La tercera es la vencida
Cuando veo a Emilia traer chocolate con pan siento que veo un ángel. No solo por el frío que empezaba a hacer, sino porque chocolate con malvaviscos derretidos era algo extra dulce.
Algo que yo, una amante del dulce, valoraba mucho.
Así que sonrío mientras nos pasa y me acomodo en el césped bien y veo al resto hacer lo mismo. Cooper lo recibe pero noto que su chocolate no tiene malvaviscos, supongo que Emilia recuerda a los niños que vio crecer.
Sonrío dando un sorbo, pero me atraganto cuando Alan en voz baja pregunta:
—¿Así que es un secreto que trabajes aquí?
Empiezo a toser porque se me ha subido algo de chocolate a la nariz y me siento morir. Es peor cuando agrega:
» No mueras Martins, hay muchos testigos.
Todavía tosiendo lo volteo a ver y le pico el estómago con mi mano. Se queja y ríe un poco. Mi tos se reduce y lo veo para asentir mientras le hago una señal de silencio. Alza una ceja mientras niega.
—¿A qué viene eso?
—¿El qué? —se hace el desentendido mientras da un sorbo.
—Tú sabes el gesto que hiciste.
—Solo tengo curiosidad —se encoge de hombros —no sé cuánto te durará mantener esto en secreto.
Me ofendo.
—Soy muy buena guardando secretos.
Me mira.
—Yo ya lo sé, entonces ya no es un secreto.
—Es un secreto para los demás.
—Ahora no necesitas una pulsera para creer que no diré nada ¿eh? —sonríe al ver que me quedo callada —Lo tomaré como que soy digno de confianza ahora.
Ruedo los ojos sonriendo, pero en el fondo mi corazón duele. En realidad, siempre estás guardando mis secretos. Ahora sé, que incluso sin que te lo pida, tú lo haces. Y que sonría más, me tiene sin poder respirar bien.
Agradezco estar en el piso, así puedo tocar mi tobillo y sentir la pequeña cuerda hace que duela menos. Sí, el que no puedas verlo, no quiere decir que no aprecié lo que me diste. Pero sigo siendo algo cobarde, y oculto que tan valioso tu regalo se volvió para mí.
—Ayudaré a subir el resto de cosas —menciona Alan y se levanta —¿Quieres algo?
—¿Eh?
—Voy a dejar mi taza, así que si todavía hay comida puedo traerte algo.
Mis ojos brillan y sonrío, pero al mismo tiempo siento que me sonrojo.
—Oh…¿chocolate? Por favor…
Asiente y toma mi taza. Aprieto mi mano en mi pecho tratando de calmarme y no sonreír cuando lo veo irse con las mejillas sonrojadas. ¡Es el frío Martins! ¡Sus orejas están rojas por el frío!
Me quedo un rato tratando de controlar mis latidos cuando escucho unas risas y volteo hacia el grupo de chicas riendo. Entre ellas veo a Hilary sonriendo y…
Ella…¿sonriendo?
Me congelo al tener un recuerdo borroso de su sonrisa y mejillas sonrojadas. ¿Cuándo fue? ¿Por qué no recuerdo haber visto eso? Esa sería la primera sonrisa brillante que veo en ella. Y entonces un escalofrío me recorre cuando escucho a las chicas decir:
—Hilary, ¿cuándo volverás a usar un vestido? ¡Te veías increíble!
—¡Sí, deberías usarlos más!
—¡En especial de ese tipo de rosa, te quedaba increíble!
Es como sentir un impacto en la cara, ya que el recuerdo de ella algo ebria mientras usa un vestido rosado y el cabello recogido en una cola alta, no tarda en aparecer.
—La chica de la fiesta —murmuro atónita.
¿La chica que pidió bailar con Alan? ¡¿Era Hilary?!
***
Confieso que para ser principios del año escolar, he vivido más emociones que días. Y al parecer, ¡siempre hay una nueva sorpresa!. No sé si tiene relación a mi salida de confort, o a que es el último año. Pero cualquiera que fuese, ¡esto me parece demasiado!
No quiero discutir con nadie más, suficiente tenía con mi conversación nada amistosa con Trina, que mi rubita todavía me esté evitando, Verónica en la mesa, como para sumarle a Hilary.
En realidad, nunca supe que el alcohol diera tantos problemas.
Aunque nunca antes había tomado…
Muerdo el pedazo de pizza mientras medito. Agradezco que los chicos hayan donado una pizza, pero por primera vez, no podía disfrutarla. Incluso doy un mordisco más para compensar que no la he saboreado bien, pero suspiro al sentir que mi estómago se retuerce. Veo a mi lado a Alan dar un mordisco a la suya y me aclaro la garganta.
—Alan, puedo hacerte una pregunta curiosa —asiente y siento que me sonrojo sin saber cómo tocar el tema sin verme como una celosa o entrometida —Es sobre el día de la fiesta…ese día, tú, tú…¿bailaste con Hilary?
Da un mordisco a su pizza y mientras mastica parece pensarlo.
» ¡Cooper! —chillo sonrojada y lo sacudo escuchándolo reír entre dientes —¡Tú! ¡Ya no respondas!
Se durante unos segundos, mientras yo muerdo mi pizza y me enfoco en apagar el color de mis mejillas. ¡Maldita sea! ¡Es un idiota! ¡Lo detesto!
—Sí, lo hice, porque ella me lo pidió.
Sí, sí recuerdo eso. La chica se acercó, pero…
» ¿Por qué acepté? —continúa y al verlo, noto que también me está observando —No la toqué si te preguntas, cuando me llevó a bailar tomó mi chaqueta. Y acepté porque ella estaba llorando, no quería dramas con una ebria llorona.
Frunzo el ceño confundida.
—¿Llorando?
—Sí, ella…estaba riendo y llorando.
Sus ojos brillantes y la sonrisa, brillaban no solo por el alcohol. Mi corazón punza y aunque estoy confundida no puedo evitar sentirme mal por Hilary. Ella llorando…es algo duro de digerir.
—¿Y sabes por qué?
Me mira y alza una ceja.
—¿Te parece que me contaría algo?
—Bailaste con ella —agrego.
—Porque no quería un drama.
—Igual terminaste con un drama.
Y creo que peor que ese.
Ante mi impertinencia, Alan sonríe de forma ladeada.
—Me pregunto de quién fue la culpa… —muerdo mi pizza haciéndolo reír —Pero dijo que no era por mí…no me mires así, no sé más al respecto. Es tu amiga, podrías preguntarle.