CÁPITULO 50: PETER
(***)
Dolor, siento como un maldito dolor doblegara todo mi cuerpo, espalda, pies, cabeza. Jadeo y me estremezco mientras mis dedos sujetan con fuerza la suavidad de una tela, de a poco mis ojos se abren, la luz es cegadora y molesta, y vuelvo a jadear cuando vuelvo a sentir el tortuoso malestar en mi espalda baja, como martillando mi columna.
Mi vista está borrosa y trato de mirar a mi alrededor, solo observo paredes blancas, puedo olfatear fuertes aromas, el olor a medicamento, a sangre, e incluso a orina, y es... escalofriante. También escucho todo muy claro, voces en el pasillo, murmullos, llantos y por un momento quiero cubrirme los oídos porque es realmente ensordecedor tener que escuchar todo a la vez.
— Señor Hunter, despertó. — volteo y me encuentro a una mujer pequeña vestida de enfermera, sus ojos enormes me miran con sorpresa y de inmediato se dispone a llamar al teléfono avisándole a alguien que he despertado.
Otra vez gimo de dolor cuando intento hacer algún movimiento, hasta ahora me percato que me encuentro tumbado sobre esta cama de hospital, los olores parecen haber disminuido, y los ruidos también; o quizá solo fue parte de una alucinación que me hizo creer que tenía habilidades que nunca antes tuve.
Un hombre ingresa por la puerta, lleva una mascarilla y lentes de medida, comprendo que se trata de mi cirujano, revisa unas hojas y luego observa la bolsa de sangre colgada a un lado de mi cama.
— Señor Hunter, ¿cómo se siente? — pregunta. Mientras me inspecciona con una pequeña linterna los ojos y mis signos vitales
¿Como le explicó que me pasó por encima un maldito tráiler?
Las imágenes pasan como flashes por mi cabeza, la persecución, la avenida, la llamada de Enna y por último el camión colisionando contra mi auto. Me quedo en silencio mirando mis manos y entonces me pregunto... ¿cómo estoy vivo?
— Tranquilo, le informaremos a su familia que ya ha despertado, pero le daremos unos minutos para que pueda recomponerse.
— ¿Enna está aquí? — la pregunta sale por si sola, el doctor me mira con extrañeza y reformulo la pregunta. — Me refiero a si mi familia está aquí.
— Sus padres tuvieron que retirarse por motivos mayores pero sus hermanas todavía siguen aquí.
— ¿Cuánto tiempo llevo hospitalizado? — parpadeo y trato de sentarme, sin embargo, el dolor doblega todas mis fuerzas incrementándose en mi abdomen.
— Hoy cumple una semana desde que lo trajeron de emergencia, su recuperación ha sido... increíble de ver. — recalca.
Me quedo en silencio observando mis manos, hay algo extraño en ellas, no sabría decir qué, todo parece tan confuso como inquietante. El hombre sale de mi habitación mientras la enfermera termina de colocarme la medicina. Me interroga acerca de cómo me siento, y empieza a hacerme diversos exámenes.
Tengo una extraña sensación por todo el cuerpo, es calor, un calor extremo que me abarca de pies a cabeza, la mujer me toma la temperatura y por sus ojos al parecer algo no anda bien.
— Está volando en fiebre. — se apura en volver a medirme la temperatura.
— Quiero ver a mi familia. — Repito.
— Señor, en el estado en que se encuentra todavía es muy pronto. Yo recomendaría que descanse y...
— No quiero descansar, quiero ver a Enna. — espeto con el calor subiéndome a la cabeza, la mujer parece confundida, de pronto noto el sudor que emana de su mejilla, puedo notar como sus vellos se erizan y el sonido de su corazón me llega hasta los oídos.
Parpadeo y sacudo mi cabeza pensando si esto es cierto... ¿qué fue lo que me ha pasado?
— Ahora regreso señor. — dice y se marcha.
Tengo un horrible sabor amargo en mi boca, el calor vuelve a apoderarse de mi cuerpo, no sé si esto sea parte de mi recuperación, esta extraña sensación que tengo alrededor de todo mi ser. Cierro los ojos y echo la cabeza hacia atrás tratando de recordar todo lo qué pasó...
Se que fueron ellos, por alguna extraña razón, no siento que se trató solo de un accidente... se percataron que estaba allí y quisieron deshacerse de mí. Busco a mi alrededor tratando de ver si encuentro mi móvil, pero no está, de hecho, solo veo una maleta con lo que supongo debe ser mi ropa.
Trato de ponerme de pie, pero fallo en el intento, el dolor sigue siendo insoportable, además una de mis piernas está enyesada lo cual solo me entorpece y me resigno a mantenerme en la cama, aunque no quiera. ¿Cómo es que estoy vivo? Me repito una vez más, siento qué hay algo que no encaja en toda esta situación.
Volteo mi rostro cuando escucho la puerta abrirse, y mi corazón se estruja.
— Pet. — chilla Lucille viniendo hacia mí y acostarse sobre mi pecho, me duele todo cuando se recuesta sobre mi pecho, pero no puedo decirle nada, agradezco estar viéndola otra vez.
Sin embargo, no puedo evitar que mis ojos se desvíen, a la hermosa chica de cabello pelirrojo que se encuentra parada a tan sólo unos metros de mí, cierro mis manos conteniendo las ganas que tengo de pararme e ir tras ella. Los ojos de Enna están tristes, su rostro se ve demacrado y puedo notar unas ojeras pronunciadas no propias de un vampiro, que imagino se trata de que estuvo llorando mucho.
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Editado: 04.07.2024