Tal vez es ahora

Capítulo 26

Nora

Miro a mi alrededor y me detengo en los rostros de cada personas que hay en la casa de Selena. Apenas conozco a nadie; de hecho, sólo conozco a mis padres y a Olivia, quienes también han asistido al entierro y ahora están aquí.

Selena se encuentra ahora mismo hablando con un par de personas; o, mejor dicho, ella escucha mientras los demás están hablando. Me detengo un momento en ella y al instante adivino la incomodidad y las ganas que tiene de marcharse de allí.

Creo que lleva así todo el día. Desde que me llamó para darme la fatal noticia de que Tara había fallecido, no quiere ver a nadie que no sea su padre o, en todo caso, yo. He estado con ella desde esa llamada, salvo por las noches, en las que volvía a mi piso y yo volvía a llorar la pérdida de la que consideraba mi segunda madre, de quien no me pude despedir como me hubiese gustado. Aún sigo sin asimilar que no volveré a verla, que no volveré a escucharla y que no volveré a pasar tardes con ella.

Cojo aire y lo voy soltando lentamente, intentando no romper a llorar de nuevo. Suficiente he llorado en el entierro. No quiero romperme otra vez.

Ahora mismo estoy sentada en el sofá del salón de la casa de mi mejor amiga, con tres personas hablando cerca de mí, pero que, obviamente, no conozco de nada. Mis padres y Olivia están hablando con el padre de Selena. Me detengo también un momento en mirar a esas cuatro personas y en pensar si debería acercarme.

Me hubiese gustado que Tyler estuviese aquí conmigo. Desde esa llamada ha estado pendiente de mí y preocupado tras ver que no dejaba de llorar en ningún momento. Pero hoy no ha podido venir. Según me explicó anoche, tenía una entrevista junto a una sesión de fotos y, obviamente, no podía faltar. Por supuesto, lo entiendo; pero sí es cierto que me hubiese gustado que no tuviese nada que hacer hoy.

Mi mirada vuelve a cruzarse con la de Selena, quien ahora mismo me está mirando, y al instante adivino el significado de su expresión. Rápidamente, me levanto del sofá y me acerco a ella.

–Hola, perdonad que os interrumpa –digo nada más acercarme a ella, ganándome la atención de las otras dos personas–. Pero, ¿podría llevarme a Selena un momento? Necesito su ayuda en una cosa.

Es lo primero que se me ha pasado por la cabeza, y espero que suene creíble.

–Oh, no te preocupes. Ve con tu amiga, cielo –habla la mujer de pelo castaño y corto.

–Sí, eh… gracias por venir –murmura mi mejor amiga–. Vamos, Nora.

Agarra mi mano y, tirando de mí, nos alejamos de ese matrimonio tras una rápida despedida. Sigo sus pasos sin decir anda y, en pocos segundos, entramos en el cuarto de baño.

–Necesitaba irme de allí –dice Selena nada más entrar en el baño, cerrando la puerta a su espalda–. Agradezco mucho a todo el mundo que ha venido, pero me agobian demasiado.

–Sube a tu habitación. Si alguien pregunta por ti, puedo decir que te encontrabas un poco mal y querías descansar –propongo, viendo cómo se apoya en el lavabo.

–No, no quiero que mi padre piense que me he escaqueado –suspira, con los ojos cerrados–. No puedo más, Nora. Mi madre se ha muerto y la gente no para de repetirme que era una mujer increíble y que seguro que allá donde está, estará conmigo. ¡Pero no está! ¡Se ha muerto y yo… yo no la volveré a ver!

Y rompe a llorar de nuevo.

La miro con tristeza, sin decir nada. Me limito a agarrar su mano con suavidad, girarla hacia mí y abrazarla con fuerza. Sigue llorando en mi hombro, abrazándome con mucha más fuerza, y me muero el labio inferior, sintiendo como yo también puedo ponerme a llorar en cualquier momento.

–Sólo han pasado dos días y… y la echo de menos. Yo… no sé cómo… cómo voy a poder vivir sin ella –añade, con la voz entrecortada.

–Yo también la echo de menos –murmuro, secándome una lágrima que no podía contener más–. Y no te voy a decir que será fácil y que lo superarás, porque sé que va a ser difícil hacerlo y que siempre vas a echarla de menos. Pero llegará un momento en el que cuando la recuerdes y hables de ella, conseguirás hacerlo con una sonrisa, sin romper a llorar.

–No me veo capaz de hacerlo.

–Pero yo sí. Y sé que lo harás. No digo que lo vayas a hacer de la noche a la mañana, pero… lo conseguirás.

Hay un momento de silencio entre nosotras. Nos seguimos abrazando con fuerza mientras ella sigue llorando en mi hombro, aunque cada minuto un poco más relajada.

Por supuesto, yo no me separo de ella y espero a que sea Selena la que decida separarse de mí. Lo hace varios minutos más tarde, sorbiendo por la nariz, y miro como se inclina sobre el lavabo y se moja la cara varias veces con agua fría. A pesar de ello, aún se nota el pequeño hinchazón en sus ojos y la rojez en éstos.

–¿Crees que… que estará orgullosa de mí? –murmura de repente, mirándome a través del espejo.

–Claro que sí –digo al instante, acercándome a ella–. Siempre lo ha estado.

Asiente, cogiendo aire y soltándolo lentamente, y vuelve a mirarse en el espejo. Yo me quedo tras ella, mirándola también en su reflejo, y la abrazo por la espalda durante sólo dos segundos, dándole un beso en la mejilla.

–Quédate aquí y relájate un poco antes de salir. Yo voy a salir y voy a por algo de beber para las dos –le digo.

Vuelve a asentir con la cabeza y, tras lanzarle una última mirada a ella y a mi reflejo también, la dejo en el baño y yo voy a la cocina. Allí se encuentra mi hermana con mis padres. Me acerco a coger dos vasos y los estoy llenando de agua fría de la nevera cuando Olivia se sitúa a mi lado.

–Había ido a buscarte, pero no te encontraba.

–Estaba en el baño con Selena –le explico, terminando de llenar los vasos–. ¿Quieres beber algo?

–No, no me apetece –contesta, así que vuelvo a guardar la jarra de agua en la nevera–. ¿Cómo… cómo está Selena? Bueno, vaya pregunta más tanto. Me imagino cómo puedes estar. Pero… ¿puedo ayudar en algo? No he podido hablar mucho con ella, y tampoco tengo muy claro qué decir.



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En el texto hay: romance, amor, cine

Editado: 04.01.2021

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