La molesta luz del sol me encandila, no sé porque demonios no cerré la cortina antes de venir a la habitación y quedarme dormida, mi cuerpo está cansado y mi mente pide a gritos que no me levanté, quiero escucharla, no quiero levantarme, es domingo, tengo derecho de quedarme aquí, con el cuerpo relajado en el cómodo colchón que se encuentra de bajo de mi espalda, pero algo me hace levantarme, algo que acabo de sentir, como una mano pasa por mi cintura, un brazo rodea mi cuerpo, una mano callosa recorre mi cintura, una mano que acarició mi espalda la noche anterior, una mano que me sujetaba de la espalda para no separarme ni un centímetro de su dueño, me giro y lo miro.
Corey es tapado por una sábana blanca, su torso desnudo es lo único que puedo ver, yo estoy aquí, completamente vestida como la niche anterior, el beso fue salvaje, sentía que nuestras lenguas en algún momento se iban a enredar debido a la urgencia que teníamos, pero un golpe de realidad llegó a mí y me separé, no podía seguir, no podía estar con él, no hasta saber que lo que me dijo Mario era verdad, no podía hacer como si nada de lo que pasó la noche antepasada hubiera quedado en el olvido, quiero perdonarlo pero no como así, él quiere que sea honesta con él, yo también quiero que sea honesto conmigo, ya que no pienso soportar el mismo infierno que viví con mi papá durante tantos años.
-¿Qué hora es? – dice Corey abriendo levemente un poco el ojo.
-No lo sé, ¿las ocho? – digo mirando mi celular.
-Hola – me dice con media sonrisa, yo le devuelvo el gesto.
-Hola, espero que Andi no haya llegado, porque me mata si se entera de que estás aquí.
-No te preocupes, me iré antes de que ella llegue – dice borrando la sonrisa de su rostro.
Luce herido, luce decepcionado, su mirada me parte el corazón, trato de mantenerme serena, trato de no doblegarme ante la imagen tan dura que estoy viendo, no quiero mirarlo así, luce como si lo hubieran torturado y con los golpes que aún tiene marcados en la cara, debo admitir que verlo así la noche anterior, verlo tan herido, casi me hizo querer volver a su lado, casi.
-¿Qué paso anoche Corey? – me atrevo a preguntar después de un silencio que para mí se hizo eterno.
-No importa – dice volteando la mirada a otro lado.
-Ves, ahí vas otra vez – digo con fastidio sentándome en la cama –. Me sigues ocultando cosas, y crees que con un "no importa" vas a solucionar todo, Corey esto no puede seguir así – él sigue mirando a otro punto, pero ha bajado un poco la cabeza, no piensa enfrentarme –. No podemos estar juntos hasta que no seas sincero conmigo – algo parece accionarse en él ya que de inmediato me ve.
-Te lo diré, ¿está bien? – dice con una expresión enojada –. Me sentía mal, me sentía como la peor de las personas de todo el mundo, me estaba torturando el saber que mi reacción te había ahuyentado, te había hecho escapar de mi casa, hice lo que hago cada vez que me pongo así, voy al maldito bar y bebó hasta que mi cerebro queda ahogado en alcohol.
-¿Te emborrachas cada vez que tienes un problema? ¿Por qué?
-Creo que tú deberías saberlo más que nadie ya que viviste con un alcohólico – la dureza en su voz me hace encogerme de hombros, me hace bajar levemente la cabeza –. El alcohol es lo único en lo que me reconfortó cada vez que siento que no hay otra manera, cada vez que siento que la he regado hasta la mierda.
-¿Y-y los go-golpes?
-Iba saliendo del bar, ya estaba jodido en alcohol, vi a esos tipos fumando en un callejón, iba cruzando cuando me arrojan el humo de esas porquerías en la cara, me volteé, los confronté, me golpearon un par de veces, pero me pude encargar de esos hijos de puta.
-¿Te peleaste por una maldita borrachera? – pregunto casi sin creer lo ridículo que se ve diciéndome eso.
-Al menos di que fue una pelea – dice con un tono de frialdad.
-¿Qué otra cosa has hecho cuando estas borracho? – pregunto, pero él se queda callado –. Corey contesta.
-Me acuesto con cualquier mujerzuela que tenga delante de mí – abro la boca de inmediato, pero no tengo nada que decir, así que me quedó callada –. Así es, tengo sexo sin pensarlo cuando estoy borracho.
Lo dice como si nada, como si no importara, siento como si me hubieran arrojado un balde de agua fría, como si hubieran puesto un taladro en mi estómago y me hubieran atravesado con él, me siento herida, triste y... celosa, celosa porque se lleva a cualquier perra a la cama, celosa porque las besa y las toca, celosa porque les hace lo que quiero que me haga a mí... ¿en que demonios estoy pensando?
-No quería saber eso – es lo único que digo sin gritar.
-Tú quería que te lo contará todo ¿no? Pues ahí está, esa es la puta verdad.
-Y para colmo me lo dices como si nada – suelto con odio y rencor.
-Lo lamento cariño, pero no hay otra manera de hacerlo, uno no puede ser sutil con el hecho de que tuvo sexo con alguien en una borrachera...