Capítulo 28: Enna
Bebo un poco del agua dejando que mi garganta se hidrate lo suficiente como para que mi voz se pueda escuchar con toda la confianza que pretendo mostrar.
Nadie alrededor parece haber notado mi silencio, nadie más que Peter, por supuesto que estuvo lanzándome miradas curiosas durante toda la cena de anoche y el desayuno de hoy, sin embargo, si intenta otra de sus tácticas para sacarme información volveré a negarme y a entrar en aislamiento.
— Enna, no has probado ni un pedazo de pan ¿Te encuentras bien? — quizás debí prever el interrogatorio de Margaret quien siempre parece atenta a mis movimientos.
—Si, solo estaba... — escuchamos la puerta abrirse y por el sonido de las maletas y el estruendoso bombeo de ese corazón sé a la perfección de quien se trata. —Esperando a Lucille, que acaba de llegar. —Sonrío y me levanto del asiento.
A mi velocidad desaparezco del comedor y subo al segundo piso en busca de mi quisquillosa hermana quien parece haberse esfumado en el aire.
La puerta de su habitación se cierra de un portazo y eso estremece mis terminaciones nerviosas poniéndome en alerta. Camino cuidadosamente entendiendo que me encuentro en territorio desconocido, nunca había tenido que lidiar con rabietas de Lucille, o algún berrinche de su parte pues nunca fue ese tipo de niñas, al contrario, ella siempre fue la hija modelo, la que hacía todo de manera correcta, por lo que su actitud me parece completamente misteriosa.
— Lucille. — mis nudillos tocan a su puerta y por el momento maldigo que esta casa sea lo suficientemente privada como para no escuchar lo que sucede en sus habitaciones. —Hey ¿te encuentras bien? No esperaba esa reacción después de tu viajecito... — apoyo mi espalda contra la puerta. — Lucille, vamos, papá sospechara que algo no anda bien, tú no eres así. —gruño sin recibir ninguna respuesta. — ¿Acaso el tal... ¿Te hizo algo?
Mordisqueo mi labio inferior pensando en las palabras de Nate. Quizás si debimos investigar un poco más al tal Damien y no permitir que se llevara a Lucille tan pronto.
— Adrienna. — me sobresalto cuando Peter aparece caminando hacia mí. —¿Qué pasó con Lucille? Les dije que si ese...
— ¡Oye! — lo tomo de los hombros. — Tranquilo, ni siquiera yo sé lo que ha pasado, ella simplemente llegó y se encerró en su habitación.
— Lucille, abre la puerta cariño, podemos hablarlo... — y prácticamente quiero reír ante la actitud tan dulce y aniñada con la que Peter trata a Lucille, como si fuese una niña pequeña. — Lucille si pasó algo que...
— ¡Basta! — Lucille abre la puerta y noto apenas el leve rojo en sus ojos verdes que se va perdiendo. —Estoy bien, tuve una emergencia... Femenina, por eso me encerré en mi habitación. Pero ya estoy bien. — sonríe y besa a Pet en la mejilla. —¿Qué tal ustedes?
Peter y yo nos miramos, ambos no creemos en las dulces palabras de nuestra hermana menor pero no podemos contradecirla ni mucho menos obligarla a que nos hable con la verdad. Solo Lucille sabrá cuando es el momento indicado para soltar lo que lleve dentro.
— estábamos preocupados. Apenas hablaste con nosotros.
— Si, lo siento, estuve un poco lejos. — recoge su cabello en una cola de cabello alta.
— ¿Con Nate? — la pincha Peter y Lucille busca ayuda en mí.
— Ya lo sabe. — susurro y ella suspira.
— Más les vale no decir nada, ninguno de los dos. — Nos amenaza con sus dedos acusatorios. — Nate vendrá más tarde y todos deben creer que estuvimos de campamento.
Revoleo los ojos y Peter ríe fuerte. —Lo que tu digas pequeña musaraña.
—¡Peter! — Los veo discutir entre sí y al menos la atención ha vuelto a recaer sobre ella y no sobre mí.
Prefiero que las cosas sean así, que, si Peter tiene que lidiar con una de las dos, que se traten de los problemas amorosos de Lucille... No de los míos que son mucho más complejos como para que él pueda entender.
Siento un pequeño pinchazo en el pecho, detesto esto, detesto esta horrible situación en la que me siento una espectadora de mi propia vida, como si no pudiera hacer nada para cambiar las cosas. Me siento de manos atadas, sabiendo que soy una marioneta de mi propia madre, que ella está tan cerca... Tan cerca de arruinarlo todo.
Cuando regresamos con todos, la alegría parece haber vuelto y el cuchicheo matutino empieza, todos embisten a mi hermana con preguntas que en otra oportunidad me hubiese gustado ayudar, pero estoy sin ganas de nada, solo quiero regresar a mi habitación o fundirme en los acogedores brazos de Peter.
(***)
Separo los libros en orden alfabético, aunque ya empiezo a marearme, son muchos... Muchos libros, y usualmente es Lucille quien se encarga de ordenarlos.
Esta vez me tocó hacerlo a mí, además que debo encontrar un antiguo libro de arte contemporáneo. En unos días empiezan las clases y estoy demasiado nerviosa, mientras Lucille, Nate y Mary comienzan su segundo ciclo, el mío es el primero lo que me definirá de ahora en adelante.
— Esto sí que es algo curioso. — me sobresalto y boto algunos libros al suelo. Miro detrás de mí y prácticamente chillo al verlo.
—¡Enzo! — grito y lo abrazo, él me estrecha y me da un giro.
— ¿Como estás pequeña Mérida?
—No te espera. — digo con una sonrisa y se apresura a recoger mis libros.
— Tenia unos asuntos con Lucian y me dijeron que estabas aquí.
— El lunes empiezo la universidad... Estoy emocionada. — acomodo mi cabello por detrás de las orejas y Enzo enarca una ceja.
—Oye, eso es bueno, no tenía idea de que quisieras empezar tan pronto.
Sé bien lo que muchos vampiros piensan sobre estudiar tan temprano teniendo una eternidad por delante, pero me gustaría llegar a ser tan autodidacta como Lorenzo, es un hombre sabio, con conocimientos de absolutamente todo.
—Pues he obtenido una beca en artes y realmente no quiero perder más tiempo.
Lorenzo me observa con ternura siempre ha tenido este cariño especial hacia mí, quizá por eso siempre fue mi tío favorito. — Me alegro mucho por ti Enna, sabes que te apoyaremos en todos los pasos que des.
#41414 en Novela romántica
#19812 en Fantasía
#7851 en Personajes sobrenaturales
Editado: 04.07.2024