Lo miro, él parece estar esperando una respuesta. Yo, por otro lado, tengo una guerra interna. Enfrentar a mi abuela es algo que hago todos los días, o al menos fastidiarla. Estaba aterrada, pero no por mí, sino por él, lo que le podría pasar.
—Alessio, yo…
—Solo respóndeme, sí o no, es que no hay otra respuesta. ¿Estarías dispuesta tú a enfrentarla?
—Me odiaras —Me mira —En el futuro me odiaras, porque estar conmigo significa dejar tu vida. Si no mal recuerdo mi vida como que no te flipa, es más, la odiabas con todo tu ser
—No tengo problema…
—Es que no es eso, no es que no tengas problema, es el hecho que yo no quiero quitarte tu esencia, la manera en que eres, no quiero que la pierdas.
—Rouses, mira, eso, eso lo podremos arreglar en el camino, lo veremos sobre la marcha. Ahora responde.
Lo miro, sintiendo una opresión en mi pecho.
—Que sepas que no será fácil y tal vez te enojes. Morirás de iras, queras matarte y yo también. Pero sí, al final del día puedo estar contigo, valdrá la pena.
—Lo valdrá —Me sujeta del rostro —Dejarás de tirar en ambas direcciones, ya vas a escucharme, porque tenemos que hablar de muchas cosas.
—Pues tendrás que tenerme paciencia —Sonríe
Paso mis brazos por su cuello y me paro de puntitas para dejar un pequeño, pero casto beso, que él profundiza, suelta mi rostro y me toma de las caderas, mis dedos apenas tocan el suelo. Me separo de él, mientras escondo mi cara en su cuello.
—La comida llego —Me separo mirando a Beyno —Ponte algo que te vas a resfriar —Me dice ignorando la escena
—Ya vamos
Alessio y yo entramos y nos sentamos en uno de los sillones. Beyno nos dio un tazón de tallarines a cada uno. Maritza estaba molestando a Fabio mientras que Beyno ponía música.
—Hable con Camila y Lucia, les dije que te quedarías a dormir, me pareció mucho mejor que viajar hasta casa a estas horas de la noche.
—Pero no traje pijama —Indique
—Tienes una aquí —Hablo él
—No, recuerdas, esa vez en que me quede aquí y la use y me fui con ella, porque paso aquello —Beyno me mira sin entender y luego asiente recordándolo
—Lo olvidé, buscaremos algo chicos ¿Se quedarán?
—Si hay espacio, sí. Si no, no te preocupes
Acabamos de comer entre risas y bromas de Michael y Maritza. Beyno estaba en la cocina lavando los vasos cuando me acerque.
—La baldosa está fría —Indique
—Te enfermarás
—Estaré bien
—Alessio, dormirá contigo —Me indica —Falta una habitación, espero que no te moleste. —Alzo las cejas de forma graciosa —¿Todo bien?
—¿Y si lo arruino? ¿Y si esto es un error?
—No puedes esperar lo peor
—Debo hacerlo —Le digo —Porque cada vez que creo que las cosas van bien, siempre algo sale mal.
—Pues, piensa positivamente, ya no son unos críos al final de cuentas, solo no te cierres a la posibilidad.
Subí junto a Alessio, con los zapatos en mi mano.
—Estoy muerta, voy a buscar algo para ponerme como pijama.
—Puedes ponerte mi camisa, o ponerte algo de ahí
—Supongo que será mejor que las excéntricas pijamas que usa Beyno
Se quita la chaqueta, saliéndose la corbata y me da su camisa. Me levanto el cabello, mientras le pido que me baje el cierre del vestido. Cuando termina entro al baño y me quito el vestido, me pongo la camisa y me quito mi brasier. Salgo él solo tiene puesto los pantalones.
—Me queda grande —Señalo que me llega hasta la rodilla su camisa
—Te queda mejor que a mí
Me acerco hasta él, tiene nuevos tatuajes en su cuerpo, en su hombro. No sé cómo actuar y supongo que él tampoco. Pero hace lo impensable, me toma de la mano llevándome hasta su regazo, donde me siento y paso mis brazos por su cuello.
—Hola —Sonrió —¿Nuevas adquisiciones? —Señalo su brazo
—Sí —Dice cuando ve que me refiero al dragón que tiene en el hombro —Son criaturas majestuosas en los mundos fantásticos, no hay nada más grande que un dragón. Me gustan, además significan poder.
Su mano reposa sobre mí, muslo, las venas de su mano se le notaban, hasta su brazo, pase mis dedos por la superficie de estas hasta sus codos, todo él estaba muy duro, era como si en estos cinco años, su cuerpo se hubiera vuelto de acero.
—¿Dormirás con esos pantalones?
—Los necesito, mi autocontrol está al límite. Contigo siempre estoy al límite y ahora que no somos unos críos, yo bueno, no quiero asustarte.
Me gustaba ponerlo al límite.
—¿Qué pasaría si pierdes el autocontrol? —Pregunte curiosa —¿Sería muy malo?
—Malo, es tenerte sentada en mis piernas y no poder hacer lo que estoy pensado. Y es que desde que regrese no he podido ignorar tus pechos, quiero prenderme de ellos, de tu cuerpo.
Alessio siempre había sido respetuoso conmigo, si le decía no, era no. Respetaba mis decisiones, pero cuando no estaba de acuerdo me daba sus motivos de no estar de acuerdo. Muy pocas veces trataba de convencerme de que cambie de opinión. Pero siendo, sincera, al ver su mano sobre mi muslo, quería ver como se verían sus manos en otras partes de mi cuerpo. Eran más grandes que las mías, y abarcaban mi cintura, así de pequeña era a lado de este hombre. Mis pensamientos no eran acordes a una chica de diecisiete años, no ¿Será que mi periodo está cerca o que solo son las hormonas dando su último aliento de vida adolescente?
—Tal vez quisiera que lo hicieras —Lo veo cerrar los ojos como si estuviera con pesar
—Rouses, no me tientes, no lo hagas que no sé si soy capas de parar si te pongo las manos encima —Asiento
Su mano sube por mi muslo hasta posarse justo al inicio de mis bragas, la camisa se me transparenta, y se me nota todo debajo, me pongo de pie y me siento a horcajadas sobre él, me mira mientras le paso la mano por el cabello peinándolo hacia atrás.
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Editado: 27.05.2024