Capítulo 12: Mary
Las puertas del ascensor de cierran dejándonos a nosotros a solas. Peter no me mira, mantiene su mano ocultando la horrible marca en su cuello, en cambio yo, siento un estrago en el pecho que me está matando, toda esta situación se ha salido de nuestras manos o por lo menos de ambos, de Adrienna y de Peter.
Siento su olor en él, lo ha marcado, lo desea. Quizás Peter y Lucille podrán creer que no es así, que entre ellos hay una simple relación familiar, pero yo sé que no, lo vi en los ojos avergonzados de Adrienna y por un momento creo que también los vi en Peter.
Puedo jurar y repetir que el olor de Enna se encuentra en toda la esencia de Pet, como si él ahora le perteneciera a ella y eso me hace rabiar, me hace querer olvidar que somos primas y mejores amigas.
— Estas perdiendo el control Mary, lo acabas de hacer frente a mis hermanas.
— ¿Vas seguir mintiéndome Pet? Vas a seguir tapando el sol con un dedo.
— Mary...
— ¡No! — levanto un mano para que se detenga. — Deja de decir que estoy mal, porque es obvio que quien está mal aquí no soy yo.
— ¿De qué hablas?
— Has cambiado Pet, desde hace un tiempo que eres distinto conmigo. — Peter entrecierra los ojos y niega.
— No te entiendo, juro por Dios que no te entiendo. — se sienta en el sofá. — Sabes en que he cambiado, he tratado de hacer las cosas con calma, a tu ritmo, adecuarme a ti. Pero de un momento a otro te has vuelto esta mujer insegura y desconfiada.
— No, no trates de dirigir todo esto hacia mi Pet, no te lo voy a permitir. — camino de un lado a otro. — ¿Es por otra mujer? ¿Te gusta alguien más?
— Mary...
— Siempre nos hemos dicho la verdad, siempre hemos sido sinceros entre nosotros mismos.
— Mary...
— Si te gusta alguien, vale. Puedo entenderlo, podríamos resolverlo pero...
— Mary Anne detente. — se levanta y camina hacia mí. Mis labios tiemblan sintiéndome tan pequeña bajo su sombra. Él toma mis manos y suaviza su toque en ellas. — ¿Qué sucede contigo? Tú no eres así. — musita, prácticamente quiero echarme a llorar entre sus brazos, quiero aferrarme a él y no soltarlo nunca, siento que nuestra estabilidad está tambaleando y me ha llenado de dudas la cabeza. Pero es este presentimiento el que no puedo sacármelo del pecho.
— Solo quiero que seas sincero conmigo Peter, es lo único que te pido. — se me nublan los ojos y él me abraza. — Te amo. — musito con voz queda. —No quiero perderte. —lo escucho suspirar y respirar pausadamente.
— Ayer... Cuando fui a buscar a Enna, no te imaginas lo horrible que fue encontrarla en ese charco de sangre. — Por un segundo siento tanta decepción de que haya ignorado mis palabras, pero entiendo que se trata de Enna, y ella le importa más que nadie. — Lo que quiero que entiendas es que hubiese hecho cualquier cosa por salvarla, Mary, a ella, a Lucille, a mi madre o hasta si se tratara de ti. — vuelve a sostener mis manos y besa mis nudillos. — Cariño, me importas más de la que crees, no soy capaz de perderte. — lo sujeto con fuerza entre mis brazos y descanso mi cabeza en su pecho escuchando su corazón latir, no me ha mentido, conozco bien a Peter, y nunca lo ha hecho, pero nada me quita de la cabeza que detrás de sus palabras bonitas hay algo más profundo que se esconde.
— Está bien. — sorbo mi nariz. — Olvidemos esto ¿sí? De seguro son mis días de vampiro hormonal y no quiero alargar más esta situación.
— No la estás alargando. Todas las parejas tienen discusiones. — quisiera mencionar que nosotros no, que a lo mucho habíamos peleado porque película ver, pero nunca hemos discutido de esta manera, quizás se debe a ello la opresión en mi pecho, ese constante miedo en mi interior.
— Supongo que sí. Ya... Ya debo marcharme. — le doy un corto beso en los labios, y miro con fijeza la marca en su cuello. Tenso mi mandíbula y trazo mi lengua por los bordes de los orificios para borrarlos, él no dice nada. Recojo mi bolso que se encuentra en el suelo.
Peter no pronuncia una sola palabra, no me pide que me quede ni tampoco urge por un beso mio. Aunque nuestra discusión haya cesado siento que mi corazón está estrujado, adolorido y demasiado sensible como para soportar otro rechazo de su parte.
(***)
< Es una noche oscura, no hay estrellas, ni tampoco se muestra la luna, en su lugar hay nubes negras que amenazan con traer un aluvión a la ciudad.
No sé qué hago aquí, pero mi cuerpo no quiere moverse, permanezco sentada frente al hospital, apoyada en una estación de bicicletas mirando como los autos pasan y las camillas llegan y se van.
Entonces noto algo raro, o mejor dicho a alguien con un comportamiento extraño. Entrecierro los ojos y mi cuerpo avanza por sí solo. Mamá camina fuera de la clínica su cabello rubio cenizo es elevado por el viento que corre a estas horas.
Siento unas cuantas gotitas de la lluvia que se aproxima. Mientras sigo la ruta que ha tomado Nina, ella desaparece en la oscuridad de un callejón, frunzo el ceño porque todo esto parece tan confuso. Gotas caen sobre mi rostro y no tengo con que cubrirme, cuando llego al callejón, Nina se encuentra apoyada de la pared de concreto mordiendo sus uñas y moviendo una de sus piernas en un tic nervioso.
— ¿Madre? — me acerco a ella pero no me hace caso. Estoy prácticamente frente a ella, no me mira, me ignora. — Nina, me escuchas... Hola. — zarandeo mi mano frente a sus ojos pero es como si fuera invisible, ella no me ve, ni me escucha.
Más gotas de lluvia empapan mi rostro. Nina ahora da vueltas en su sitio, parece nerviosa y como si esperara algo.
A lo lejos escucho el sonido de unos zapatos chapoteando el agua de la lluvia, me hago a un lado notando que alguien se acerca, lleva una capucha oscura y grande, que lo cubre de pies a cabeza, Nina se separa de la pared y se cruza de brazos.
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Editado: 04.07.2024