(Sue)
No importaba si dormía 12, 10, 9 0 3 horas, siempre iba a estar con sueño. La flojera corre por mis venas junto a los glóbulos rojos y todas esas cosas.
Allí estaba yo, sentada en mi puesto de siempre, a primera hora de la mañana, masajeando mi cabeza.
Tenía tanto sueño que ni si quiera había prestado atención a lo que me puse. Llevaba unos jeans viejos y un poleron rojo. Ni si quiera me había peinado, porque no tenía ganas de buscar el cepillo, así que solo me até el cabello en una cola alta que estaba muy desordenada. Toda yo expresaba que no tenía ganas de existir.
—¿Sabes? Te conozco hace una semana y todos los días te he visto así de muerta —dijo mi compañero sentándose a mi lado—. Eres un zombie, risitas.
—Deja ya ese estúpido apodo —gruñí.
—Wow. ¿La bebé se pone de mala si no duerme? —bromeó y yo le saqué el dedo del medio—. Que modales.
—Cállate, Nick —bebí un sorbo del café que había traído, viendo como una sonrisa divertida aparecía en su rostro, haciendo brillar sus ojos—. Traje tu cargador. Está en el bolsillo pequeño de mi mochila, por si lo quieres sacar.
—Tú deberías entregármelo. Es tu mochila —añadió sin dejar de sonreír.
—Sí, pero estoy cómoda y no quiero moverme —giró los ojos mientras pasaba su lengua por sus labios, intentado disimular lo divertido que estaba con mi actitud de esta mañana, y mi mirada calló a ellos, por un breve segundo. Sentí que mis mejillas se sonrojaron en cuanto una estúpida idea pasó por mi cabeza, por lo que desvié la mirada al frente. Mientras tanto e ignorando mi reacción, Nick se agachó a recoger mi mochila del suelo—. Y aprovechando que estás allí ¿podrías pasarme mis cosas?
—A sus órdenes, my lady —no pude evitar reír mientras él me entregaba mi cuaderno y estuche, y terminaba haciendo una reverencia, que hizo que la risa aumentara.
Llegué a la conclusión de que existen dos tipos de personas en un día lunes por la mañana: los que estaban como yo, muertos de sueño, deseando estar en nuestra cama; y los sujetos como Nick, que estaban radiantes y con el humor suficiente para bromear.
Reúnanse los que son como yo y durmamos felizmente.
La primera clase paso demasiado lenta ¿Por qué las clases aburridas siempre pasaban así?
Te aborrezco matemática del demonio.
Cuando el timbre sonó, Nick y yo fuimos al lugar donde pasábamos los recreos: las gradas. Ese sitio se había convertido en un lugar en donde podías hallar la paz cuando la necesitaras, ya que estaba casi vacío. Las únicas personas allí, parte de nosotros, era un chico de primer año jugando con su teléfono, una chica que parecía estar durmiendo sobre su mochila y otro chico escuchando música. Los mismos 5 de siempre sentados en esas gradas.
—Oye. Mi hermana de mando eso —dijo entregándome una tarjeta morada. La tomé, confundida y la abrí.
Era una invitación de cumpleaños que decía: "Ven a celebrar mi cumpleaños N°7 conmigo", junto con la hora y el lugar. Sonreí.
—¿Cómo es que se volvieron tan intimas en tan solo unas horas?
—Soy un encanto —respondí guiñándole un ojo.
—¿Enserio? ¿Podrías ser así conmigo?
—Mmm... No. Mi límite es uno y tu hermanita se lo ha ganado.
—Te hago compañía.
—No te lo pedí —puso la mano en su pecho, poniendo una cara dramática y yo volteé los ojos—. Pero... no me molesta que lo hagas —el rio y yo solo me limité a observarlo sonriendo -. Además, soy más cariñosa contigo que con muchas otras personas, si te sirve de algo.
—Sí. Me sirve. —me pasó su brazo por los hombros, pegandome a su cuerpo y yo no me aparté. Me gustaba su proximidad.
No sabría cómo explicarlo, pero me agradaba. Me agradaba él, en todo sentido.
—Entonces... ¿No te molesta que valla? —pregunté después de un rato en silencio.
—Para nada. Sera divertido tener a alguien de mi edad entre tantos niños pequeños. —se encogió de hombros—. Oh. Madie dijo que te escribió algo más por detrás.
Volteé la tarjeta y me encontré una letra cursiva, un poco desordenada con un mensaje para mí:
Sue, por favor ven a mi cumpleaños. Juro que será muy divertido. Te tendré una bolsita de dulces solo para ti.
—Tu hermana es un amor.
—Lo aprendió de mí —volteé los ojos con diversión—. ¿Iras?
—Obvio sí. Tu hermana me sobornó con dulces. No puedo negarme a eso.
*****
—Para la semana que viene, quiero que realicen un informe sobre uno de los libros que están aquí en la pizarra. —la última clase del día: literatura. El único ramo al que le entregaba toda mi atención y me iba bien—. Será en parejas que yo haré, mientras anotan la lista y la pauta.
Mientras escribía en mi cuaderno, tranquilamente, la señorita Amanda estaba diciendo los nombres de los que tendrían que trabajar juntos. De no ser por Nick, hubiese preguntado si podía hacer el trabajo sola. Sí. Ese es mi nivel de estudiante asocial.
Es que, en mi defensa, se me daba muy bien trabajar sola.
—Sue Ballet. —alcé la mirada para encontrarme con la de mi profesora—. Tú serás con Cleo.
Deseé haber preguntado si podía ser sola. Quería, no, necesitaba una máquina del tiempo para regresar a cuando la señorita Amanda pregunto "¿Alguien quiere hacerlo solo?" y haber alzado la mano.
Díganme dramática, pero tengo una paciencia tan frágil que, con tan solo una palabra de ciertas personas —como por ejemplo Cleo y Hans— puede romperse. Y creo que a nadie le gustaría ver lo que podría pasar.
Luego de las palabras de la señorita Amanda, todos se quedaron en completo silencio. Como si todos entendieran lo incomodo que era todo ese asunto. Miré a Nick, quien me sonrió compasivamente, dándome una palmada en el hombro, y luego miré a Cleo sentada del otro lado del salón con los labios fruncidos.
Editado: 25.06.2022