CAPITULO II
SEIS AÑOS DESPUES
— ¡Vuelve aquí pequeña demonio! — gritó desesperada mientras persigo a la pequeña Krystal, que casualmente esta cumpliendo hoy seis años.
Es curioso como esta niña en tan solo unos años se ha vuelto el centro de mi vida. En realidad en este tiempo mi familia se a vuelto el centro de mi vida. A mis veintiséis años jamas imagine que tendría tantas responsabilidades pero así es. Mi deber es lidiar con una adolescente rebelde de quince años, una niña con cara de ángel y que actúa como el diablo y para mi mas grande pesar, con un hombre de cuareta y ocho años diagnosticado con depresión severa. Mi padre.
Hace cinco años y medio atrás mi madre partio de este mundo. Después de seis meses en lo que parecía tener plena salud su vida se había apagado en un segundo. La enfermedad que portaba silenciosamente y que casi mata a mi pequeña hermana, nunca pudo ser erradicada de su cuerpo y aunque ella lo sabia nunca nos lo dijo. Hasta el día que fue demasiado tarde. Ese día, fue el peor de mi vida, superando por muy poco el día de mi casi boda. Nunca había llorado tanto, como aquella mañana en que ella murió, dejándonos solos.
— Rindete Jess, nunca vas a atraparme — declara con altanería Krystal.
No pude evitar golpearme al resbalarme con uno de los peluches que había en el piso, lo que provoco una estruendosa carcajada en Krystal y también de Aura quien desvió su vista de su teléfono solo para reírse, instintivamente con la mano me golpeo la frente, mientras aquella mocosa corre por todo el departamento solo en ropa interior.
— Aura ¿quieres dejar de mirar esa cosa? Ayúdame — le pido a mi otra hermana quien parece que se esta divirtiendo mucho mientras envía mensajes tranquilamente sentada en el sofá.
— Kryss ¿quieres por favor dejar de correr, e ir con Jess? — pregunta con tono amable observando a la niña.
— No — responde Krystal volviendo a correr.
Con exasperación emprendo otra vez mi carrera detrás de esa demonio. Gracias a Dios este apartamento no es grande.
— Lo intente Jess. No puedes decir lo contrario — dice Aura en voz alta para que escuche, mientras vuelve toda su atención al teléfono.Nota mental, no regalarle cosas costosas a Aura.
Suelto un gruñido de frustración. Se nos esta haciendo tarde. Cuando Krystal entra al pequeño cuarto de lavado, veo la oportunidad perfecta para acorralarla.
— Por favor Krystal. No corras mas. Solo déjame vestirte, llegaremos tarde — digo cautelosa. Mientras intento acercarme sin que lo note.
— No. — responde obstinada, cruzando sus bracitos.
-Que alguien, quien sea me de paciencia. Mamá se que Dios esta muy ocupado, así que por favor mándame algo tu.-
Por fin llego hasta donde esta y puedo atraparla, pero las cosas con ella nunca son fáciles, es mas las cosas con toda mi familia jamas son fáciles. Krystal comienza a retorcerse como un gusano mientras lanza patadas y gritos.
— Krystal, deja de comportarte como una malcriada. Quédate quieta. — La regaño.
— ¡No! ¡No quiero! ¡No me pondré esa cosa! — se que obligar a mi hermana a usar algo que no quiere no me hace la mejor persona, pero solo es por hoy.
— Es solo un vestido Krystal, te prometo que no te va a devorar — digo tratando de bromear mientras forcejeo con ella, para que deje de intentar escapar.
— No me gusta. No quiero. Suéltame Jess — vuelve a gritar. Cría cuervos y te sacaran los ojos, creo que al fin te entiendo mamá.
— Tienes que ponértelo. Por favor — le suplico
— No, no tengo. Tu nunca llevas. No seas injusta no quielo esa cosa — Krystal se calla de pronto, y aprovechando su aturdimiento le pongo el vestido. Soy toda una tirana.
— No quiel..quierro. Quero — haciendo un mohin de exasperación trata de corregir la palabra que ha dicho mal. Mi pequeña hermana es demasiado perfeccionista.
Krystal es una niña extremadamente lista y a sus seis años habla perfectamente, pero aveces tiene pequeños problemas con la r. No es siempre, solo ocurre en algunos casos. Un análisis patentado y promocionado por mi, me ayudo a llegar a la conclusión de que le pasa cuando esta apunto de perder. Sin poder evitarlo me compadezco, así que la cargo en mis brazos y salgo del pequeño cuarto, para sentarme en el sofá.
— Di quie — le digo con suavidad.
— Quie — repite ella obedientemente
— Ahora di ro —
— ro —
— Une las dos palabras. La estabas diciendo bien antes, puedes volver a hacerlo.— la animo y ella asiente.
Mientras la escucho practicar su pronunciación, tomo un cepillo y aprovecho para peinar su largo cabello rubio. Krystal repite varias veces la palabra hasta que logro decirla correctamente, otra vez.
— No quiero ir con un vestido Jess. ¿Porque no puedo usar otra cosa? — su voz es tan tierna que me conmueve, estoy apunto de ceder, pero no puedo hacerlo.