Capítulo 27

Nora

–¡Y queda muy poco para terminar el rodaje, así que quiero a todo el mundo totalmente concentrado! –termina de hablar Marcus, dando una palmada al terminar la frase.

Todo el mundo vuelve a su tarea, incluida yo. Después de tres días en los que he venido, tengo que ponerme de nuevo a tope con el trabajo. Hablé con Marcus y le conté lo ocurrido, así que me permitió faltar un par de días y yo, por supuesto, acepté. Me apetecía estar en casa y con Selena.

Termino de colocar una de las cámaras, ya que hemos estado grabando fuera, y suelto un suspiro cuando termino de hacerlo. Me aparto el pelo de la cara, me coloco el jersey gris que llevo hoy y me acerco a coger mi bolso.

Pero en mi camino aparece Tyler.

–Como vuelvas a aparecer así, te mato. Qué susto –comento, llevándome una mano al pecho.

–Lo siento, Pitufina –él sonríe, divertido.

Niego con la cabeza, pasando por su lado, y me cuelgo el bolso el hombro. Después, me giro de nuevo hacia él.

–Hoy es el cumpleaños de Ashley –me dice y abro los ojos como platos.

–¡¿Y no me lo dices antes?!

–Te lo estoy diciendo ahora.

–¡Me lo podrías haber dicho antes!

–Te lo he dicho con suficiente tiempo para avisarte de que quiere que vengas esta tarde. Va a celebrarlo en casa con nuestros padres y algunos amigos, y quiere verte.

–Tyler, por eso mismo me tenías que haber avisado. ¿Cómo me voy a presentar allí sin regalo?

–Tampoco es para tanto –se encoge de hombros–. ¿Vienes?

–Claro que voy, pero tú –pongo un dedo en su pecho– me vas a acompañar a comprarle un regalo. Justo ahora. Así que venga, vamos.

–Ya me tendría que haber imaginado que reaccionarías así.

Salimos los dos del set de grabación y nos acercamos al aparcamiento. Por el camino, nos cruzamos con Bonnie y Dylan, de quienes ya os podéis imaginar la expresión de la primera en contraste con la sonrisa y la despedida amable de Dylan.

–Vale, sígueme –le pido a Tyler cuando me detengo frente a mi casa.

–¿Vas a estar así de mandona todo el día? –pregunta, alzando una ceja.

–Así sabrás lo que se siente –sonrío angelicalmente–. Venga, no queremos llegar tarde.

Subo a mi coche y, un minuto más tarde, ya estoy conduciendo al centro comercial más cercano. Ni siquiera tengo ni idea de qué puedo comprarle a Ashley, así que espero que Tyler me ayude.

Aunque… espera. Es el cumpleaños de Ashley. Por lo tanto, además de los padres de ellos dos –a quienes volverá a ver después de aquella pillada en su casa–, habrá algún familiar más, ¿verdad? Además de sus amigos y amigas.

Vale, ya me estoy empezando a poner nerviosa.

Intento mantener esos nervios a raya y miro por el retrovisor, viendo el coche de Tyler justo detrás de mí. Sonrío y vuelvo la vista al frente, concentrándome en la carretera.

Al llegar al centro comercial, busco un aparcamiento libre entre los muchos coches que ya hay aquí y, al encontrarlo, espero a que Tyler también lo haga y llegue a mi lado. Minutos más tarde, ya estamos los dos en el ascensor, subiendo a la primera planta.

–Dame consejos –le pido–. ¿Qué le puedo comprar a Ashley?

–La verdad, es que podrías presentarte sin regalo. Lo único que le apetece es verte, me lo ha dicho.

–Es su cumpleaños, seguro que quiere algún regalo –se abren las puertas del ascensor y los dos salimos–. Venga, dime. No podemos tardar mucho.

–Los bolsos le gustan. Los collares y las pulseras y esas cosas también. Y… –hace una pausa–. Bueno, y las cosas de gimnasia también, obviamente.

–Vale, pues… –miro a mi alrededor y detengo mi mirada en una tienda, donde puedo ver que hay cosas para niños y niñas–. Entremos ahí.

Inconscientemente, agarro su mano y empiezo a tirar de él, pero cuando me doy cuenta de ello, suelto el agarre y camino a su lado apresuradamente para entrar en esa tienda. Tal y como le dije a Selena hace unos días, no hemos hablado de nuestra relación y no quiero arriesgarme en hacer algo que no le guste o pueda molestarle.

En la tienda, miro a mi alrededor y me detengo en la zona donde veo varios bolsos. Me acerco rápidamente y miro cada uno de ellos con atención. Hasta que me fijo en uno de ellos que, más bien, es una pequeña mochila: blanca, con la silueta negra de Minnie Mouse en el centro y un lazo rojo incorporado con un poco de brillo.

Lo cojo, miro el precio y sonrío ampliamente. No es nada caro. Así que me giro hacia Tyler con la misma sonrisa, enseñándoselo.

–Muy bonito –comenta, con cierta indiferencia.

–Podrías mostrar más interés –pongo los ojos en blanco y camino hacia el mostrador para pagar, donde hay diferentes colgantes, pulseras y pendientes colocados. Me los quedo mirando–. ¿Tú que le has comprado?

–Quería un juego de Lego y, como buen hermano que soy, se lo regalo.

–Claro –río por lo bajo y elijo un pack donde vienen seis pulseras del mismo estilo, pero de diferentes colores–. Y esto también.

Coloco todo sobre el mostrador y le pido que me lo envuelvan para regalo.

Minutos más tarde, salgo de la tienda contenta de haber podido encontrar un regalo a última hora y, de nuevo el uno al lado del otro, bajamos por el ascensor y vamos hacia nuestros respectivos coches.

–Oye, Nora –me llama y le miro–. Llevo desde esta mañana queriendo hacer una cosa, y no me has dejado hacerlo.

–¿A qué te refieres? –frunce el ceño.

No contesta.

Se detiene frente a mí y, colocando una mano en mi nuca, se inclina hacia mí y deja un beso suave en mis labios de varios segundos. Al separarnos, vuelvo a sonreír.

–Ahora sí –dice él, de nuevo caminando hacia su coche–. ¡Sígueme, la casa de mis padres no queda muy lejos de aquí!

Niego con la cabeza y entro en mi coche al tiempo que él también lo hace en el suyo. Ahora soy yo quien le sigo en todo momento, en dirección a casa de sus padres. Evito cualquier pensamiento que tenga que ver con que estaré en la casa de sus padres, con ellos y, seguramente, algún familiar más para mantenerme tranquila en todo momento.