola, Celestine! –exclama mi hermana con su alegría de siempre.

–Hola, cariño. Hacía mucho que no te veía –me mira–. ¿Qué tal, Tyler?

–¿Cómo va todo? –le digo yo.

–Todo como siempre, ya lo sabes. Con muchos dolores de espalda y de piernas, pero nada que no sea normal a mi edad.

–¿No has pensado que deberías tomarte un descanso, Celestine?

–Siempre me lo dices, Tyler. Pero ya sabes que me llevo muy bien con el trabajo, y que no quiero quedarme en casa todo el día. Además, si dejo de venir, os dejaría de ver tan a menudo –nos lanza una sonrisa a todos–. Bueno, lo de siempre, ¿verdad?

–Sí –asiento con la cabeza.

Desaparece tras la barra de la cafetería, avisándonos de que no tardará en volver, y yo vuelvo a mirar a Ashley.

–Y cuéntame, ¿cuándo tienes el campeonato?

–En dos semanas –contesta, emocionada–. ¿Vendrás a verme?

–Claro que sí, no me lo voy a perder por nada del mundo –le sonrío–. Voy a estar en primera fila, animándote.

–¿Sí?

–No lo dudes –le guiño un ojo.

Ella sonríe, entusiasmada, y Celestine llega en ese instante con nuestros respectivos desayunos.

Desayunamos con tranquilidad mientras ella me habla de lo que ha hecho en clase, del cumpleaños al que fue hace unos días de uno de sus amigos y de los nuevos pasos que ha aprendido en sus clases de gimnasia, los cuales me enseñará más tarde. Yo la escucho atento en todo momento, sin perder detalle de lo que dice e interviniendo de vez en cuando.

Puedo parecer un borde y un chico serio –de hecho, lo soy–, pero con Ashley no me importa dejar esa seriedad a un lado y mostrarme igual de entusiasmado como lo parece ella mientras me cuenta sus cosas. De hecho, es de las pocas personas a las que no me importa escuchar en todo momento y yo limitarme a escuchar.

Un rato más tarde, terminamos de desayunar, así que le pago a Celestine, dejándole la propina que le suelo dejar siempre.

–¿Y el rodaje bien? –me pregunta antes de que Ashley y yo nos vayamos.

–Sí. Va bastante bien.

–Estoy deseando ver cómo termina esa trilogía.

–Te regalaré unas entradas para que vayas a verla cuando se estrene. A ti y a tus hijos.

–Eres un cielo, Tyler. Qué pena que sonrías tan poco –bromea.

Enarco una ceja, sonriendo de lado, y ella ríe. Finalmente, Ashley y yo nos despedimos de ella y salimos de la cafetería.

–¿A dónde te apetece ir ahora? –la miro–. ¿Vamos ya a la playa? ¿O quieres ir antes a algún otro lado?

–¡A la playa!

–Genial. Pues vamos a la playa.

Agarra mi mano al instante y se sujeta con fuerza antes de cruzar la calle e ir a la playa a pasar la mañana.



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En el texto hay: romance, amor, cine

Editado: 04.01.2021

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