Prologo

Nicholas esperaba en el restaurante donde habían acordado a quedar para cenar. Sabía que todavía era temprano para llamarla, por eso que decidió darle unos diez minutos. Si no llegaba la llamaría. Los minutos pasaban y su esposa no aparecía por ningúnún lado. No iba a llegar a la cita, eso estaba seguro. Algo grave hubiera pasado, Eva nunca tardaba en una cita, era siempre puntual. Empezó de verdad a preocuparse. Miro su reloj. Eran las ocho y media. La llamaría. Pero incluso antes de que pudiera entrar en sus contactos, el mensaje que tenía en su teléfono lo detuvo. Dejó un suspiro de alivio. Definitivamente sería su bebé y le diría que había tráfico en la carretera y que acababa de llegar. Pero Nicholas estaba equivocado. Cuando abrió el mensaje se había paralizado. Sus ojos se abrieron como platos, y tuvo la rapidez de agarrar su teléfono antes de que hubiera caído de sus manos.

El tiempo se había paralizado en ese momento, los clientes del restaurante como los camareros quedaron inmovilizados como si sentían el cuchillo que comenzaba a perforar el corazón de Nicholas.

Número desconocido a las ocho y treinta de la tarde.

“Tu mujer esta increíble en la cama.”

Eso decía el mensaje.

Nicholas había quedado inmóvil en el mismo sitio hasta que un segundo mensaje causó su rabia. De sus labios salió un grito de ira mientras apretaba su celular en sus manos imaginando que tenía el hombre frente a sus ojos.

La mujer que creía que lo estaba amando con locura se encontraba desnuda y abrazada con su amante en la cama de ellos, en la cama donde tantas veces han hecho el amor. El amor de su vida, o como él pensaba, lo había traicionado en su casa, en la casa donde su hija dormía.

Esto era el golpe final para él. Su vida había sido destruida al igual que su corazón. Nunca volvería a creer tan fácil en el amor…