Una vez instalados en una banca en el parque, Eva le empezó a contar lo de Fernando.
— ¿Y dices que desde que te besó realmente no se hablan, pero sientes que te sigue acosando? — Preguntó Adán intrigado cuando ella terminó de hablar. — Tenías razón ¡Qué historia más rara!
— Lo sé, ni yo misma la entiendo.
— ¿Sabes? Por lo que me has dicho, me da la impresión de que sí le gustas, o te quiere, o algo así.
— No, para nada. Al final me di cuenta que sólo fue una especie de broma de niños.
— Quizá al principio, pero por la manera en que dices que te controla, en realidad no quiere perderte, y a lo mejor sólo te estaba esperando a que tengas cierta edad para empezar algo serio.
— ¿Saliendo con otras? — Preguntó Eva irónicamente
— Bueeeeeeno… ¡Es hombre! Y no me vengas con eso de la igualdad de derechos y el siglo veintiuno y todo eso. Nada más imagínate. Cuando él tenía mi edad, tu tenías ¿Once o doce años? Hubiera sido una absoluta perversión siquiera pensar en tomarte la mano ¿No crees?
— ¿Y no se pudo esperar igual que yo?
— No es tan fácil Eva. — Dijo Adán frunciendo las cejas. — Los hombres somos mucho más hormonales que ustedes, no nos es tan fácil controlar ciertas…. Necesidades.
Eva lo miró sin decir nada.
— Además, está la presión de los amigos y las chicas que se te acercan, si no te involucras con nadie te acusan de homosexual, y a esta edad, la reputación en ese aspecto nos llega a importar bastante.
— ¿Entonces una debe quedarse callada y aguantar todo eso porque ustedes tienen “necesidades” que satisfacer?
— No, no estoy hablando de ser infiel. Estoy hablando de un hombre joven sin compromiso.
— Ese es el punto, que se supone que yo era un compromiso, o al menos así me lo hicieron creer toda mi vida.
— No lo creo. — Dijo Adán acomodándose en la banca para mirarla de frente. — Además de que, cuando naciste, dijo que se iba a casar contigo y siempre te dijeron “la novia chiquita” o lo que sea… ¿Alguna vez, DE VERDAD te propuso una relación? ¿Alguna vez se te declaró cuando creciste? ¿Te dijo que si querías ser su novia o algo así?
— No. — Susurró Eva sintiendo que una lágrima se le escapa.
— Quizá te estaba esperando. — Dijo Adán tomando su mano. —Por favor no llores, no sé qué hacer cuando una mujer llora y me pongo tan nervioso que acabo contando chistes muy malos.
Eva sonrió y se limpió las lágrimas. Adán continuó.
— La pregunta es ¿Tú quieres que las cosas sean serias entre ustedes?
Eva se quedó mirándolo por un momento. — ¿Honestamente? — Respondió por fin. —.No lo sé.
— ¿Entonces qué es lo que quieres?
— ¡No lo sé! — Luchó por controlar las lágrimas y dio un largo suspiro. — Realmente no sé lo que siento por él, no sé si es costumbre o de verdad estoy enamorada o de verdad me hicieron un graaaan lavado de cerebro desde que nací. Lo triste de mi caso es que me propuse olvidarlo y no he podido, y cada chico que conozco lo comparo con Fernando y él siempre sale ganando.
— Entiendo. — Dijo Adán sin soltar su mano. — ¿Y si averiguamos qué es lo que sienten ambos? Creo que es mejor saberlo a vivir con la incertidumbre.
— Adán eres raro. — Dijo ella sonriendo.
— ¿Por qué? — Preguntó él extrañado
— Porque suenas muy maduro para tu edad.
— Eso me han dicho, supongo que porque he vivido toda mi vida con puros adultos. — Dijo encogiéndose de hombros. —¿Entonces qué? ¿Te ayudo a arreglar tus problemas amorosos y tú me ayudas a arreglar los míos?
Eva no pudo evitar reírse. — ¿Y qué es lo que propones?
— Para empezar, no me sueltes la mano.— Dijo Adán mirando hacia algún punto detrás de ella. — No voltees, pero hay un tipo que se dirige hacia nosotros y tiene cara de enojado, sospecho que es tu doctorcito.
— ¡Diablos! — Se sobresaltó Eva. —¿Y qué se supone que estamos haciendo?
— ¿Esperando a que me rompan la nariz y 2 o 4 huesos más?
Ambos se rieron con ganas.
— Hola Evi. — Dijo Fernando llegando donde estaba la pareja.
Eva se giró fingiendo sorpresa — ¡Fer! ¿Qué andas haciendo por aquí?
— Me dijo tu mamá que habías venido al parque con alguien. — Dijo mirando con el ceño fruncido las manos entrelazadas de los jóvenes.
— ¡Hola! Soy Adán. — Dijo este ofreciendo su mano derecha a Fernando. — ¿Tú eres familiar de Eva?
— ¿Adán? — Dijo Fer levantando la ceja y mirando con sorna a Evita, pero aceptando el saludo.
Ella sonrió y se encogió de hombros.
—Es divertida la coincidencia ¿No crees? En la escuela se ríen mucho a causa de nuestros nombres.
— Evi necesito hablar contigo.
— ¿No puede ser luego? — Preguntó ella. — Como verás, estoy ocupada.
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Editado: 20.08.2020