Milán nos recibe con lluvia muy normal para mediados de octubre. Camino de la mano de Alessio mientras nos cubre con un paraguas. Arabella no solicitó que arreglaran ningún palacio en Milán, sino que solo reservo habitaciones en un hotel del centro de la ciudad. Los seis estaríamos en el cuarto por una noche.
Arabella designó las habitaciones, Penélope y el hermano pequeño de Luciano Danilo están muy callados a pesar de las preguntas insistentes de Arabella.
Alessio deja las maletas en nuestra habitación que es la última, es bonita y sencilla.
—¿Qué quieres hacer?
—Comer, tengo hambre
—¿Podemos ir a comprar o si gustan a…?
Escucho que Arabella sigue preguntando y salgo de la habitación donde la veo intentando hacer hablar a sus cuñados.
—¿Qué te parece comer? —Interrumpe Luciano abrazándola por detrás a lo que ella sonríe —¿Qué quieren comer?
—Cualquier cosa —Responde la hermana
Luciano no está complacido con la respuesta a lo que toma a su hermano de siete años y lo eleva haciéndole cosquillas. Sonrió ante la escena y me imagino a Arabella y Luciano así con sus hijos.
—Pollo —Grita el niño —Frito y papas, eso.
—Bien iremos por pollo frito y papas
Siento las manos de Alessio en mi cintura y me arrimo a su pecho. Mientras Arabella me sonríe y Penélope me regresa a ver a lo que se acerca.
—¿Cómo estás, pregunta?
—Bien ¿Y tú?
—Mejor —Mira a mi prima que habla con el pequeño que Luciano carga —Habla mucho —Sonrió
—Solo quiere caerte bien, es importante para ella.
—Es de familia —Habla Alessio y lo codeo
—No es cierto —Penélope sonríe
—Vamos a comprar —Habla Arabella —Tomen sus abrigos
Salimos del edificio y caminamos un rato hasta encontrar pollo frito y papas, el olor es riquísimo y se me hace agua la boca. Nos sentamos en una mesa hasta que traen nuestro pedido, mis modales no me abandonan, pero a Arabella si. Come como si no hubiera mañana.
—¿Qué les parece si antes de ir a escocia mañana si no llueve vamos al parque de diversiones o a ver una película si llueve? —Pregunta Arabella
—Tenemos planes —Anuncia Alessio —Puede ser en otro momento, Rouses y yo nos debemos una conversación
—Lo entiendo, niños
—Está bien —Dice Penélope
—Caramelo —Grita el pequeño y Luciano le despeina el cabello
Cuando estamos regresando, Arabella se me cuelga del brazo mientras sostengo la mano de Alessio.
—¿Crees que he estado exagerando? Digo, quiero ser amable y caerle bien ¿He hablado mucho? Debería dejar de hablar, no sé cómo tratarlos.
—Arabella, respira —Hablo
—No lo digo, es de familia —Miro a Alessio molesta y besa mi frente
—Solo sé tú, te amaran, y bájale dos rayas, ve un poco más despacio —Asiente —Que también se acerquen a ti
—Bien, ¿Crees que podamos pasar comprando unas donas? Muero de hambre —La miro y sonríe —Tengo un retraso, pero no estoy segura de que sea eso, puede ser mi periodo. Aún no queremos hijos, estamos esperando a que yo termine mis estudios y Luciano quiere retomar los suyos. Tenemos planes, pero sí quiero hijos. También sobrinos —Ruedo los ojos —Que se lleven bien así como nosotras ¿Te imaginas?
—Arabella
Se escucha una voz y ella se distrae con la petición del pequeño, que pide que convenza a su hermano de comprar helados. Luciano termina cediendo gracias a la presión de Arabella y su hermano.
Regresamos al hotel, ya que la lluvia empeora, los niños se duermen y nosotros nos quedamos en el salón, Arabella busca una película. Mi teléfono no deja de sonar a lo que Arabella se levanta, lo toma de mis manos y lo tira, no sé a donde la miro y ella sonríe.
—Lo odio, y más cuando interrumpen, vamos a ver una pelicula.
El teléfono de Alessio suena llevándose una mirada de enojo de mi prima.
—Que conteste el teléfono —Menciona Alessio
Arabella se levanta y toma el teléfono de Alessio, él piensa que lo va a aventar, pero se lo lleva al odio.
—Hola ¿Sí? Arabella Alessandretti habla e informa que la princesa no contestara nada porque su prima así lo demanda. ¿Elena? Pues está ocupada ¿Con qué? Haciéndome feliz. Adiós
Cuelga y la miro.
—Retiro lo dicho —Me susurra Alessio —Ella es peor que tú
Arabella, él devuelve el teléfono y se va a sentar. Sigue cambiando y termina en uno de noticias donde informa que la hija del ministro ha sido secuestrada, de un robo a persecución por Nápoles que termino con la vida de dos oficiales de policías. El pueblo pidiendo justicia. Me miran y extiendo la mano y Alessio me da su teléfono a lo que Arabella se levanta y va por el mío. Me lo entrega y le regreso el teléfono a Alessio.
—Dile a Arabella que la castigaré si vuelve hacer lo que hizo
—Hola Abuela, es bueno escucharte, estoy bien, si lo preguntas
—No es momento para estupideces —Miro a Arabella y ella se esconde donde Luciano quien la abraza —El puto consejo no te dejara hablar sobre lo que ha pasado
—Robos y una chica secuestrada
—No, me llego el informe de una fuente confiable, le pedí que te lo enviara por ese canal seguro que creaste. Rouses, quieren enterarnos vivos. Los malditos quieren quedarse con lo que es nuestro. Te lo dije.
—Tranquilízate
—¿Cómo carajos quieres que me tranquilice? No me tranquilizaré hasta que te vea coronada, y que la dinastía Alessandretti esté perpetuado por Arabella o por ti. Ya no tengo esperanzas en tu tía.
—¿Qué quieres que haga?
—Destrúyelos ya, no me importa que tengas que hacer. Si es necesario matar, hazlo.
—¡Elena! ¿Cómo puedes pedirle eso? —Salta Arabella
—Esto es Italia Arabella, el trono más manchado de sangre que pueda haber, si mataron a Cesar por poder, no me imagino que pueden hacer con nosotros. Resuélvelo.
La llamada se corta y reviso lo que dice. Siento que la vena de la frente va a explotar con lo que leo. Mi ministro de comercio estaba dejando el paso libre de la droga que Emiliano expende, robo unos kilos para venderlos él y cuando Emiliano lo descubrió amenazo con matar a su hija si no devolvía la mercancía. El robo en Nápoles no es más que el inventario de armas, lo cual me resulta sospechoso. Hay evidencia. Y hay más, donde miembros del consejo aparecen con Emiliano, la sangre se me hiela.
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Editado: 27.05.2024