Tenebrae (segunda Parte)

Capítulo 2. Lo perfecto no existe

Capítulo 2. Lo perfecto no existe

 

 

 Los días no pasaban en vano, los chicos habían ido a visitarlo unas cuentas veces ―menos Odori―. Se veían realmente fastidiados ya que según le explicaron en las clases que tenían por el Circuito Cerrado estaban tratando de recuperar el tiempo perdido y los tenían trabajando a marchas forzadas. Incluso Joma llego a mencionar que la Academia no podía ser peor que estar todo el día frente a su computadora y no poder utilizar ningún juego o aplicación para distraerse por un miserable minuto.

     — Se los digo en serio ―decía el moreno esa tarde en que les permitieron terminar temprano y fue a visitarlo con Luis y Mili―, creo que odio mi computadora.

     — Ya sé… ―reía Luis mientras juagaba con su hermana en pantalla dividida― ¡Mili no me lances bombas!

     — ¡Tú te atravesaste! ―se defendió ella.

     — Me mataste, hermana…

     — Lo siento, hermano…

     — Quédate en un lugar seguro, voy a reaparecer contigo…

     — Tú siempre necesitas de mí.

     — No lo haría, si no me lanzaras las bombas pegajosas a la espalda

     — Y yo no lo haría si supiera dar mejores indicaciones, Almirante idiota…

     — Cállate, intento de dj…

     — Por lo menos yo sé nadar…

     — Y yo escucho buena música…

     — Eres un… ¡Cuidado! ¡te disparan!

     — Cúbreme…

     — Voy.

     Nuevamente volvían a centrase en el juego y dejaban de pelear.

     Era gracioso para Tet ver cómo lo mismo sucedía una vez tras otra. Incluso Joma contemplaba divertido la discusión de los hermanos, y es que a pesar de los años que tenía de conocerlos nunca era aburrido estar con aquellos dos. Eran un dúo único, divertido y confiable, pero también conflictivo y organizadamente desorganizado.

     — Me pregunto qué tanto estarán haciendo Odori y Mire ―decía Mili sin despegar los ojos de la televisión donde jugaban.

     — Dijo que querían hacer las lámparas este año y fueron a comprar las cosas ―le respondió Joma estirándose tan largo como eran en el sillón más grande―. Que forma de malgastar el tiempo, si ya las venden.

     — Tonto a ella le gusta, su papá siempre hace lámparas con ella. Creo que es tradición en su lado de la familia o algo.

     — Pues el mío dice que la economía es lo que sostiene a una nación, así que yo mejor hago mi parte y compro mi lámpara ―decía sentándose―. Es broma ―dijo al ver que Mili lo veía mal―, de todos modos hacer una lámpara no es tan difícil.

     — Nuestros padres jamás han hecho ―soltó la rubia pensativa quitando los ojos de la pantalla y llevándose un dedo a la mejilla.

     — Sólo saben picar papel ―completó su hermano.

     — No sólo saben picar papel…

     — ¡Mili! ¡El barranco!

     Una explosión se dejó escuchar en la habitación, y en la pantalla después de una nube de humo que asemejaba a una sonrisa burlona pareció en un cuadro de texto anunciando que la partida había terminado.

     Los hermanos tenían los ojos fijos en la pantalla sin soltar los controles del juego. Se veían realmente tranquilos, teniendo en cuenta que para llegar a ese nivel ya tenían cerca de dos horas jugando, entre peleas y bromas. No parecían decepcionados ni molestos, en realidad ninguno de los dos rubios parecía terminar de procesar lo ocurrido, pero la sonrisa que tenía Joma en la cara auguraba una cómica escena o por lo menos otra de drama fraternal al mero estilo de los chicos Cardal.

     — Por eso nadie te deja conducir, hermana.

     — Lo hago mejor que tú, hermano.

     — Nos acabas de matar, hermana.

     — Es un juego, hermano ―le dijo rodando los ojos.

     — No podría mi vida en tus manos, hermana…

     — Tu no, pero mi papá si, por algo me enseñó a conducir antes que a ti, hermano…




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